viernes, 13 de enero de 2012

Kafka en la orilla


  • Umibe No Kafuka/Kafka on the Shore 
  • Haruki Murakami [Japón] 
  • Primera Edición: 2002 
  • Novela


Comenzar a escribir sobre literatura es difícil. Se antoja navegar un océano infinito, pletórico de palabras, contextos y emociones. Se antoja, llanamente, inacabable. Para enfrentarse a tal ingente viaje es necesario contar con la canoa adecuada. Cada persona forma su criterio literario y cultural basándose en algunos pilares fundamentales. El primer cuadro que impacta a un pintor, la melodía que la abuela solía cantarle al músico. Apoyándonos en el amor que sentimos por tales piezas, el cual nos lleva a darles un carácter canónico, podemos avanzar y aventurarnos por horizontes desconocidos del arte. Horizontes que pueden agradarnos más o menos que el lugar donde comenzamos, pero que siempre son más vastos, y dan a nuestros ojos nuevos tintes de color.

En palabras de Fito Paez, era yo un pibe triste y encantado. Creía ya tener un relativo agarre sobre mi personalidad (o a lo que le daba ese nombre), y por supuesto creía contar ya con una vista avanzada de la literatura. No es que lo haya leído todo ni mucho menos. Simplemente sentía que había leído lo suficiente para tener opiniones menos fervientes e inmediatas, más asemejadas a las diatribas académicas que profieren los críticos de los periódicos y que suenan tan bien. Uno crece, y va perdiendo la capacidad de asombro; o eso es lo que uno cree. Fue una visita rara y fugaz al supermercado, y la buena suerte de traer el dinero exacto en el bolsillo. El autor simplemente me sonaba; el título me era un enigma suculento, y la portada destellaba seductoramente con un par de ojos felinos. Comenzar a escribir sobre literatura es difícil. Por ello tengo que hacerlo desde un lugar que sienta como un hogar —desde un libro que ame.

Cuando tú estás en el borde del mundo
Yo estoy en el cráter de un volcán muerto

¿Qué hay en las palabras de éste libro que lo magnetizan? No es un libro pequeño; rebasa las 700 páginas, y sin embargo se lee con el deleite y facilidad de un cuento. Pocas veces en mi vida, tres a lo mucho, había sentido tal proclividad por quedarme estático leyendo aunque hubiera algo más importante que hacer. No, proclividad es una palabra muy grande para un sentimiento tan simple y tan delicioso. La apropiada es antojo. La trama que comienza de una manera modesta se va enlazando cual enredadera, en un perfecto juego de metafísica, absurdo y fantasía. Esa es una de las claves del libro, y del imaginario de Murakami en general. La imaginación que plasma es descarada, transgresora. Al leer este libro uno recuerda que para ser exitoso literariamente no es necesario ser pesado, ni siquiera serio. Un autor que crea personajes como Kafka, Nakata u Oshima es un buen autor. Uno que los hace interactuar con gatos parlanchines y entes espirituales en la forma física del Coronel Sanders (si, el del pollo) sin perder un ápice de impacto intelectual y emocional, es un autor grande.

Los dos soldados se detienen, se vuelven y me miran a la cara. No dicen nada. Pero sus ojos me transmiten un mensaje mudo. Éste es el lugar, tú vas a entrar en él. Yo también me detengo y contemplo ese mundo.

A pesar de la aclamación que Murakami recibe por parte del público general, la elite literaria se ha empeñado en menospreciar su obra, llamándolo un autor de moda. No niego que esté de moda, y no niego que sus libros —especialmente Norwegian Wood —se han convertido en un emblema para la clase de gente equivocada; la clase de gente que se sienta en cafeterías por horas, con un gorrito de nieve en verano. Sin embargo sostengo que esa moda es totalmente merecida, y no parece ser fiebre pasajera. Me veo perfectamente sacando éste ejemplar del librero en veinte años, y hojeándolo con el cariño que se tiene por una fotografía de la infancia. No sé por qué lares corra la literatura posmoderna en esos años, y ni siquiera me importa. Puede ser que las figuras que ahora me parecen tan frescas e irreverentes se vuelvan un poco más comunes ante los autores del futuro. No es relevante, porque lo tengo asumido. Sé perfectamente que esta no es la primera ni la última gran novela metafísica. Ya con mi perspectiva actual, sé incluso que no lo es siquiera dentro del catálogo de Murakami. Con las reservas de quien no ha leído la tercera parte (será mi regalo de Navidad, hoy es Nochebuena), me atrevo a aventurar que 1Q84 podría superarla en mérito literario. Mas todo esto es una nota al pie del inmenso amor que siento cuando releo pasajes de éste libro, o bien solamente paso mis dedos por su portada.

¿Sabes lo que es el limbo? El limbo es un territorio intermedio entre la vida y la muerte. Un lugar borroso y solitario. Vamos, es el lugar donde ahora me encuentro. Este bosque, en definitiva. Yo estoy muerto. He muerto por voluntad propia. Sin embargo, aún no he entrado en el mundo siguiente. Es decir, que soy un alma en tránsito. Y las almas en tránsito no tienen forma.

No quisiera forzar en ustedes el significado que tiene para mí este libro. Seguramente en algunos será sólo una lectura grata. Pero reitero por tercera vez, comenzar a escribir sobre literatura es difícil. Y que mejor comienzo que hablar de un libro que no solo se ama, sino que representa lo que —muy personalmente —creo el objetivo último de la literatura contemporánea. Las grandes historias realistas ya han sido, casi todas, escritas. Lo que queda ahora es unir mundos un poco menos atados a nuestra sociedad y nuestro ser cotidiano. Unir mundos que nunca pudiéramos haber pensado que pudieran unirse. Destrozar las barreras del clasicismo y buscar el vuelo libre de todos los ámbitos de la imaginación: la imaginación juguetona, la filosófica, la oscura. Lean éste libro considerando esto. No pensando que es grandioso, sino pensando que es libre.

Porque al final, haciendo una interpretación un tanto suelta, puede decirse que de eso va Kafka en la Orilla. De librarse del destino mundano, de las figuras que te oprimen, de quienes te llaman muy joven o muy estúpido para hacer lo que tú quieres. Creo, definitivamente creo, que detrás de todo el absurdo y el humor por momentos cáustico de sus líneas, ésta historia tiene algo que decir acerca de nosotros, y la forma en que nos conducimos. Y es algo en extremo lindo, vigorizante; algo que me hizo tomar una caminata inesperada por el parque después de terminar la última página. No sé describirlo. Sólo diré que me llena, agridulcemente, de sueños y de esperanza; y si eso no es un buen sitio para iniciar a escribir sobre libros, ninguno lo es.

Dentro de poco te dormirás. Y, al despertar, habrás pasado a ser parte de un mundo nuevo.

Tusquets Editores: $380
Tusquets Editores (Coleción Maxi): $199
Disponible en:
-Porrúa
-Gandhi
-El Sótano
- Fondo de Cultura Económica


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