miércoles, 18 de abril de 2012

Guts

  • Chuck Palahniuk [EU]
  • Primera Edición: 2004
  •  Historia corta

Inhala. Toma tanto aire cómo puedas. Ésta historia debería durar tanto como puedas contener la respiración, y luego un poco más. Así que escucha tan rápido como puedas.

Si bien hemos explorado varios ámbitos de la literatura, y culturales en general, dentro de este espacio, nunca nos hemos enfrentado con un monstruo parecido a esta historia. No quisiera ser excesivamente crudo (a pesar de que la historia lo amerita) en mi lenguaje y en mis símiles, pero Palahniuk es a las letras algo así como Ozzy Osbourne[1] a la música: un tipo que no tiene miedo de las reglas porque está demasiado enfrascado en su mundo para hacerles caso. Y en ese sentido, Guts es su obra maestra, aunque no sea su mejor ejercicio en narrativa ni en pensamiento profundo. Es la cúspide del shock value. Algo que Marylin Manson pasa noches en vela tratando de igualar.

La historia se compone por tres anécdotas, relatadas por un mismo narrador. Cada una describe, en el modo más gráfico imaginable, una vicisitud embarazosa ocasionada por el impulso sexual adolescente. Cuando surgió la idea de hacer un mes de cuentos e historias cortas, recordé Guts inmediatamente. No sé porque. Resalta enormemente con todo lo que hemos escrito aquí. Es probablemente uno de los textos menos bonitos que conozco, y aun así lo considero una buena historia; y creo que se debe a que nadie puede ser indiferente a ella. Mucha gente no lee porque lo considera aburrido; cosa del pasado. Y hay veces en que uno lee autores clásicos y —aunque las letras sean una parte integral de nuestra vida— sí se siente el peso del lenguaje anticuado. Y de pronto llega alguien extraño, con un vigor demente y el lenguaje de todos los días, y hace confeti con el libro de reglas, y comete toda falta imaginable por un cuentista respetable, y cuenta anécdotas vomitivas… pero imposibles de ignorar. Literatura que es todo menos aburrida.

Pagaron la operación de vejiga con su fondo para la universidad. Un pequeño error, ya hora nunca será abogado. Meter cosas dentro de ti. Meterte dentro de cosas. Una vela en el pito o la cabeza en una horca; sabíamos que iban a ser grandes problemas.

Palahniuk no es sólo un tipo loco que escribe incoherencias para sacar la mugre de su cabeza, sin embargo. Es un provocateur consumado y un buen escritor. Le gusta molestar a la gente, es su pasatiempo. Para empezar, esta historia fue publicada por primera vez en la revista Playboy, probablemente el segundo peor lugar para que apareciera, después de un libro de ética de la primaria. Además, el autor suele leerla en voz alta en sus firmas de autógrafos, y cuenta con orgullo que más de 60 personas (hasta ahora) se han desmayado durante su narración. Si muchos autores de los que suelen ser nombrados al preguntar por buenas letras —Bécquer, Dumas— quieren hacernos decir “Qué lindo”, él quiere que digamos “Qué asco”.[2] Con esto no sólo se ríe de nosotros, sino que demuestra que hay una forma de escribir fuera de la belleza convencional y aun así tocar una fibra sensible en el lector.

 Un maestro de preparatoria en E.U. fue suspendido de su cargo cuando la asociación de padres se enteró, de alguna manera, que estaba usando Guts para su clase de inglés. Lo que me asusta es que la idea ya se me había ocurrido (tengo recurrentes deseos de impartir una clase). Si bien, al final, terminé descartándola por el riesgo que implicaría hacer cosa tal en un país tan religioso —y creyendo que quizá Bukowski sería un autor más apto para mostrar este lado de la literatura sin llegar al fondo sangriento y viscoso del barril—, aún creo que el texto sirve para discutir cosas muy interesantes y abrir muchas puertas. Abrir a la gente esas puertas de la literatura por medios que nunca habrían sido imaginados hace unos 50 años. De cierto modo, ese también es el objetivo del blog, y por eso decidí tomar el riesgo de reseñar ésta historia: una oveja negra en una lista de cuentos clasificación A.

La libertad como parte intrínseca de la literatura es una idea relativamente nueva. Hace tan sólo 2 siglos, dar un tinte moralizante a los textos era casi obligatorio dentro de algunos círculos. Es por esto muy importante que algunos valientes establezcan los límites de la línea. Pero no con espontaneidad idiota, como la de algunos pseudo-poetas que garabatean versos incomprensibles y vacíos, sólo porque son “libres.” No, lo que se necesita para extender la percepción hacia nuevos límites son mentes provocadoras, que sepan observar los puntos débiles de la sociedad y burlarse de ellos con un lenguaje cáustico. Y si bien no es agradable tratar con intestinos gruesos en una historia corta, la vida tampoco es enteramente bonita. A veces, por más que hagamos, es sencillamente ridícula.

Al final, mi padre sólo le dijo al chico de la piscina que había sido el perro. El perro de la familia se cayó y se ahogó, dijo. El drenaje jaló el cuerpo. Incluso cuando rompió la carcasa del filtro y extrajo un tubo oleoso, un cacho mojado de intestino con una vitamina naranja aún incrustada, mi padre sólo dijo: “Ese jodido perro estaba loco.”

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[1] Después de ver a Ozzy Osbourne en un comercial con Justino Biebers (Justin como sea), niego rotundamente algún respeto hacia éste hombre y hacia lo que sea que lleve por mundo. [Misha]
[2] No me $%#%* ¡su intestino! —Misha (Reacción verídica)

Disponible como parte de Haunted:
Vintage International: $122
El autor comparte el texto libremente; hay versiones tanto en inglés como español.

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