miércoles, 12 de febrero de 2014

El esclavo



·  Francisco J. Angel / Anand Dílvar [México]
·  Primera edición: 2001
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Una gran parte de la teoría de la novela se basa en la noción de ‘polifonía’, si bien es cierto que no todos los teóricos la entienden del mismo modo. No quiero sonar a catedrático alzado porque no lo soy, pero quisiera explicarles (de modo muy reducido) el modo en que Mikhail Bakhtin veía este concepto, el cual él mismo acuñó, de hecho. Según él, la novela es polifónica porque representa una puesta en escena en donde colisionan múltiples puntos de vista y múltiples formas de entender el mundo, y que cada personaje está dotado de una voz única. Esto es también algo que remarca Milan Kundera en El arte de la novela, diciendo que este género se distingue por su capacidad de no elegir la vía fácil yaciente en señalar al bien o al mal, sino que le es posible (y deseable) enfrentar a personajes imperfectos en busca de una especie de moraleja situada en las zonas grises. Si hemos de hacer caso a Bakhtin y Kundera —y francamente no veo por qué no hacerlo siendo que son Bakhtin y Kundera—, la buena novela es una especie de cuadrilátero bélico en donde cada personaje se mueve con la bandera de su propia motivación e ideología, y es una presencia distintiva que crea tensión con los demás habitantes del relato.

Claramente nunca leyeron El esclavo.

-Si, tus sentimientos vienen y sólo pueden venir de tus pensamientos, así es como funciona:
Piensas en algo triste y te pones triste, piensas en algo que te molesta y te enojas, crees que los demás pueden herirte o desilusionarte o hacerte sentir mal pero, nadie puede meterse en tu mente y hacerte pensar ni sentir nada. [sic.]

Cuando se nos ocurrió hacer el mes del libro malo, inmediatamente pedí hacer la reseña de éste. No lo había leído, pero me intrigaba a mares ver las pilas y pilas de ejemplares inundando las cajas de Sanborn’s, así como el escuchar a más de una persona decir que le había “cambiado la vida”. Por supuesto, no esperaba nada del libro; no por simple elitismo, sino porque nada puede cambiar la vida de nadie en 30 cuartillas sin estar escrito por Dostoievski o recurrir a trucos baratos. Trucos baratos encontré, sí, pero también mucho más. Les diré que, incluso para un cínico como yo, El esclavo tiene la capacidad de sorprender. Su falta de pulcritud, su obviedad, los sutiles peligros en su mensaje, pero sobre todo su ineptitud a la hora de sencillamente ser una novela ponen a este libro como una de mis experiencias literarias más cercanas al proverbial fondo del barril.
 
No me engaño: sé que este es un libro de autoayuda y que las reglas de escritura literaria tradicionales no aplican. Pero resulta que yo no estoy poniéndole el apelativo “novela” al libro, sino que el autor (o alguien) decidió ponerlo ahí, en la primera página, como subtítulo burlón: “una novela sobre la libertad, el perdón y la verdadera superación personal”. Entonces, ¿en qué falla El esclavo como novela? ¿Recuerdan lo de la polifonía y la tensión entre personajes? Pues no hay, bórrenlo, kaput, finito, ciao ciao. La obra de Ángel/Dílvar es egoísta desde su forma de narrar: todo está visto desde el punto de vista de un solo personaje, un soberano imbécil que se queda en coma por meterse dios-sabe-qué droga y ahora está atrapado en su cuerpo, teniendo insufribles conversaciones con su alter-ego/guía espiritual, quien le muestra el camino para enmendarse y vivir en paz con sus seres queridos. El problema es que esos seres queridos, literariamente hablando, no existen. No hay polifonía alguna porque el resto de los personajes —e incluso el protagonista, hasta cierto punto— son patéticas figuras de cartón cuyo único objetivo es cumplir su papel en la narración sin mostrar el más mínimo rasgo de humanidad. Ninguno tiene los ojos de ningún color, ninguno viste de un modo especial. Ninguno es ateo ni judío ni blanco ni morado ni vegetariano ni australiano ni nada. Son sólo Laura, Lorena, Papá, Mamá y así, pero ninguno representa nada ni exhibe ideologías propias. Sólo dicen sus líneas y se van.

Bueno, exagero, sí hay un personaje que representa la esperanza. Me gustaría decirles que descifré esto leyendo entre líneas, pero no; el pedazo de tronco podrido que es Dílvar como escritor le puso Esperanza de nombre al personaje. Así de obvio, así de falaz.

Pero eso no es lo verdaderamente preocupante sobre El esclavo, porque malas novelas hay muchas. Lo preocupante es que el mensaje de la novela, es mensaje que le ha “cambiado la vida” a tantos, se acerca muchísimo al elogio de la mediocridad y la imbecilidad. Por momentos incluso parece un comercial de Soma que le pondría los pelos de punta a Huxley:

Desde este punto de vista, las cosas de mi vida toman su verdadero valor. Desde aquí, me doy cuenta de que lo importante en la vida no son los logros ni las metas, no lo es tampoco acumular riquezas ni conocimientos, ni probarle al mundo nuestra valía; lo realmente importante es estar con los seres que amamos, los besos, los abrazos, las caricias, las risas, el compartir, el amor por otros: eso es lo que debemos acumular.

Así es, amigos, a la mierda con eso de las metas, de los logros. ¿Probar tu valía? ¿Acumular conocimiento? ¡Ándate a tomar por culo con eso! Aquí lo que importa es andar por la vida con una sonrisa imbécil en los labios, recibiendo el néctar de los besos de tus seres queridos —seres grises y faltos de personalidad propia, que te aman a pesar de que tu guía espiritual te ha inculcado que “no debes sentirte responsable por los sentimientos de nadie” y que si tú les haces algo malo a ellos eso se considera simplemente “un error de juicio”. Es decir, este libro prácticamente te da licencia para ser un hijo de perra en el nombre de tu felicidad interior. Y bueno, una novela bien hecha estructurada sobre ese eje incluso podría convertirse en una sátira deliciosa, pero Dílvar es pesado en sus simbolismos, torpe en su prosa, acartonado en su caracterización y vergonzoso en su ortografía. El tipo no sabe escribir de acuerdo a ningún rasero cultural colectivo que valga.

A mí este libro no me cambió la vida, pero si me dio un buen susto. Saber que hay miles, millones de almas perdidas deambulando por mi país quienes consideran que esto es literatura, que esto es cultura, que esto les va a ayudar para algo que no sea perpetuar el egoísmo y la anestesia mental en que viven, me da un miedo inmenso. Hay quienes dicen que reseñar esta clase de libros es inútil, y quizá en la escala macro de las cosas tengan razón puesto que yo no cuento con la autoridad y/o la difusión para pelear con la mercadotecnia de Dílvar, pero carajo, me conformo con que esta reseña sirva para algo en la escala micro: ustedes 20, 50, 100 que leen esta reseña, no lean esta cosa, y si la leen no se dejen llevar por la palabrería pseudo-iluminadora del autor. Recuerden su Orwell, recuerden su Tolstoi, recuerden a esos autores que les han enseñado algo de la vida mediante verdaderas novelas. Y recuerden sus propias vidas, y como nadie en ellas es una masa gris sin personalidad dispuesta a ser movida por ti en el tablerito de ajedrez cósmico. La vida no es tan fácil. Si lo hacen estarán bien. Si lo hacen no serán esclavos de este legajo de paginillas desabridas y su gran treta, su gran engaño.

3 comentarios:

  1. Oíga pues me ha gustado, sobre todo lo de la polifonía, es decir, la ausencia de la misma en el libro que comenta (no escribo el título no vaya a ser que se me quede y un día, habiendo olvidado ya esta reseña, entre en una librería, lo vea en uno de sus estantes y por inercia mental me lo lleve a casa) Siguiendo la filosofía del autor (tampoco lo escribo, por lo mismo) creo haber aprendido algo: la vida es demasiado corta como para desperdiciarla leyendo tonterías, así que no lo voy a leer.
    Gracias por el aviso;-)

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  2. Gracias por el consejo... no he leído esta obra, pero he escuchado (por ahí, en los callejones) de ella. Pues bien... no es de extrañarse que en estos tiempos la gente se abrace a cualquier cosa que les diga que no tienen que esforzarse por nada porque son perfectos del modo que son. Parece sacado de Brave New World!

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  3. Gracias, soy enfermera y quería leer el libro, ahora se que esperar de el ;)

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