miércoles, 17 de octubre de 2012

House of Leaves


˙noʎ ɹoɟ ʇou sı sıɥʇ

Cuando pienso sobre la vida, aún superficialmente, surge una pregunta, insalvable, ineludible, aguda como una estalactita pendiente sobre mi cabeza. Creo que les sucede a todos. Una pregunta sobre nuestra naturaleza, una cuestión fundamental; tanto así como el tiempo, puesto que viene de antes del nacimiento del primer hombre. La cuestión de la vida. ¿Acaso no somos una terrible casualidad? Una conjunción química desafortunada. Un momento de oscuridad en la faz del universo. Intrusos en la casa de alguien más: de un dios eterno y momentáneamente sosegado, que un día vendrá a aniquilarnos. ¿Es esto lo que somos? ¿Es la vida realmente lo correcto para nosotros?

  • Mark Z. Danielewski
  • Primera edición: 2000
  • ¿Novela?
No importa dónde estés entonces, [...]: te verás desmantelar cada seguridad que usaste para vivir. Te quedarás helado mientras una gran complejidad interviene, haciendo trizas, pieza por pieza, todas tus negaciones cuidadosamente preconcebidas, ya sean deliberadas o inconscientes. Entonces te convertirás —incapaz de resistir, aunque intentarás hacerlo; peleando con todo lo que tienes para no enfrentarte a ello— en lo que más temes, lo que es, lo que será, lo que siempre ha sido, la criatura que en verdad eres, la criatura que todos somos, enterrados en el negro anónimo de un nombre.
Entonces vendrán las pesadillas.

No recuerdo cómo conocí House of Leaves, y quizá sea mejor así: no me gustaría achacar culpas a alguien ni guardar resentimientos. Lo busqué inútilmente por años: no está (ni estará) traducido al español; y las librerías de México, en un 90%, no saben de qué les estás hablando si la mencionas. Un día se abrió mi mundo cibernético y me permitieron pedir libros por internet de vez en cuando. Éste fue el primero que pedí. Llegó a los 4 días, intacto, brillante, negro, irresistible. La lectura ya fue otro cantar. Para empezar, Danielewski juega con la figura del “autor”, y comienza su juego metaficcional diciéndonos que quién escribió el libro fue un anciano ciego llamado Zampanó. Pero eso no es todo; resulta que él muere y el manuscrito (que en realidad son miles de hojas dispersas) es recuperado de su departamento por un aprendiz de tatuador, un hijo de la mala vida llamado Johnny Truant. En sus manos recae el papel de editor, y es obvio que no termina haciendo un gran trabajo, aunque sí uno muy dedicado. Demasiado dedicado. Obsesivo.

¿Y de qué trata el dichoso manuscrito? A grandes rasgos es un ensayo académico sobre un documental. No, esperen, les juro que se pone mejor. Para empezar, a pesar de todos los intentos de Truant por investigar, el dichoso documental no existe. Zampanó parece haber escrito miles de páginas y llenado millones de fichas y consultado una miríada de fuentes oscurísimas para escribir sobre una ficción total. El problema viene cuando esa ficción comienza a apoderarse de la vida del editor. Y no es una ficción bonita, ni muchos menos. El manuscrito (y el documental inexistente) de Zampanó se titula “The Navidson Record”, y trata sobre una familia que se muda a una casa que, de pronto, comienza a demostrar anomalías. Para decirlo de modo simple: es más grande por dentro que por fuera, y no deja de crecer. Esto funciona como historia de terror porque no sólo viola la tranquilidad, sino el espacio, la mente, todo. Allí, en esa casa de la que nadie sospecharía, se tejen miles de tramas sobre oscuridad, locura, familia y amor. Sobre todo de oscuridad. Una que es inmensa, mítica, laberíntica [1], apabullante.

Bueno, esa casa de tu documental definitivamente despierta asombro e incredulidad, pero en mi mente nunca tiene sentido. Sigo todas las líneas, hago las cuentas, estudio la construcción y todo lo que obtengo es… bueno, todo es una imposibilidad estructural sin esperanza. Por lo tanto no tiene sustancia y es olvidable. A pesar de su peso, su magnitud, su masa… al final no es nada.

En este sentido, ya que todo pensamiento humano está irremisiblemente basado en la oscuridad [2] debido a nuestras construcciones culturales (como el pecado bíblico) e intrínsecas, el libro también funciona como un retrato de nuestra mente. Un lugar tan incomprensible y torturado que nunca llega a comprender sus sentimientos ni a definir sus dimensiones, que nunca llega al conocimiento total. Un lugar similar a una casa eternamente oscura y cambiante, que no se decide a tomar un aspecto definitivo. Tal como el hogar de los Navidson en Ash Tree [3] Lane. La oscuridad habita en nosotros, así como nosotros en ella. Es una comunión eterna, que nos sostiene en nuestro lugar como el árbol de ceniza llamado Yggdrasil sostiene a la tierra en la mitología nórdica.

¿Y ese lugar cuál es? Danielewski —o Zampanó, o quién sea— no ofrece una respuesta. Ofrece millones, y todas se contradicen. Podemos pensar que la oscuridad es invencible, que su sólo tamaño es suficiente para hacernos expirar. Podemos pensar que la locura en la que caen varios personajes es la única protección contra toda la sombra inamovible que hay en la tierra. Pero también podemos pensar que el amor puede hacer algo, después de todo —eso sí, después de haber pasado un terrible camino de crueldad, misterio, dolor y sacrificio. Sea lo que sea lo que decidan pensar al terminar el libro (aunque debo advertirles que este libro nunca termina de verdad [4]), nunca pensarán igual sobre el horror, o sobre ningún aspecto literario. ¿Literario? Eso se queda corto. En realidad no saldrán de aquí pensando “qué buen libro”, sino revisando nerviosamente sus closets y sus paredes. Tratando de resolver el enigma. El de las páginas, sí, pero también el del mundo. Y eso es bueno, pues como dice el dramaturgo David Mamet:


 [texto faltante]

Este mes de terror nos hemos concentrado en formas breves de escritura, ya que suelen ser las más socorridas por autores de este género. Se concentran en una anécdota aterradora, y la cincelan. House of Leaves es otra cosa: es un mastodonte de 700 páginas que se leen como si fueran 2000, y que comprende prácticamente todo el espectro del miedo humano. Yo siento que todos esos están resumidos en uno: el miedo a no tener hogar, a quedar a la deriva. Pero no es un libro en el que pueda aventurarme a decir qué pensarán como yo: hay mil y un formas de leerlo. Es un laberinto, sólo que todos los caminos tienen la misma valía y no hay una salida clara. Claro, esto es sólo una ficción [*], pero es el único libro de terror que me ha hecho cuestionar la forma en que voy por la vida, y la forma en que espero la muerte. Nadie sale limpio de esta lucha con la oscuridad. Ni la literatura, ni la sanidad, ni Dios, ni el tiempo. En la biografía con que inicié Octubre, cité a nuestro autor del mes diciendo que una historia aterradora debería violar las leyes inamovibles de la naturaleza. Bueno, creo que, si hay un lugar fuera de este mundo —y según Danielewski parece haberlo—, Lovecraft está sonriendo muy ampliamente mientras lee este libro.

Me pregunto si ustedes también podrán sonreír, o si la oscuridad los barrerá como una mano fuerte barre a los insectos de una mesa. Quizá sean ambas. Quizá ninguna. Nada se sabe. Absolutamente nada.

Little solace comes
to those who grieve
when thoughts keep drifting
as walls keep shifting
and this great blue world of ours
seems a house of leaves

moments before the wind [5].



[1] Se incluye un capítulo completo sobre el Minotauro y su célebre casa. De hecho, el libro entero está fuertemente influenciado por los mitos clásicos y por las irrealidades de Borges (La casa de Asterión, El libro de arena, etc.)

[2] Steiner, George. Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento. 2005.

[3]El árbol de ceniza (Ash Tree) es el mayor árbol del mundo. Sus miembros cubren el mundo entero y se expanden más allá del cielo. Se sostiene por tres raíces, que están posicionadas a mucha distancia. Una yace con el Æsir y otra con los Gigantes de Hielo, donde Ginnungagap esuvo una vez. La tercera está sobre el Niflheimur, y bajo ella está Hvergelmir, pero Níðhögg roe eternamente esa raíz.” – Edda en prosa, Snorri Sturluson

[4] Incluye apéndices, fotografías, poemas extra, notas dentro de las notas e incluso una segunda novela escondida, que trata con la historia desgraciada de la madre del editor Johnny Truant. También no-contiene ciertas cosas, ya que la muerte alcanza a Zampanó antes de terminar su manuscrito.

[5] Poco consuelo viene / a quienes sufren / cuando ideas se deslizan / mientras paredes se mueven / y este gran mundo azul y nuestro / parece una casa de hojas /              /momentos antes del viento.

[*] EVIDENCIA CONTRARIA:


Ash Tree Lane



Tiempo relativo







El libro

¿El documental?




Casi intraducible al español, pero quizá alguien lo intente un día. Mientras tanto se consigue en Amazon o en El Péndulo, aunque estos últimos parecen no tener existencias en este momento.

Y aquí está la cita de David Mamet, para que no se queden picados:

"Cuando dejas el teatro queriendo hablar de la obra, es una buena obra. Cuando dejas el teatro queriendo discutir vida y muerte, eso es arte."

1 comentario:

  1. Como los mastodontes que son El arco iris de la gravedad o La broma infinita, La casa de las hojas me llama y, ojalá pueda darle la oportunidad que se merece. Debo decir que, por suerte, a diferencia de los libros de Pynchon y Foster Wallace, pude leer un poco de la novela (apenas si la introducción) antes de saber si quería o no dedicarle un tiempo. Ahora solo puedo esperar el día en que pueda hincar el diente.
    Por cierto, a manera de actualización, dejaré un link para comprar la novela en español: http://www.casadellibro.com/libro-la-casa-de-hojas/9788492837465/2226496
    La edición es bastante linda y parece estar bien traducida.

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