- Luis González de Alba [México]
- Primera edición: 2002
- Historia/Opinión
⋆⋆⋆
La historia oficial de México es una
larga serie de derrotas gloriosas y un pesado directorio de héroes derrotados.
Comenzando por Cuauhtémoc y su profético nombre, águila que cae, hasta Zapata,
veneramos la caída, el fracaso y lo consagramos como símbolo de pureza.
Las verdades
incómodas lo son todavía más cuando provienen de personas incómodas. Lo peor es
que así suele ser. No en balde la convención dicta desde tiempos de Shakespeare
que el bufón de la corte, el loco, el marginado, sea siempre la válvula de
escape por donde se desahogan las mentiras y las hipocresías que rigen la vida
de los cuerdos, que en otras palabras son aquellos quienes tienen algo que perder y
por lo tanto nunca serán del todo libres. Luis González de Alba fue muchas
cosas distintas. Dependiendo de a quién se le pregunte, puede emerger como un
encomiable divulgador de la ciencia, un admirable líder del movimiento estudiantil
del ‘68, un pionero del activismo por los derechos de los homosexuales en
nuestro país, pero también como un hombre agrio, difícil, un reaccionario de
derecha cuyas opiniones, al pasar de los años, muchas veces devinieron en la
virulencia y hasta en la vana obsesión con sus enemigos. Lo que muy pocos
podrán negar, eso sí, es que González de Alba fue un tipo que a grandes rasgos
vivió y murió como quiso y uso su posición en el foro público para opinar lo
que se le viniera en gana (estuviera realmente facultado para opinar del tema o
no). No quiero insultar su memoria llamándolo bufón de la corte, pero lo cierto
es que su empecinamiento, su incansable voluntad de ser él mismo, no puede sino
recordarme a esas figuras tan necesarias en la narrativa universal. En este
mundo todos estamos sujetos a varios tipos de esclavitud, pero al menos
González de Alba siempre contó con la libertad del atrevimiento.
Así pues, no debe
sorprendernos que Las mentiras de mis
maestros sea un libro expresamente escrito a contracorriente. A pesar de
que así se hace publicidad, su objetivo no es solamente el de desmentir mitos sobre
la historia mexicana, tarea para la cual habría bastado un escrito más factual, didáctico y hasta juguetón, lo cual, además, habría permitido cubrir
muchos más periodos históricos (al estilo de Lies
My Teacher Told Me de James Loewen, libro de 1995 que reexamina la historia
de EE.UU. y del cual, supongo, González de Alba o sus editores sacaron el
título de este volumen). Pero este libro no es tal cosa. Más bien es un collage
que reúne tres diatribas del autor en contra de las visiones y narrativas
convencionales que se han fabricado alrededor de tres secuencias históricas en
específico —el movimiento estudiantil del ’68, el surgimiento del culto
guadalupano y el levantamiento del EZLN— aderezados con una primera sección que
pretende compensar la falta de amplitud del libro resumiendo toda la historia
de México, de la conquista a la revolución, en 70 páginas de letra grande. Es,
por lo tanto, un libro de opinión. González de Alba no se acerca a la historia como
un académico taciturno, sino como una versión letrada de los peleoneros que blanden
botellas rotas en sus riñas de cantina. Pero a veces eso está bien. A veces eso
también es necesario, en sanas dosis.