·
On the Road
·
Jack Kerouac (EU)
·
Primera Edición: 1957
·
Novela/Memorias
Leer éste libro me resulto extraño, ante todo. Y es que ni siquiera puedo decir que me encante, no como otros que he reseñado y reseñaré. No, no sé si metería las manos al fuego por este libro, y es que está escrito de una forma tan deliberadamente espontanea que es difícil no preguntarse si al autor de verdad le importaba. Llegó a mí como ha llegado a la vida de muchos: recomendado como una obra maestra, una declaración inmejorable de la demencia y descontrol. Y no sé. A veces siento que nadie jamás la publicaría hoy; ya que la generación beat ha quedado muy atrás. Es, de cierto modo, una obra de su tiempo y de su gente, con un appeal limitado para un lector casual.
Jack Kerouac escribió una lista de reglas para escribir, cosa un tanto pretenciosa pero muchas veces intentada. Sus reglas están escritas con la misma incoherencia que distingue a En el Camino; la incoherencia de la unión de la mente con el papel sin abogar mayormente por el orden. De hecho, parafraseando, una de las reglas que más recuerdo rezaba algo por el estilo de “Mantén páginas escritas a lo loco, sólo porque sí”. Y de verdad se nota que sigue su reglamento. Ya era fehaciente desde la historia legendaria detrás del libro, la de un escritor frenético en busca de dinero para pagar la renta, que se sienta tres semanas y escribe una novela en un solo rollo de papel unido con cinta adhesiva. Pero queda mejor ilustrada por la propia lectura del libro; una lectura que resulta difícil de seguir, loca, que pasa de brillante a idiota en flashazos increíbles, pero que es extrañamente atrapante.
Había pasado unas Navidades tranquilas en el campo, me di cuenta de ello cuando volvimos a casa y vi el árbol de Navidad, los regalos, y olí el pavo asado y escuché la charla de los parientes, pero ahora sentía el gusanillo otra vez y el nombre del gusanillo era Dean Moriarty y había llegado el momento de volver de nuevo a la carretera.
Comencé a leerlo como lo hago normalmente. Tranquilo, en mi casa. Por lo general leo dos o tres libros a la vez; uno o un par en casa y uno de viaje, el cual guardo en mi maletín o bolso, lo que vaya a cargar. No estaba avanzando mucho, me resultaba pesado seguirle el ritmo a su prosa. Me costaba sentir empatía por esos personajes, que parecían no tener otra motivación que la locura misma. Entonces terminé mi libro de viaje, y decidí pasarlo a esa posición. No volví a soltarlo. Avanzaba treinta o cuarenta páginas cada que me subía al colectivo. No sé como describirlo, pero creo que al menos en eso Kerouac le dio al clavo. Definitivamente se lee mejor cuando se está en el camino.
Aun entonces, notaba que el estilo era defectuoso de acuerdo a cualquier canon literario, que los personajes no estaban muy bien delineados que digamos, que el diálogo carecía de sentido a veces. Pero dejó de importarme tanto. Ya no me pesaban todos estos defectos, porque, estando en el camino, comprendí que el libro está escrito en el lenguaje incontinente de quien no quiere ni sabe parar. De quién vive en y para la aventura. De quien desayuna y cena desenfreno. No debí pensar que era una obra maestra del mismo modo en que Crimen y Castigo o Moby Dick lo son. De un modo, En el Camino y otras obras cumbre de los beats (Howl o Yonqui) son la cima artística de los rebeldes, de los desposeídos. De los maniáticos que, en su desesperanza, hallaron amparo en la locura, y en la carretera, a más de cien millas por hora.
¿Cuál es tu camino, tío? Camino de santo, camino de loco, camino de arco iris, camino de lo que sea. Un camino a cualquier parte y de cualquier modo. ¿Adónde? ¿Cómo?
Hay historias que escapan la división tradicional de feliz o triste. No, está historia no es ninguna de las dos, no completamente. Sólo por momentos, porque es un collage de momentos a través de los años; y esos momentos no conducen a ningún lado, sino que se placen sólo con el recorrido. Robar pan y cigarrillos de las gasolineras, deslizarse por los riscos sin pisar nunca los frenos, atiborrarse de vicio y jazz en tugurios de luces tenues y humo borroso. No importa tanto si la desembocadura del río es alegre o aciaga, sino todo lo que pasó para llegar ahí. El descontrol de esos años, y la crónica de una amistad ahogada por la demencia.
No esperen un libro perfecto, ni una trama complicada. De hecho podría alegarse que ni siquiera se cuenta con una trama en sí. Son los pensamientos de un hombre, que en cierto modo son los pensamientos de una generación. Es una locomotora que se dirige, dando tumbos, hacia un muro inamovible mientras el conductor sonríe y exhala de su cigarrillo. Es una historia escrita cuando los mágicos 60’s aún se veían promisorios en el horizonte, pero no es romántica en el manejo de las drogas o el exceso. Sabe que están cayendo por el abismo, que del otro lado del arcoíris no hay más que otro pueblo de miseria, y carretera y carretera.
Éste libro no agradará a todos, eso es seguro. Puede pasar por aburrido si no se está en el estado mental adecuado. Pero si creo que es recomendable leerlo, y si alguien va a hacerlo, les digo: háganlo abiertos. Olvídense de la etiqueta de clásico, de todo lo que han leído antes, y léanlo mientras viajan. Las palabras toman un brillo muy especial y humano cuando uno va recorriendo calles y observando los rostros asoleados de la gente que regresa a casa. Porque sí te hace pensar en una cosa: que el camino no es sólo lo que te lleva a algún sitio, sino que puede también ser el lugar idóneo para estar.
Llamaba a la puerta de un apartamento donde creía que mis amigos celebraban una fiesta. Pero quién asomó por la ventana fue una chica preciosa que dijo: “¿Sí? ¿Quién es?”. “Sal Paradise” respondí, y oí mi nombre resonar en la triste y vacía calle. “Sube” dijo ella “, estoy haciendo chocolate”. Así que subí y allí estaba la chica de ojos puros e inocentes que siempre había buscado.
Anagrama: $394
Anagrama Compactos: $194
Penguin Books (Ed. en Inglés): $269
Gallimard (Ed. en Frances): $192
Disponible en:
- Gandhi
- El Sótano
- Porrúa
- FCE
Nota: Edición en Inglés sólo disponible en Gandhi
Nota 2: Edición en Francés sólo disponible en El Sótano, y sólo recomendable si eres una persona absurda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario