- Antonio Skármeta [Chile]
- Primera edición: 1985
- Novela
“–[...] Y acuérdese que yo leía a Neruda mucho
antes que usted. No sabré yo que cuando los hombres se calientan, hasta el
hígado se les pone poético.
–Neruda es una persona seria. ¡Va a ser presidente!
–Tratándose de ir a la cama no hay diferencia entre un presidente, un cura o un poeta comunista.”
–Neruda es una persona seria. ¡Va a ser presidente!
–Tratándose de ir a la cama no hay diferencia entre un presidente, un cura o un poeta comunista.”
Con ardiente paciencia
es como debo iniciar esta reseña, porque son muchos los temas que se tocan,
muchas las fibras sensibles que se dañan y es mucha la importancia de Neruda en
el campo de las letras. Además, hoy debería estar cumpliendo años, ciento ocho
años. Lo curioso de esta historia es que
fue mil cosas más antes de llegar a ser libro. Skármeta realizó un viaje donde
se inspiró y de sus notas nacieron un guion para radio, una película, una
adaptación al teatro y una novela. Dando de cara a la novela les diré que es,
por mucho, uno de mis libros preferidos. No pasa de las ciento cincuenta
páginas, pero su cantidad no interfiere con la calidad, además funciona como
uno de los mejores ejemplos de aquello que logra el lenguaje correcto, en la
trama indicada.
Tal vez sea uno de
nuestros peores errores subir a los escritores a un pedestal. Aquellos hombres
y mujeres, que representan la belleza de nuestro lenguaje a nivel mundial, de
repente van escalando más y más alto en la fama y el reconocimiento, y un día,
por más que busquen y busquemos, ya no podrán ni podremos verlos. Tanta fama
opaca la grandeza y nuestros autores se nos presentan menos humanos y más
divinos. Así que, efectivamente, El
cartero de Neruda nos acerca a un hombre del cual no podemos inferir en su
alma de otra forma que no sean sus poemas. Dejando a un lado la ficción,
dejando que la fantasía nos escandalice, no encuentro nada más hermoso en este
libro que no sea el diálogo del poeta con su cartero, la línea que es apertura
para toda la obra:
“–¡La poesía no es de quien la escribe, sino de
quien la usa!
–Me alegra mucho la frase tan democrática, pero
no llevemos la democracia al extremo de someter a votación dentro de la familia
quién es el padre.”
Fue por esa primera
frase por la que busque el libro, de nuevo, con ardiente paciencia –aunque la
verdad rayaba en la desesperación. Y es que la historia combina y contrasta una
situación política agonizante de Chile con una vida totalmente aparte siendo
llevada en Isla Negra. Un poeta refugiándose del mundo y bautizando olas a
fuerza de metáforas, un muchacho llamado Mario Jiménez quien no encuentra en
las olas otra vocación que la de la gripe y se decide a ser cartero, una
muchacha dueña de belleza inaudita que se refugia bajo el nombre de Beatriz González y
atrapa el corazón de Mario, y una doña Rosa viuda de González, destinada a
combatir la guerra de metáforas con un contraataque de refranes. Y es el
lenguaje el que pinta este cuadro, son las metáforas, los poemas y la sintaxis
los que construyen una narración que parece hacer mímesis a un poema de
Neruda.
Nos encontramos en
Chile, en 1969. Chile se encuentra ante el radical cambio de tener un
presidente socialista, Salvador Allende, cuyo gobierno culminaría con un golpe
de estado en 1973. Bajo este panorama podemos asumir que la situación del país
no fue la mejor. Antes de Allende fue nada menos que Pablo Neruda el parcial candidato
a la presidencia. Dentro de todo este ajetreo político Mario conoce a Neruda,
su único cliente en una isla donde casi nadie sabe leer. Es aquí donde las
metáforas nos atrapan, porque son justamente las metáforas el motivo de la
primera charla entre estos dos personajes. “¿Qué son las metáforas Don Pablo?”
pregunta Mario y las páginas comienzan a correr bajo un color muy cálido, un
rojo que recuerda el atardecer. Un rojo que se intensifica con la pasión de
Mario por Beatriz y por el odio de doña Rosa hacia Mario.
Al recordar el libro
no puedo evitar sonreír, la historia no deja de ser ‘picante’ por así decir.
Doña Rosa viuda de González se nos presenta como una ser magnánimo, estereotipo
de una suegra dispuesta a defender el honor de su hija a capa y espada, y
símbolo de una cultura hispanohablante donde las mujeres llevan el control de
sus vidas y de aquellos que las rodean. Y del otro lado está Pablo Neruda,
arrebatado de la inmortalidad de sus Odas
elementales para tocar el plano humano y dialogar con doña Rosa sobre el
amor, las metáforas y razonar por la vida de su cartero. Una historia de amor
con ápices de comedia, estamos indefensos ante esto. La pareja contrae nupcias,
Don Pablo recibe el Premio Nobel y reside en Francia como embajador, el color
atardecer continúa, nos abraza como una nana, nos conduce por líneas llenas de
poesía y humor… olvidamos que los años pasan, olvidamos a Allende…
“–No sea
materialista suegra.
–A ver usted, que se las da de culto. ¿Qué es un materialista?
–Alguien que cuando tiene que elegir entre una rosa y un pollo, elige siempre el pollo– farfulló el telegrafista.”
–A ver usted, que se las da de culto. ¿Qué es un materialista?
–Alguien que cuando tiene que elegir entre una rosa y un pollo, elige siempre el pollo– farfulló el telegrafista.”
Es con este humor como
se desdibuja el resto de Chile, hasta que llegamos a 1973. Hasta que Pablo
Neftalí Jiménez González llena todas y cada una de las fichas médicas de la
zona y Don Pablo vuelve de París. Es entonces cuando entendemos la importancia
del mar en esta historia, la fuerza de los personajes parece concentrada en la
fuerza de las olas y Neruda pierde esas fuerzas junto con Chile. Allende cae y
a Don Pablo le han quitado el mar. “¿Acaso cuando abra la ventana no estará
allí el mar? ¿También se lo llevaron? ¿También me lo metieron en una jaula?”.
De golpe, el rojo cálido se vuelve blanco, como la nieve que abraza al poeta en
Francia.
“Oda a la nieve sobre Neruda en París
<< Blanda compañera de pasos sigilosos,
abundante leche de los cielos,
delantal inmaculado de mi escuela,
sábana de viajeros silenciosos,
que van de pensión en pensión
con un retrato arrugado en los bolsillos.
Ligera y plural doncella,
ala de miles de palomas,
pañuelo que se despide
de no sé qué cosa.
Por favor mi pálida bella,
cae amable sobre Neruda en París,
vístelo de gala con tu albo
traje de almirante,
y tráelo en tu leve fragata
a este puerto donde lo echamos tanto de menos.>>
Y después de ése
destello blanco, la historia se fragmenta. Parece ir cada vez más lento, la
poesía se desvanece del rojo de la ardiente paciencia al blanco de la
intermitencia, del blanco al frío azul de la realidad, y del azul del cielo al
negro de la nada. De repente Chile nos alcanza y Don Pablo ya no está. De
repente la política invade la poesía y nos desarma por completo; nos deja
sentados frente a un café sin azúcar.
Editorial DEBOLSILLO: $139
Disponible en:
-Gandhi
-El Sótano
-Porrúa
-FCE
Disponible en:
-Gandhi
-El Sótano
-Porrúa
-FCE
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