jueves, 5 de diciembre de 2013

Escritor del mes: J. D. Salinger

[Nueva York, 1° de Enero de 1919-New Hampshire, 27 de Enero de 2010] Jerome David Salinger: escritor de medio tiempo y misántropo de tiempo completo, también viceversa.

Me alegro de que inventaran la bomba atómica: así, si necesitan voluntarios para ponerse debajo cuando la lancen, puedo presentarme el primero.

El asunto de hacer la biografía de Salinger es que la entrada puede terminar en una línea: nació, creció, escribió El guardián entre el centeno, se encerró en su casa, se divorció, se separó, se separó, demandó y murió. Yo sé que esto puede sonar groseramente reduccionista, pero piensen que el hombre es famoso por haberse apartado del mundo los últimos cincuenta años de su vida. Lo que sé de él, después de 1954, se debe más a los escándalos provocados por sus amantes y por su hija que por él mismo. Salinger es como un personaje caracterizado por los demás, pero nunca por él mismo; narrado pero no narrador. El acceso que tenemos a este hombre se reduce a su obra y las contadas entrevistas que llegó a dar antes de decidirse por el aislamiento. Hasta cierto punto, creo que lo hemos idealizado: es el Holden Caulfield que todos quisimos ser en su respectivo momento. De una u otra forma, todos amamos la idea de la misantropía y admiramos a quien la ejerce seriamente; pero la admiración se reduce al respecto, no al acercamiento: no amamos al misántropo, pero sí su existencia. Salinger es, entonces, un enigma que no quiero terminar de resolver. Existen un sinfín de especulaciones y biografías no muy autorizadas, con datos curiosos sobre su sexualidad y sus manías, pero, siendo franca, no me interesan. Yo también lo admiro/respeto, y creo que me hubiera gustado conocerlo. Así, me limitaré a reducirles la información necesaria para construir a un hombre público, no para diseccionar su privacidad.

Salinger pertenece a esa liga de escritores en los que la escuela no fue una completa prioridad y donde la brillantez creativa se forjó con constante trabajo. Hijo de una relación muy poco común para la época (su padre, Sol Salinger, era judío, pero su madre Marie no), Salinger pasó por diferentes escuelas, tanto públicas como privadas y militares, hasta culminar sus estudios, en 1939, en la Universidad de Columbia, tomando clases nocturnas de escritura con el profesor Whit Burnett. Como en toda buena vida literaria, Burnett sería el mesenas de J. D.; no sólo descubrió y explotó su genio artístico, sino que también publicó su primera historia, “The Young Folks”, en la revista Story, donde era editor. Esto fue en 1940; para el siguiente año, el joven se encontraba saliendo con Oona O’Neill[1], hija del premio Pulitzer Eugene O’Neill, y tratando de publicar historias cortas en The New Yorker. A pesar de que varias de estas fueron rechazadas (como "Lunch for Three" o "Monologue for a Watery Highball"), en Diciembre, "Slight Rebellion off Madison" fue aceptada. Es en este relato donde la figura de su emblemático personaje, el desencantado Holden Caulfield, hace aparición por primera vez. Sin embargo, el ataque japonés en Pearl Harbor en ese mismo mes obstruyó la publicación de la historia (no era muy correcto publicar algo de ese tono cuando el pueblo estadounidense se encontraba especialmente vulnerable), y no vio luz en la revista hasta 1946. La consecuencia de este mismo ataque fue la entrada definitiva de Estados Unidos a la segunda guerra mundial y, con ello, la entrada de Salinger a las líneas del ejército.

J. D. estuvo activo en la división de inteligencia americana hasta el final de la guerra. Salió físicamente ileso, pero con la psique desecha y tuvo que pasar un tiempo internado debido a que sus nervios colapsaron, algo muy común en la época. A pesar de su responsabilidad militar, Salinger continuó escribiendo, publicando en revistas como Collier’s e intentando publicar en el New Yorker (todas sus historias fueron rechazadas en de 1944 a 1946). Muchas de lo escrito en esta época, y de épocas posteriores, se relacionan con su experiencia en el campo de batalla y el trauma sufrido en el mismo. Tras la derrota alemana, pasó seis meses más en el país para ayudar en el proceso de “desnazificación”, fue durante este periodo cuando conoció a Sylvia Welter, su primera esposa. El matrimonio duró apenas ocho meses, pero esto no impidió que continuara escribiendo. Una colección de veinte cuentos fue creada en 1946 bajo el título The Young Folks, esto con ayuda del mismo Burnett y su conexión con la editorial Lippincott (perteneciente a Story). Sin embargo, la colección fue rechaza por la editorial, y Salinger terminó la amistad con su mentor. No fue hasta un año después cuando “The Bananafish” llamó la atención del editor William Maxwell, del New Yorker, quien convenció a J. D. de revisar esta historia. Éste trabajó en ella durante un año, el resultado final –además de la final publicación en la revista– fue “A Perfect Day for Bananafish”. Es así como, finalmente, el autor consiguió la aprobación de la crítica, y en donde los temas que predominaron por el resto de su obra—la familia, el individuo, la disconformidad—se desarrollaron por primera vez.

Supongo que ningún escritor jamás se deshace de sus viejas corbatas amarillo azafrán. Tarde o temprano aparecen en su prosa y maldito lo que puede hacer al respecto.

Pero el verdadero Salinger, el escritor que marcaría nuestra percepción del mundo y que definiría muchos de nuestros pasos, ése no dio asomo definitivo hasta el 16 de Julio de 1951 con El guardián entre el centeno[2]. La construcción de esta novela, cuya trama es relativamente sencilla, le tomó por lo menos diez años a nuestro autor; pero lo valieron. Holden Caulfield ocupa el escenario, su inocencia comienza a desvanecerse, se encuentra en los últimos escalones de la infancia: ha llegado el mundo adulto, a los “jódete” escritos en las paredes, a los carruseles que no van a ninguna parte. ¿Ustedes no estaría así de enojados? Si pudieran regresar los días para ser testigos presenciales de cómo su idealismo es asesinado en una sola noche, si en ese momento hubieran tenido esa consciencia… ¿no estarían molestos? Salinger llegó a declarar que esta trama llevaba algo de autobiográfico en su construcción. Incluso una de sus ex declaró que “él había sido un Holden toda su vida”. Sea como fuere, esta obra posicionó al hombre como uno de los grandes de la literatura norteamericana; puede que Holden lleve rasgos de su autor, pero problematiza también temas universales, situaciones, sentimientos e ideas con las que todos llegamos lidiar.

Como todas las grandes novelas, la crítica que recibió El guardián no fue enteramente positiva. Muchos tacharon a Holden como un personaje antimoral y vulgar debido al lenguaje que utiliza. Pero esto no impidió que la obra tuviera grandes ventas, lo que, para desgracia de muchos, significó la huida de Salinger de la vida pública. El efecto que tuvo El guardián en sus lectores llegó a algo parecido un culto ciego hacia un objeto religioso. El vetar la novela en varios estados sólo empeoró la situación: Holden se convirtió en el grito irracional de muchos jóvenes enojados. Fanáticos, críticos, amigos, enemigos; todos querían ver al hombre detrás de ese culto. Así, dos años después de la publicación de este libo, J. D. se mudó de su apartamento en Nueva York a un tranquilo lugar en New Hampshire. Probablemente este repentino cambio tuvo mucho que ver con su seguimiento del budismo y la filosofía zen, donde la paz espiritual resulta crucial en cada meditación. Aunque al principio pareció llevarse bien con sus vecinos, y aceptaba visitas con regularidad, no pasó mucho tiempo antes de que cortara todo contacto con el mundo externo. Su último libro publicado fue Nine Stories (1953) (los demás son compilación de historias que ya habían aparecido en el New Yorker) y su última historia en aparecer fue “Hapworth 16, 1924” (1961).

Tras esto, muy poco se sabe del autor que no tenga que ver con los escándalos de su vida amorosa. En 1955 se casó con Claire Douglas, con quien tuvo dos hijos –Margaret y Matthew–, pero el matrimonio se disolvió en 1967. Tras estos siguieron numerosos romances con jóvenes artistas como Joyce Maynard, Elaine Joyce (sí, suena terrible), y, finalmente, Collen O’Neill. Su hija Margaret y Maynard publicaron memorias donde Salinger fue el tema principal. La primera lo denunció como un padre descuidado, la segunda como un amante abusivo. Los conflictos legales no se hicieron esperar por esto; además de otros conflictos en relación con sus derechos de autor: la adaptación de Dariush Mehrjui de Franny and Zooey en la película Pari[3] (1995), y una secuela no autorizada de El guardián publicada en 2009 por  Fredrik Colting (con el pseudónimo de J. D. California. Todo esto no hizo más que darle mayor publicidad, probablemente estos líos fueron necesarios para que su nombre no fuese olvidado. Hay que pensar que este mundo moderno le exige presencia a los artistas: ser una sombra ya no es una opción.

Con todo, Salinger logró llevar una vida pacífica con su última esposa Collen. Murió en 2010 en New Hampshire por causas naturales. Muchos dicen que, a pesar de que ya no publicaba, continuó escribiendo cada día de su vida. Por esto, las especulaciones acerca de muchas otras novelas, escondidas den los cajones de su hogar, no son infundadas. Hace poco la familia declaró que nuevo material sería liberado entre 2015 y 2020. Se habla de cinco trabajos, pueden ser novelas, pueden ser colecciones de cuentos. Pero, sea lo que sea, la verdad es que lo esperamos con ansias. J. D. Salinger está ordenado en mi cabeza junto a Juan Rulfo: ambos eran mentes brillantes que publicaron muy poco. No puedo evitar sentir algo de rencor hacia ellos. De alguna forma, siento que me privaron de todo un mundo sólo por su animadversión hacia lo público. Siento, es cierto, algo de abandono. Pero también mucho agradecimiento. A final de cuentas, Salinger nunca me decepcionó como autor. Su importancia en el mundo de las letras sigue siendo tangible y trascendental. Su obra se ha reescrito con el paso de cada generación y su grandeza se reafirma con el paso de los años.

¿Sabes de qué me sonreía? Habías escrito que eras escritor de profesión. Me pareció el eufemismo más gracioso que jamás haya oído. ¿Desde cuándo el escribir es tu profesión? Nunca fue otra cosa que tu religión.



[1] Cabe mencionar que su relación con Oona no duró demasiado, la mujer era una estrella en ciernes y la pasividad de Salinger no debió agradarle demasiado. Terminó siendo esposa de Charles Chaplin (y debería sonarles familiar con el nombre de “Lady Chaplin”).
[2] Si su idea de este libro es que “es para asesinos”, hagan el favor de irse a tirar al metro porque esa idea es una reverenda estupidez.
[3] Las relaciones de Salinger con Hollywood nunca fueron buenas debido a lo decepción causada por la adaptación de  "Uncle Wiggily in Connecticut". J. D. negó hasta el final de sus días que El guardián fuese llevado a la gran pantalla, decisión que se ha respetado con dificultad. 


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2 comentarios:

  1. Ojalá sea cierto que en un futuro se publiquen algunas otras cosas de él. Tengo un especial cariño por este autor. Por cierto, hace un tiempo me encontré con un trailer de un documental del 2013 que iba a sacar sobre Salinger, lo malo es que no la visto :(

    http://www.youtube.com/watch?v=wsYA-MWjC48

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  2. Cuentan las malas lenguas que el documental no es tan bueno, pero aun así habrá que buscarlo y juzgar por nosotros mismos.

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