jueves, 12 de julio de 2012

El cartero de Neruda (Ardiente paciencia)

  • Antonio Skármeta [Chile]
  • Primera edición: 1985
  • Novela

“–[...] Y acuérdese que yo leía a Neruda mucho antes que usted. No sabré yo que cuando los hombres se calientan, hasta el hígado se les pone poético.
–Neruda es una persona seria. ¡Va a ser presidente!
–Tratándose de ir a la cama no hay diferencia entre un presidente, un cura o un poeta comunista.”

Con ardiente paciencia es como debo iniciar esta reseña, porque son muchos los temas que se tocan, muchas las fibras sensibles que se dañan y es mucha la importancia de Neruda en el campo de las letras. Además, hoy debería estar cumpliendo años, ciento ocho años.  Lo curioso de esta historia es que fue mil cosas más antes de llegar a ser libro. Skármeta realizó un viaje donde se inspiró y de sus notas nacieron un guion para radio, una película, una adaptación al teatro y una novela. Dando de cara a la novela les diré que es, por mucho, uno de mis libros preferidos. No pasa de las ciento cincuenta páginas, pero su cantidad no interfiere con la calidad, además funciona como uno de los mejores ejemplos de aquello que logra el lenguaje correcto, en la trama indicada.

Tal vez sea uno de nuestros peores errores subir a los escritores a un pedestal. Aquellos hombres y mujeres, que representan la belleza de nuestro lenguaje a nivel mundial, de repente van escalando más y más alto en la fama y el reconocimiento, y un día, por más que busquen y busquemos, ya no podrán ni podremos verlos. Tanta fama opaca la grandeza y nuestros autores se nos presentan menos humanos y más divinos. Así que, efectivamente, El cartero de Neruda nos acerca a un hombre del cual no podemos inferir en su alma de otra forma que no sean sus poemas. Dejando a un lado la ficción, dejando que la fantasía nos escandalice, no encuentro nada más hermoso en este libro que no sea el diálogo del poeta con su cartero, la línea que es apertura para toda la obra:

“–¡La poesía no es de quien la escribe, sino de quien la usa!
–Me alegra mucho la frase tan democrática, pero no llevemos la democracia al extremo de someter a votación dentro de la familia quién es el padre.”

Fue por esa primera frase por la que busque el libro, de nuevo, con ardiente paciencia –aunque la verdad rayaba en la desesperación. Y es que la historia combina y contrasta una situación política agonizante de Chile con una vida totalmente aparte siendo llevada en Isla Negra. Un poeta refugiándose del mundo y bautizando olas a fuerza de metáforas, un muchacho llamado Mario Jiménez quien no encuentra en las olas otra vocación que la de la gripe y se decide a ser cartero, una muchacha dueña de belleza inaudita que se  refugia bajo el nombre de Beatriz González y atrapa el corazón de Mario, y una doña Rosa viuda de González, destinada a combatir la guerra de metáforas con un contraataque de refranes. Y es el lenguaje el que pinta este cuadro, son las metáforas, los poemas y la sintaxis los que construyen una narración que parece hacer mímesis a un poema de Neruda.

Nos encontramos en Chile, en 1969. Chile se encuentra ante el radical cambio de tener un presidente socialista, Salvador Allende, cuyo gobierno culminaría con un golpe de estado en 1973. Bajo este panorama podemos asumir que la situación del país no fue la mejor. Antes de Allende fue nada menos que Pablo Neruda el parcial candidato a la presidencia. Dentro de todo este ajetreo político Mario conoce a Neruda, su único cliente en una isla donde casi nadie sabe leer. Es aquí donde las metáforas nos atrapan, porque son justamente las metáforas el motivo de la primera charla entre estos dos personajes. “¿Qué son las metáforas Don Pablo?” pregunta Mario y las páginas comienzan a correr bajo un color muy cálido, un rojo que recuerda el atardecer. Un rojo que se intensifica con la pasión de Mario por Beatriz y por el odio de doña Rosa hacia Mario.

Al recordar el libro no puedo evitar sonreír, la historia no deja de ser ‘picante’ por así decir. Doña Rosa viuda de González se nos presenta como una ser magnánimo, estereotipo de una suegra dispuesta a defender el honor de su hija a capa y espada, y símbolo de una cultura hispanohablante donde las mujeres llevan el control de sus vidas y de aquellos que las rodean. Y del otro lado está Pablo Neruda, arrebatado de la inmortalidad de sus Odas elementales para tocar el plano humano y dialogar con doña Rosa sobre el amor, las metáforas y razonar por la vida de su cartero. Una historia de amor con ápices de comedia, estamos indefensos ante esto. La pareja contrae nupcias, Don Pablo recibe el Premio Nobel y reside en Francia como embajador, el color atardecer continúa, nos abraza como una nana, nos conduce por líneas llenas de poesía y humor… olvidamos que los años pasan, olvidamos a Allende…

“–No sea materialista suegra.
–A ver usted, que se las da de culto. ¿Qué es un materialista?
–Alguien que cuando tiene que elegir entre una rosa y un pollo, elige siempre el pollo– farfulló el telegrafista.”

Es con este humor como se desdibuja el resto de Chile, hasta que llegamos a 1973. Hasta que Pablo Neftalí Jiménez González llena todas y cada una de las fichas médicas de la zona y Don Pablo vuelve de París. Es entonces cuando entendemos la importancia del mar en esta historia, la fuerza de los personajes parece concentrada en la fuerza de las olas y Neruda pierde esas fuerzas junto con Chile. Allende cae y a Don Pablo le han quitado el mar. “¿Acaso cuando abra la ventana no estará allí el mar? ¿También se lo llevaron? ¿También me lo metieron en una jaula?”. De golpe, el rojo cálido se vuelve blanco, como la nieve que abraza al poeta en Francia.

“Oda a la nieve sobre Neruda en París
<< Blanda compañera de pasos sigilosos,
abundante leche de los cielos,
delantal inmaculado de mi escuela,
sábana de viajeros silenciosos,
que van de pensión en pensión
con un retrato arrugado en los bolsillos.
Ligera y plural doncella,
ala de miles de palomas,
pañuelo que se despide
de no sé qué cosa.
Por favor mi pálida bella,
cae amable sobre Neruda en París,
vístelo de gala con tu albo
traje de almirante,
y tráelo en tu leve fragata
a este puerto donde lo echamos tanto de menos.>>

Y después de ése destello blanco, la historia se fragmenta. Parece ir cada vez más lento, la poesía se desvanece del rojo de la ardiente paciencia al blanco de la intermitencia, del blanco al frío azul de la realidad, y del azul del cielo al negro de la nada. De repente Chile nos alcanza y Don Pablo ya no está. De repente la política invade la poesía y nos desarma por completo; nos deja sentados frente a un café sin azúcar. 

Editorial DEBOLSILLO: $139
Disponible en:
-Gandhi
-El Sótano
-Porrúa
-FCE

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