- Primera edición: 2016
- ¿Autoayuda?
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A la hora de los cumpleaños o fechas importantes nadie
sabe qué regalar, usualmente pensamos en miles de cosas y al final terminamos
dando cualquier estupidez que encontramos por ahí (como este libro, LOL).
En
uno de sus ensayos más célebres, “Politics and the English Language”, George
Orwell expone lo que podríamos llamar una teoría del lenguaje vivo y el
lenguaje muerto, y de cómo la elección que todo escritor debe tomar entre ambos
podría decidir la supervivencia temporal de su obra. En opinión del autor de 1984, los pasajes modernos de mala
escritura por lo general comparten dos cualidades: “la primera es el uso de imágenes
caducas y la otra es la falta de precisión. O el escritor tiene un significado
que no es capaz de expresar, o bien dice algo diferente sin querer, o hasta
parece casi indiferente ante el prospecto de que sus palabras tengan, o no
tengan, significado.” Dicho de otro modo, uno de los peores vicios de la
escritura moderna es la adopción
indiscriminada, sin criterio, de frases hechas y clichés ya usados miles de
veces, los cuales por consecuencia han perdido su capacidad de impacto y de
significado. La escritura, dice Orwell, está muerta cuando su presencia no le
causa escozor a nadie, puesto que sus palabras no son concretas, no son fuertes
y ya están tan trilladas que cualquier reacción que alguna vez hubieran podido
causar se reduce ahora a la risa o al aburrimiento. Consideren, por ejemplo, la
convención de iniciar novelas con oraciones del tipo “Era una noche oscura y
tormentosa…”, o bien el estilo de tantos articulistas académicos para quienes una
mancha en el suelo es más bien “una conglomeración molecular con efectos
estéticos adversos sobre una superficie de tránsito peatonal doméstico”. La escritura
está muerta, en fin, cuando comunica más sobre la falta de creatividad del
autor que sobre el mensaje mismo.
Ahora,
el ensayo de Orwell, como indica su nombre, se centra en la escritura de prosa
sobre asuntos políticos y sociales. Es decir, sobre textos retóricos: uno presenta una posición acerca de un problema y busca que
el lector se convenza de que uno está en lo correcto. Esta reseña, por ejemplo,
es ciertamente retórica en tanto que presenta un argumento en contra de que
ustedes vayan y desperdicien 200 pesos en un “libro” (más bien una libreta de
apuntes o una revista venida a más) completamente inútil. Con base en esto se
podría decir que todo el género de la autoayuda es retórico, puesto que busca
cambiar o mejorar algo en el lector, y que por lo tanto es susceptible a ser juzgado con
el rasero de Orwell. Y así llegamos a ese “libro” completamente inútil: #Chupaelperro: uno que otro
consejo para que no te pase lo que a un amigo, título a cargo
del chileno Germán Garmendia, mejor conocido en Youtube como HolaSoyGermán. El youtuber más influyente de habla
hispana, ni más ni menos. ¿Importa algo que lo sea? Sí, yo diría que sí: esta es una obra evidentemente creada por los poderes del marketing y apoyada al 110%
en el simple peso del nombre de su autor, pues no hay manera de que un donnadie
se presente en una editorial con este mismo libro bajo el brazo y salga con un
contrato para su publicación —incluso dentro de un género tan dudoso
como la autoayuda—. Este libro, por sí solo, no vale nada. Y este juicio no es
nada personal (de hecho, creo que es un libro bien intencionado y por eso le
puse más de una estrella), simplemente es un texto completamente muerto
desde la semilla, construido bloque por bloque con clichés y lugares comunes
que ya sonaban infinitamente viejos en 1990, cuando Garmendia nació, y que me
hacen cuestionarme con seriedad si las nuevas tecnologías que tanto cacareamos
en verdad le sirven de algo a la gran mayoría. Digo: al final parece ser que, Youtube
o no Youtube, smartphone o no smartphone, la gente piensa, dice y
reproduce la misma fregadera.
No me considero un gurú ni un sabio o qué sé yo,
pero podríamos decir que este es un libro para ayudarte, no con cosas místicas
internas ni nada por el estilo, sino con cosas que pasan día a día en nuestra
vida, como la tecnología, tus amigos, enamorarse, etc.
[Porque
el amor y la amistad no son cosas internas, ¿verdad? Y aparte no tienen nada de
místicas, son tan comunes y fáciles de examinar como un tomate.]
Primero
que nada, déjenme aclarar que he tratado de juzgar al libro aisladamente, como
una obra conclusa en sí misma. Esto no se puede lograr del todo, ya que las
alusiones de Germán a su canal de Youtube son frecuentes, si bien no excesivas e incluso, he de decirlo, parecen puntos de conversación naturales y
no comerciales de autopromoción forzados. (Aunque, por supuesto, hay detalles que echan
las cosas a perder, como el hecho de que el texto comience más o menos así: “Tomemos
el momento para apreciar que escribí un libro, ¡YUJUU!”. O sea, la gente que no
ha visto los videos de Germán queda excluida del demográfico del libro desde la
primera oración, pues no van a saber por qué carajos deben celebrarle a un tipo
que haya logrado escribir algo). Yo nunca he sido un consumidor del
entretenimiento llevado a cabo por Germán en Youtube; el único video suyo
que he visto es uno donde promociona el lanzamiento del libro y se lo
vende a su audiencia como —palabras más, palabras menos— una oportunidad de
estar más cerca y de ser una parte más íntima de su círculo, lo cual me pareció
barato y aprovechado. También me dolió la cabeza por su adopción de un personaje
estridente e hiperactivo acompañado de innecesarios y múltiples cortes de
cámara, al son de 1 cada 3 segundos aprox. No he vuelto a visitar su canal
puesto que, por lo general, no me agrada que entes epilépticos y pseudoadolescentes me griten “chistes”
en la cara, pero esto no se trata de aquello.
El
tono del libro es mucho más contenido. Parte de ello es simplemente el medio: en
un libro no puedes hacer cortes de cámara ni gritar. Parte de ello es también la muerte
comunicativa orwelliana de la que les hablaba en los primeros párrafos. A lo
largo de 180 páginas en mi edición electrónica, Germán ofrece una multitud de
consejos que se conjuntan para una admirable cantidad de CERO cosas que ustedes no hayan oído antes. ¿No me creen? Aquí está
el índice:
Y
no crean que es un índice mentiroso o que no refleja fielmente el contenido.
Las joyas de sabiduría con las que Germán busca “ayudar” a lo largo del libro
incluyen pensamientos tan agudos como “llegar a una escuela nueva es bueno
porque haces nuevos amiguitos”, “tus papás te quieren mucho y hacen las cosas
por tu bien”, “no le hagas caso a la crítica destructiva [¿Que cómo se
distingue ésta de la constructiva? No, pues quién sabe…]”, “No dejes que la
tecnología controle tu vida (pero NUNCA dejes a un amigo en visto en WhatsApp y, por cierto, no se pierdan mis videos)” y, por supuesto, “¡SÉ TÚ
MISMO! (digo, no tengo idea de quién eres, pero eres mi fan y me das dinero,
así que seguro eres maravilloso)”. En fin, si ustedes crecieron bajo una roca y
nunca tuvieron padres, ni tíos, ni prendieron la televisión, ni hojearon Eres niños, lean este libro: serán los
únicos que no se lo sepan ya de memoria. Para el resto de ustedes, esta cosa es
peor que una bolsa de abono: también apesta y es reciclada, pero al menos con
el abono se puede hacer un jardín.
Hay
un pasaje del libro en el que Garmendia, como un cavernícola que choca dos
piedras y hace saltar una chispa, llega a estar cerca de hacer algo literario.
Es el capítulo “Adopta una mascota”,
donde dice: “en vez de darte el sermón de una hora de algún cura, simplemente
te contaré una de mis historias y tú decidirás si la tomas o la dejas”. Y para
mi sorpresa, ¡eso hace! Les juro que casi me paré a aplaudir. Las seis o siete
páginas que componen esta historia son, además de sus aparentes buenas
intenciones, la única razón de que no haya calificado a este libro con una sola
estrella o un N/A. Este pasaje está más o menos en el primer cuarto del libro,
pero desgraciadamente lo único que hizo fue darme falsas esperanzas. Para mi
gran decepción, es el único punto en el que Garmendia parece devenir
persona, transformarse en un cuerpo real que puede contar algo en un formato
que no sea la listita tipo Buzzfeed, el chistorete o el parrafito comprimido (como mandado a
hacer para que la gente lo comparta en Facebook). Tengo que asumir lo peor:
sospecho que la radical diferencia entre este capítulo y los demás deriva de
que el tema de las mascotas es el único en el que Garmendia se atrevió a ser
por completo sincero, el único tema que de verdad es tan cercano a él que no
pudo evitar compartir algo suyo aunque significara sacrificar temporalmente el
formato revistoide del libro. Tampoco crean que está muy bien escrito ni nada,
pero es una historia real contada como una historia real, y eso se agradece.
Infortunadamente, no hay mucho más que resulte agradecible o siquiera útil en
estas páginas… a menos, tal vez, que uno usara las fotos del autor que vienen
al final para jugar dardos.
Otro
punto curioso del libro es que no comprendo muy bien a qué sector del público
se dirige. Todos los consejos que incluye ya están tan gastados que, como les
dije, bien podrían haber salido de una revista infantil de 1999 o de una fábula
malhecha, pero cada 5 o 6 páginas Garmendia inserta una grosería o alguna cosa “locochona”
—como el hashtag #TuMamáEnTanga— en
un aparente esfuerzo por dar al libro un tono “picante” más apropiado para
adolescentes tardíos. Una parte del libro que habla de escaparse en un viaje
con la pareja también parece confirmar esto, dado que si alguien se escapa con
la pareja a los 14 años, la mamá sale llorando en la tele y le habla a Locatel.
Pero esos adolescentes tardíos, ¿acaso no están ya hartos de escuchar “Sé tú
mismo” y cosas por el estilo? ¿Vivimos en un mundo donde la gente de 18 o 19
años es tan infantil como para pensar que eso es una pieza nueva de sabiduría?
O peor aún, ¿vivimos en un mundo donde la gente de 18 o 19 años por lo general
sabe que eso no es una pieza nueva de sabiduría, pero está dispuesta a consumirla de todos modos porque viene auspiciada
por el nombre de un tipo chistoso que ven en internet? ¿Quién lee este libro y
qué cree que está haciendo cuando lo lee? En fin.
En
el ensayo de George Orwell del que les hablaba al principio también hay una
sentencia que reza: “si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje
también puede corromper el pensamiento”. Esto es decir que, si la comunidad no
hace nada por arreglar sus vicios lingüísticos (y la verdad es que, desde
tiempos de Orwell, no lo ha hecho), al paso del tiempo irá surgiendo gente que ha
sido criada dentro de la atmósfera viciada y ya no sabe respirar aire puro. También
cuenta sobre un autor que le mandó uno de sus artículos sobre las condiciones
en Alemania durante la época inmediatamente posterior a la Segunda Guerra
Mundial, diciéndole que se sintió “obligado a escribirlo” por razones morales.
Sin embargo, dice Orwell, a pesar de ese sentido de obligación moral, el estilo
del texto sigue siendo terrible, viciado y muerto.
No pretendo comparar el trabajo de un autor que buscaba describir conflictos
humanitarios posteriores a la Segunda Guerra con el de Garmendia, que
claramente escribió esto por encargo y por dinero; sin embargo, creo que el
hecho de que su texto sea tan bobo y cliché también tiene mucho que ver con esa costumbre de repetir lo ya oído y con la gran
limitación en el lenguaje cotidiano de la mayoría de la población moderna, limitación que resulta
mucho más preocupante en las nuevas generaciones (el público de Germán) dado
que han tenido acceso a tecnologías con las que anteriormente sólo se podía
soñar, las cuales deberían suponer una apertura informativa, cultural y lingüística nunca
antes vista. Al menos eso nos venden los medios, pero eso es una historia para
otro momento.[1] Aquí hay dos posibilidades. Una es que Germán sea una persona
honesta, pero boba y cliché, a quien terceros le encargaron escribir un libro
para ganar dinero, lo cual él vio como oportunidad para “ayudar” a su audiencia
de adolescentes. La otra posibilidad, claro, es que Germán sea una persona más
astuta: una persona que sabe perfectamente que está vendiendo carretadas de basura,
pero que también sabe que su audiencia está perfectamente condicionada para
consumir eso y nada más. En todo caso, el carácter de Garmendia es lo de menos,
pues en ambos escenarios hay alguien que está consciente del
poder y la amplitud de la estupidez colectiva y la está aprovechando, ya sea él mismo o alguna cara anónima de la industria editorial. O ambos.
Hay
alguien
que se ríe de nosotros —o bueno, de jóvenes más ingenuos que nosotros— mientras
saca su dinero del banco. Y luego nos dicen que por qué reseñamos libros malos,
que no sirve para nada. No, quizá no sirva para nada inmediata o
pragmáticamente, pero al menos —cual epitafio burlón— dejará testimonio ante el
futuro de que los bufones que perpetúan la ignorancia en medios de comunicación tanto viejos como nuevos no nos vieron la cara a todos. De que algunos de nosotros todavía
sabemos respirar aire puro. Ojalá.
[1] En específico, para cuando les hable sobre un libro llamado The Net Delusion, de Evgeni Morozov. Ya veremos cuándo.
Ni porque me pagaran leería ese libro, que valor de hacerlo pero entiendo el propósito. Quizá tenga algún parecido con el que saco Jordi Rosado hace unos 8 años, estaba en prepa y recuerdo que algunas compañeras lo leían, me lo prestaron y no era más que una recopilación de "consejos' que todas las revistas rosas dan, incluso algunos de "H", pero obvio con el lenguaje que emplea Rosado. El tal Germán es un tipo de mas de 23 dando consejos bobos, no adolescentes tardíos, a pubertos diría yo. Quizá haga una comparación tonta pero es lo más cercano que se me ocurre. Tengo un vecinito de 13 años, de plano no entro a primer año de secundaria porque le dijeron a la mamá que era muy Teto y lo iban a bulear, ese chico aún se pone a jugar con peques de 6 y 8 años a guerritas, su conversación se basa en Halo, CoD, Minecraft, grabar vídeos como Germán, y claro dando consejos a una vecinita de su edad diciendole que si tiene novio ya tiene que coshar con el. El chico, dice por cada oración más groserías que otra cosa, le escuché alguna vez contar una anécdota a otro niño diciendole que los niños tales son unos pendejos porque la abuela muy puta les pide que hagan algo y lo hacen. La verdad es que trato de entenderlo pero simplemente no, es el niño que no ha madurado en laaneea de relacionarse con los demás, esta demasiado bombardeado por todo lo que puede accesar en internet, demasiado tiempo libre que no ocupa más que en quererse hacer el chido y humillar a los pequeños. Para ese tipo de chicos es quizá el libro ese del tal Germán, no creo que para adolecentes, al menos me he topado con muchos cuya espectativa del internet es una herramienta no un modo de vida ni mucho menos el consejero adecuado. Basta con ver la foto en la que los chavitos hacían fila para que Germán les firmará el libro. Tengo amigos con mejores anécdotas de infancia, pero no son Germán y jamás les publicaría, que va ser de los chicos si un bufón como el les da consejos sobre cómo ser en esa etapa de la vida. Recordé el artículo que leí sobre el libro que le publicaron a Yuya, h que en sí ese ni siquiera trata de plasmar la vida de la.chica o consejos, sólo habla sobre cómo maquillarte y consejos de ese tipo osea que realmente espacio de otro tipo no está ocupando, al final ha sido una chica inteligente en eso de manejar la red y sacarle el mayor provecho$$$. Los libros para chicos y pubertos ahora son, el Diario de Greg, Germán, Jordi, Yuya, son los más vendidos. Como en esta era de tecnología habiendo tantas cosas unos se conforman con consumir tanta basura.
ResponderEliminar¿Y sabes que es lo más triste del libro de Yuya? Que cuando lo presentó en la FIL de Guadalajara de 2014, fue el día que más lleno estuvo el lugar, sólo por la fila de pubertas que querían el autógrafo de una tipa que da tips de maquillaje por Internet.
EliminarCreo que, ante el optimismo naciente de finales del siglo pasado por el gran desarrollo tecnológico (específicamente el de las computadoras como nuevos medios de comunicación e interacción social), se ha erigido el muro del aquí y el ahora, que nos muestra que aún en posesión de una poderosa fuente de conocimiento como lo es el internet, la gente prefiere el entretenimiento barato, repetitivo y embrutecedor que ofrece el youtuber estándar. Quizá no estamos listos para tanto poder, quizá como Germán, seguimos siendo adolescentes caprichosos en cuerpos de adultos.
ResponderEliminarQué refrescante leer esto. Sí, hay que reseñar libros malos, y no sólo para dejar constancia. Quizás, sólo quizás, algo más surja.
ResponderEliminarTe faltó lo más importante (aunque tampoco es que hable en serio): ¿Qué cuernos significa #chupaelperro?
ResponderEliminarChupa el perro, es un termino chileno derivado de otro, que es chupa el pico el cual significa la aplicacion de sexo oral del receptor al emisor de dicho mensaje.
Eliminarpara poder entenderlo tendrías que ser fan de German Garmendia en youtube. Y no, no tiene que ver con chuparle el pene a nadie, Mr Unknown.
EliminarExcelente análisis. Me encantaron los comentarios ludicos que hiciste de varias de sus ideas alrededor del texto!
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