jueves, 5 de enero de 2012

Las intermitencias de la muerte


  •  As Intermitências da Morte/Death with Interruptions
  •  José Saramago [Portugal]
  •  Primera edición: 2005 
  •  Novela 

Para iniciar como es debido, debemos decir que no habría Blog sin éste libro. Quizá no habrían muchas cosas, demasiadas. Y es curioso como de un texto tan concerniente a la muerte y lo relativo a ella pueden haber surgido tantos nacimientos. La historia es larga, complicada y compleja, incluso para un par de personas que gustan de divagar en cien direcciones a la vez; pero ésta nos hace divagar en una sola. Desde el principio nos unió la literatura, somos prueba de que los libros no aíslan a las personas, sino que pueden conectarlas. Así que todo empezó por un libro, por este libro; y si existe alguna manera de decirle gracias, que sea esta. 

"Al día siguiente no murió nadie." 

Por alguna confusa razón, Las intermitencias de la muerte no está considerada dentro de las obras indispensables de Saramago. La mayor parte de la gente resume el nombre del Noble portugués a un par de novelas: Ensayo sobre la ceguera y El evangelio según Jesucristo. Estas obras pueden gustarnos o no personalmente, pero ya son parte de un canon literario inamovible. Este libro, en cambio, es más bien un añadido a la obra. Puede ser que esto suceda por la falta de crítica social o religiosa de tono fuerte durante la novela. Es un libro con tintes que llegan a ser cómicos a pesar de su lúgubre temática, y la crítica que llega a hacer va dirigida a cada uno de nosotros, de una forma muy personal. 

En la primera parte nos encontramos con el egoísmo y el miedo en varios sectores de la sociedad: las funerarias, los hospitales, la iglesia católica y el gobierno —mostrando, dicho sea de paso, defectos indescriptibles en la organización de todos ellos—, pero ese miedo y egoísmo nos demuestran simplemente lo mucho que necesitamos a la muerte para funcionar como humanos. Vemos, en nuestra vida diaria, a la muerte como algo terrible y catastrófico, una tragedia en toda la extensión de la palabra. Se nos enseña como algo opuesto a nosotros, un poder irremediable que nos apaga en segundos. Saramago logra demostrarnos, a través de la huelga de esta dama, que, si bien no es deseable, es una parte indispensable de nuestro ser. Sin muerte, todo se derrumba dentro y fuera de nosotros. Y no es un derrumbe lento ni mucho menos; es una hecatombe. 

"La esperanza de la inmortalidad ante el miedo de no morir nunca." 

De repente nos enfrentamos a un país donde la muerte ha dejado su cargo. Página tras página pasas de la euforia al miedo. Es un balde de agua fría, una demostración extrema de que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Y un día, justo cuando la perdición parece no poder aumentar; la muerte regresa. Y a pesar de la falta que hizo, el temor sigue, transformándose en terror frenético, ya que ahora la muy descarada tiene el cinismo de anunciarte a domicilio y con una semana de anticipación que la hora de tu muerte ha llegado. 

Es aquí, en este oscuro panorama, donde la novela da un giro de tuerca que nos demuestra que la historia que Saramago realmente desea transmitir es mucho más personal que pública. Nos apartamos de la sociedad y sus defectos para concentrarnos en un par de personajes, que enlazan una de las historias de amor más descarriadas y anormales de nuestros tiempos: la muerte, quien no recuerda en qué momento aceptó el trabajo, y cuya única amiga es la oz, y un chelista solitario —a excepción de un perro— quien se niega a aceptar la carta de sobre violeta que le anuncia su fatal destino. La muerte, así, con minúscula, porque la que nos extingue a nosotros es sólo una muerte pequeña, nada comparable a la Muerte que arrasará el universo algún día. 

De aquí en adelante ya no nos separamos de ellos, como si la narrativa fuera un espejo de la obsesión que desarrolla la muerte por el músico. Porque esa es quizá la palabra que describe mejor ésta parte final de esta historia; el desarrollo de una obsesión insana sobre algo que sencillamente está prohibido. La muerte espiando la vida. ¿Quién no ha sentido esa atracción estúpida e irresistible por algo inalcanzable? ¿Cuántas veces no comenzamos a desear aquello que repudiamos? Es completamente humano; es algo engarzado en nuestro ser. Puede parecer contradictorio, resultarnos odioso, podemos intentar luchar contra aquel deseo, pero irremediablemente perderemos. 

Todo amor que valga la pena debe saltar barreras. ¿Qué barrera más grande que la de la muerte misma? La historia en ningún momento es rosa, predecible o cursi. No basa su impacto emocional en ningún tipo de cliché romántico de caramelo, sino en la distancia que separa a los personajes, su carácter opuesto uno del otro, la anti naturalidad de su relación; y de cómo, aún así, el deseo de amor y compañía los une. Compartir un poco su soledad. Es imposible no salir de estas páginas un poco esperanzado sobre la naturaleza del amor, y sobre los extremos a donde es capaz de llegar si es necesario. Esto, claro, si en verdad es amor. Saramago nunca da la respuesta fácilmente. 

"Todo es igual a todo porque todo tendrá un único fin, ese en que una parte de ti siempre tendrá que pensar y que es la marca oscura de tu irremediable humanidad. "

Se puede voltear una librería de cabeza buscando un libro similar a Las intermitencias de la muerte. La mezcla de hilaridad y penumbra, de fantasía y humanidad, es asombrosa. La muerte inspira tanto temor como risa; hasta simpatía, por lo cercana a nosotros que la hace ver. Alguien menos versado habría escrito una muerte mucho más convencional, y esta historia podría haber sido un thriller, o incluso una novela de terror. Saramago nos entrega un drama humorístico, ligero e inconcebiblemente legible para tratar con temas tan oscuros. La grandeza de este libro yace en dos sitios: la ventana tan perfecta que forma desde la muerte hacia la vida, y el lenguaje con que logra que te rías mientras ves a través de ella. 

Se dice que el humor es una cosa seria. Y que mejor demostración que éste libro, que combina la capacidad de reír sobre lo más aciago con la sabiduría de quién no sólo es un novelista virtuoso (podrá estar muerto, pero aún lo es), sino un hombre que conoce de la vida y sus fronteras; así transgrediendo nuestras ideas previas y mostrándonos que nuestra mortalidad está mucho más cerca de lo que pensamos. Pero, al mismo tiempo, que eso no está tan mal después de todo. 

"Encendió una cerilla, una humilde cerilla, ella que podría deshacer el papel con una mirada, reducirlo a un impalpable polvo, ella que podría pegarle fuego tan sólo con el contacto de los dedos, y era una simple cerilla, una cerilla común, la cerilla de todos los días, la que hacía arder la carta de la muerte, esa que sólo la muerte podía destruir."



Editorial Punto de Lectura: $105
Editorial Alfaguara: $219 (excepto en Purrúa)
Disponible en:
-Porrúa
-Gandhi
-El Sótano

[Nota: esta primera entrada es de autoría compartida, fue escrita entre los dos contribuyentes del Blog (DVX y Misha)]

2 comentarios:

  1. Como Saramago hace que esa primera línea se sienta tan distinto a cuando nos la encontramos de nuevo al final del libro es majestuoso. Intenté leerlo primero cuando tenía 14 años, la profesora de español que tenía en ese momento nos dijo que nunca pudo terminarlo y yo, con gran ingenuidad, le pedí el libro prestado. No pasé del primer tercio del libro. Unos años más tarde, le volví a pedir prestado el libro a la profesora. Cuando leí esas últimas líneas, no me lo creía, las leí varias veces y hasta el día de hoy creo que es uno de los mejores finales que he leído.

    Es una verdadera tristeza encontrar la reseña de este libro sin comentarios, gracias por la reseña.

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  2. El libro lo lei hace unos dos años. Me lo presto la que en ese tiempo era mi novia, dado que a ella le gustó bastante. Odie el final. No se porque pero me dio coraje que fuera asi. El libro es tan bueno hasta que la muerte, asi pequeña, va con el violinista y se comienza a desarrollar la segunda historia. El hehco de que alguien como la muerte termine de ese modo tan... humano me molesto y, al dia de hoy, lo sigue haciendo; el hehco de decidir renunciar a todo cuando ella tenia tal poder. En fin, buen libro pero el final es algo con lo que aún no puedo.

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