-L’œuvre au
noir
-Primera edición: 1968
-Novela
Más allá de aquel pueblo, hay
otros pueblo; más allá de aquella abadía, otras abadías; más allá de esta
fortaleza, otras fortalezas. Y en cada uno de esos castillos de ideas, de esas
chozas de opiniones superpuestas a las chozas de madera y a los castillos de
piedra, la vida aprisiona a los locos y abre un boquete para que escapen los
sabios…. ¿Quién puede ser tan insensato para morir sin haber dado, por lo
menos, una vuelta a su cárcel?
En sus cincuenta y ocho años de vida, el arquitecto italiano
Giovanni Battista Piranesi realizó alrededor de dos mil grabados de edificios y
paisajes reales e imaginarios para los cuales no nos alcanza la vista. Uno bien
podría pasar el día observando una sola de sus obras sólo para descubrir a la
mañana siguiente que ha pasado por alto un detalle que conduce a otro espacio:
una ventana entreabierta que vulnera alguna intimidad, una cadena que sube por
un pilar y nos hace notar un intrincado bajorrelieve, una escalera que conduce
a otra y otra y otra más. Entre sus trabajos destacan Le Carceri d'Invenzione (Las prisiones
imaginarias), serie de dieciséis grabados donde transformó las ruinas romanas
en calabozos, túneles, abismos y escalinatas que no van a ninguna parte y que
ponen a prueba la entereza mental de quien los observa. Se preguntaran qué vela
carga el italiano en este entierro llamado reseña, y la verdad es que una más
bien grade: según Georgia Hooks, Yourcenar estudió la técnica y composición de
la obra de Piranesi por más de dos décadas, y es en Opus Nigrum donde
finalmente puso en práctica todo lo aprendido durante su larga observación. El
laberinto demencial se construye esta vez con capas de filosofía, historia,
alquimia, medicina y teología que pueden despistar fácilmente al lector.
¿Qué se esconde bajo toda esa aparatosa maquinaria?, ¿cuál es el
propósito de la historia?, ¿en qué deberíamos concentrarnos? Hooks nos indica, con bastante razón, que no existe una respuesta correcta para tales
preguntas porque justamente el engaño tramposo es que éstas no deberían
existir. Tras cientos de detalles e imágenes que recorren la obra se esconde
una escena primordial que desencadenada todo: la de un simple hombre batallando
contra su época. Pensado así, Opus Nigrum es un pretexto para
recargar de sentidos ocultos y reflexiones sin conclusión una obra de arte que
nunca se acaba de construir: el ser humano. Nuestra vista se debe fijar no
tanto en la secuencia histórica que nos ofrece la autora, sino en la
transformación alquímica que sufre un individuo llamado Zenón, la cual está
estrechamente relacionada con su época pero no es exclusiva de la misma. Puede
que sea en esta novela donde Yourcenar despliega de la manera más magistral su
conocimiento (y entendimiento) histórico al retratar la esfera pública durante
el periodo de transición entre la Edad Media y el Renacimiento —el mundo
habitado por Zenón y su familia se encuentra en un dramático problema religioso
con la Reforma Protestante, así como una ola de violencia proveniente del
conflicto entre Francia y España—, pero
también es aquí donde mejor expone el abismo que es el hombre en su
esfera privada: la mente atrapada por la prisión del cuerpo, obstruida por la
perspectiva y la subjetividad; el alivio y la condena de la introspección; la
infelicidad y pureza del ser sin patria ni nacionalidad; la putrefacción y el
consuelo de no contar con nadie más que uno mismo.
Casi le parecía haber insultado a
las infinitas posibilidades de la existencia renunciando tan largamente al
ancho mundo. La trayectoria del espíritu, abriéndose un camino en el envés de
las cosas, conducía con toda seguridad a unas profundidades sublimes, pero
hacía imposible el ejercicio de existir.
En un primer momento, Opus
Nigrum puede considerarse una novela de aprendizaje, también conocida como Bildungsroman. En ella somos testigos de
la transición de la juventud a la vida adulta del médico y alquimista Zenón,
ubicada en Flandes entre 1510 y 1569. Etiquetarla de esta manera tiene sus
ventajas pero también sus riesgos: por un lado, cabe recordar que este tipo de
novelas tuvo su inicio más claro durante el Renacimiento, justamente, y podría
equipararse el viaje físico y mental de Zenón con el crecimiento de la propia
historia humana al avanzar de una etapa histórica sumamente supersticiosa (casi
infantil) a otra donde existe mayor consciencia del hombre y su relación
natural con el mundo (casi adulta). Por otra parte, el género tiene una relación
estrecha con la palabra juventud, y en ese sentido es difícil pensar en Zenón
como un joven, pues aunque su viaje inicia cuando apenas tiene veinte años su
actitud y palabras siempre son las de alguien mucho mayor. La categoría también
se complica un poco al momento de pensar en el desarrollo total de la narración:
las novelas de crecimiento suelen detenerse cuando el protagonista ya ha
enfrentado sus batallas y vuelve a casa para hacer un uso espectacular de su
recién adquirido conocimiento en pos del bien común —desterrar a un tirano,
asesinar a un dragón, detener un desastre—, pero en el caso de Zenón, su
regreso a Flandes sólo puede entenderse como derrota; el conocimiento
adquirido, como una sentencia de muerte.
Es precisamente el regreso a casa el que termina con la
ilusión del tranquilo Bildungsroman y
nos echa en cara que los crecimientos personales no sirven de nada si no le son
útiles o cómodos a la esfera social que los rodea. Concluida la primera parte
del libro, “La vida errante”, Zenón ya ha pasado por la Facultad de Medicina de
París, ha servido como médico de la peste, ha navegado el mar Nórdico, ha
desarrollado importantes investigaciones sobre el cuerpo humano y su nombre ya
es leyenda por todo el continente, pero nada de esto le es útil o glorioso a su
vuelta en Brujas por el simple hecho de que no hay tirano que desterrar, dragón
que asesinar o desastre que detener. El crecimiento de Zenón fue puramente intelectual
y metafísico, sus habilidades son abstractas y, hasta cierto punto, narcisistas,
pues la introspección no le sirve a nadie más que a él. Se pensaría que sus
conocimientos médicos podrían serle útiles a una zona recién consumida por la
peste, pero lo cierto es que nos encontramos en una época donde la medicina y
sus practicantes tenían constantes roces con la iglesia. Tenemos entonces a un
héroe que vuelve a casa sin ser heroico a pesar de sus hazañas (o por culpa de
las mismas) y dos tercios del libro aun nos esperan. Tomando un nombre falso y curando enfermos de
la clase baja, Zenón entra a una nueva etapa donde la peregrinación y el
perfeccionamiento propio que caracterizaron su Bildungsroman
son sustituidos por el encierro y la rutina aletargante de un hospicio en
Brujas. Titulada “La vida inmóvil”, Yourcenar nos presenta con la
revolucionaria idea de que todavía queda vida por vivir después de la juventud y de los muchos
descubrimientos que se hacen en ella, una vida más bien larga y posiblemente
aburrida donde el potencial máximo parece cada vez más inalcanzable y las
expectativas menos prometedoras. Curiosamente, el mercenario Henri-Maximilien,
quien inicia su viaje de descubrimiento y exploración al mismo tiempo que Zenón,
no regresa nunca a la vida inmóvil de su natal Brujas, a pesar de haber
desarrollado conocimientos que pudieron serle útiles a una ciudad atrapada
entre fuegos cruzados y tampoco concluye su propio camino de conocimientos, pues
su Blasón del cuerpo femenino termina
en el fondo de un foso.
Si bien Zenón sigue desarrollando su conocimiento del mundo
a pesar de su alejamiento de la urbe intelectual, sus propias reflexiones lo
conducen una y otra vez hacia la misma conclusión: su agobio no viene de la
rutina ni de su encierro autoinfligido, sino de la propia condición humana; no
le es posible liberar su mente de la percepción. A pesar de intentar ejercer
una doctrina estoica de la ley natural, el universo en su conjunto y el
conocimiento sobre él se le escapan debido a lo limitado de sus herramientas. Hay
un abismo que lo condena a la repetición y que en sus infinitas curvas lo
acerca y aleja del conocimiento que anhela. Irónicamente, esta angustiosa barrera de los
propios sentidos orilla a Zenón a recluirse cada vez más, a habitar espacios
más y más pequeños. Cabe resaltar que en Opus
Nigrum, el espacio físico que ocupan los personajes es de vital
importancia, pues sirve como metáfora de las condiciones mentales de quienes lo
habitan. No es coincidencia que el último capítulo se titule “La prisión” y la
última escena transcurra en una celda, tampoco son adventicios los lugares donde, poco a poco, han ido
sucumbiendo o elevándose los familiares de Zenón: algunos consumidos por la
locura de una revuelta religiosa en Münster, otros disfrutando de las ganancias
que producen los negocios en Forestel. Las diferentes historias que cuenta la
novela hacen parte de los demenciales laberintos que inspiró Piranesi y todas
ellas coinciden con la de Zenón: mujeres y hombres enfrentados a su época,
viviendo el abandono de un mundo cuya ley religiosa está decayendo debido a la
Reforma y en donde aún no se ha fraguado una nueva brújula que le dé sentido a
la vida. Todos ellos se enfrentan a alguna clase de encierro, pero es Zenón el
único que escapa de él por su propia voluntad, el último sonido del que somos
parte es el de un chirrido y el ruido estridente de una puerta que se abre: la
sustancia ya se ha separado y disuelto, y al librarse de las ataduras de su
cuerpo, Zenón trasciende hacia un plano que no logramos ver en aquella grandiosa
pintura.
Era natural que una visión del
problema que se alejaba de las toscas evidencias del sentido común desagradara
al vulgo: sin ir más lejos, Zenón sabía por sí mismo cómo la noción de una
tierra que se mueve rompe las costumbres que cada uno de nosotros adopta para
vivir; él se había embriagado de pertenecer a un mundo que ya no se limitaba a
la covacha humana; a la mayoría, aquel ensanchamiento le producía náuseas.
Nota:
Durante la realización de esta reseña hice una pequeña investigación que puede
llegar a ser útil para comprender mejor los orígenes históricos del personaje
de Zenón y el contexto en el que se desarrolla la historia. Aunque insisto en
que el tema de la novela no son ni la historia ni la ideología, y que todo el
caos histórico es un mecanismo que sirve a la trama de Zenón, creo que hay
cosas que vale la pena saber sólo para alimentar la curiosidad. Dentro de la reseña ya hay algunas ligas
que pueden resultar de interés, pero aquí dejo algunos datos resumidos:
-En
el tiempo en que transcurre la novela ocurren tres hechos históricos
importantes: la Reforma Protestante, la Contrarreforma y el Concilio de Trento (que puede verse como máxima expresión de ésta última).
-Zenón
(1510-1569) está inspirado en la vida y obra de varios personajes históricos de
la época como Leonardo Da Vinci (1452-1519), Paracelso (1493-1541), Étienne
Dolet (1509-1546), Miguel Servet (1509-1553), Andrés Versalio (1514-1564),
Giordano Bruno (1548-1600) y Tomaso Campanella (1568-1639). Si tuviera que
señalar quiénes tienen mayor relevancia para la historia, apuntaría a Servet y a Bruno. Al primero no sólo le debemos su investigación sobre la circulación
pulmonar, sino un extenso trabajo teológico que puso sobre la mesa que el dogma
de la Trinidad carece de bases bíblicas al no encontrarse en las escrituras.
Fue acusado de herejía y murió en la hoguera, su juicio y muerte se consideran
el arranque de la discusión que concluiría en el reconocimiento de la libertad
de expresión y pensamiento. Por su parte, Giordano Bruno expuso que el universo
habría de contener un infinito número de mundos habitados por animales y seres
inteligentes, esta misma idea es retomada por Zenón durante su juicio y es una de
las principales razones para su encarcelamiento. Bruno fue acusado de herejía y
al igual que Zenón se negó categóricamente a renunciar a sus teorías, aun
cuando esto pudo haberle salvado la vida. En el caso de Dolet, éste de hecho
aparece en la novela como editor e impresor del libro de Zenón y otros muchos
autores prohibidos.
-Zenón
comparte su nombre y parte de su estilo de vida con el filósofo Zenón de Citio
(circa. 30 a.c), fundador del estoicismo. Zenón de Citio creía en alcanzar la libertad y
la tranquilidad siendo ajeno a las comodidades materiales y la fortuna externa,
dedicándose a una vida regida por los principios de la razón y la virtud. La
veneración al logos puede encontrarse dentro de la novela en la visita que el Zenón de Yourcenar realiza al bosque y donde comparte la noche con una familia “salvaje”.
-La historia que se cuenta sobre Münster, y que
involucra a Hilzonde y a su hija, se conoce como “La revuelta de Münster” y el
sistema económico y político adoptado por este movimiento se considera una forma de
protosocialismo. Todos los líderes mencionados en la novela están basados en
personas reales que sucumbieron a la locura colectiva entre 1534 y 1535. Las jaulas de los líderes aún pueden verse colgadas en la torre de la Iglesia de
San Lamberto.
-Al principio de la novela se menciona que
Henri-Maximilien no sabe si enlistarse“en las tropas del Emperador o en las del
Rey de Francia” y tras lanzar una moneda “el Emperador perdió”. Esto hace
referencia al conflicto que se vivía entre España y Francia entre 1521 y 1526,
y que hace parte de las Guerras italianas: tras la muerte de Maximiliano I de
Habsburgo, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Carlos I de España fue
designado como su sucesor, formando un estado que ocupaba casi la mitad del
territorio europeo; él es el ya mencionado Emperador. Francisco I de Francia,
que había optado a la sucesión del imperio de Maximiliano, aprovechó la
invasión española de Navarra para comenzar una guerra contra España; él es el
Rey. las tropas francesas marcharon hacia Italia con el intento de desalojar a
Carlos I de Nápoles.
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ResponderEliminarMás contenido, por favor :(
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