sábado, 18 de febrero de 2012

Retrato de un hombre inmaduro


  • Luis Landero [España]
  • Primera edición: 2009
  • Novela 

“Como casi todo el mundo, yo era bueno no por el bien que hacía sino por el mal que dejaba de hacer.” 

Yo juzgo mucho a los libros por su portada. Sé que no está bien, pero lo hago. Si me llama la atención la portada compro el libro sin pensarlo demasiado. En cambio, si la imagen no es la gran cosa, me detengo y lo examino un buen rato. Éste método no es del todo malo, aunque no lo recomiendo mucho. Una vez terminé leyendo un estudio socioeconómico y cultural de Praga y Checoslovaquia por que me gustó la portada, era verde. Digamos que si elijo cinco por la portada, dos serán malos. La última vez que lo hice uno de esos tres se debatió en un limbo de: “es muy bueno” y “¡Lo odio!”, por casi setenta páginas. Al final quedó como uno de esos libros que te acompañan, pero no como una compañía cálida. Sino como una constante y fría conciencia. Un recordatorio de lo que es una vida normal, sencilla. Les presentaré este libro como quien habla de un familiar muy enfermo. 

Nuestro personaje no tiene nombre, tampoco apellido. Podría ser yo recordando un pasado incierto, podría ser un hombre en Italia con tenues memorias sin color. Porque aquel desconocido que nos relata todas sus peripecias, es sólo un hombre común a punto de morir. No es un héroe, no es un villano. Es sólo alguien más en el mundo que no pretendió alcanzar fama, que realmente nunca intentó ser algo más de lo que ya era. Su interlocutor, otro desconocido como nosotros, es simple público silencioso. Puede ser una antigua amante, por que concluye su despedida con un “Adiós y suerte, amiga”, aunque la realidad es que su historia es para sí mismo. Un hombre inmaduro analizando una vida de la cual no puede sacar conclusiones. Un momento de reflexión que todos tenemos. Podríamos contar nuestra historia a cien personas diferentes. La realidad es que somos los únicos capaces de juzgar nuestras acciones. Cuando su fin (nuestro fin) se acerca se ha dado cuenta, de que ha llevado una vida sin él. 


“Siempre me ha gustado más mirar el espectáculo del mundo que tomar parte en él. No sé nada, nada, nada. Ni siquiera sé si he vivido o no con cierta dignidad.” 

Tan sólo quiere ser escuchado. No pide ya consejo o ayuda, porque es viejo, porque está enfermo. Porque ya no lo vale. Son memorias de alguien que alcanzó el esplendor de la vida con la sencillez de lo cotidiano. Pero es un esplendor opaco, son más las sombras que las luces, es un hilo irrelevante de una vida que parece no haber llegado a ningún lugar. Sus acciones son violentas, irracionales, pero nada fuera de lo común. Conoció el amor y desapareció, tuvo amantes, tuvo peleas, batallas perdidas. Gozó de lo agridulce de la libertad, vivió escondido, sin virtudes, sin ganancias, sin afán aparente. Y ante todo: vivió lo absurdo de lo contemporáneo. Sus personajes son extravagantes y estrafalarios. Todos parecen estar a dos pasos de la locura, avanzan uno y logran retroceder tres. 

Vivimos una época donde no llevamos ya un rostro o un nombre. Somos números, perfiles, estados y cuentas. Somos algo tan pasajero y fácil de romper que nadie nos nota realmente. Nuestros amores son fugaces, nuestras aventuras sencillas. Somos ateos porque esta de moda, tenemos familia porque no pudimos elegir. Nuestras andanzas y nuestras metas se reducen a la mera supervivencia. ¿Somos felices?, ¿vale la pena? No importa, ya nada de eso importa, porque nuestras existencias son meros ensayos y errores de los cuales parece no aprendemos nada nunca. Ya no pertenecemos a los tiempos de batallas y héroes. Ya no necesitamos luchar por la virtud y la gloria. Como dice Borges “Se acabaron los valientes / y no han dejado semilla” Vemos el tiempo transcurrir, pero ya no tenemos nada que demostrar. Así es la vida de nuestro interlocutor. Intentó ser bueno, casi un santo. Después fue malo por el placer de demostrar que podía serlo, un despojo de hombre. Llevó la mascara de valiente sobre el cuerpo de cobarde. Fue cobarde en sus momentos de valentía. Se casó con una mujer desconocida. Hizo amistad con un escritor frustrado. Tuvo insomnio. Vio morir a sus amigos. Existió, pero no sabe qué fue lo que vivió. 

Al final lo único que queda de nosotros son los rumores de quienes nos recuerdan. Cuando nuestras mascaras se marchan, al filo de la medianoche, quedamos solos, con nosotros. A solas con nuestros miedos y nuestros fracasos. 

“Quedarse de verdad solo en la noche es eso: es quedarse huérfano de lo mejor que uno tiene de sí mismo. Quedarse a solas con el pobre diablo que uno es.” 

Si me pidieran la sinopsis sencillamente diría que es un hombre recordando y alternando pasajes de su vida. Algunos muy extravagantes, otros poco creíbles. Visto de una manera fría y práctica, bandera de las editoriales, no es más que eso. Afortunadamente no me pidieron una sinopsis y, mejor aún, esto no es una editorial. Aquí puedo abrirles una historia que es más que una vida. Aquí puedo diseccionar los pasajes que marcaron algún eco en mí. Cuando lo terminé de leer me negué a conciencia a ponerme a analizar lo que he  hecho de mi vida, sabía que no llegaría a nada. Somos producto de nuestras decisiones, y esta historia es eso: una decisión tras otra. Si estas decisiones han sido buenas o malas no podemos saberlo hasta mucho tiempo después. Un círculo errante donde no escapamos de aquello que nos negamos a ser. Y a la vez, una búsqueda constante de lo que somos. Pareciera que la vida nos ha cobrado con intereses cada error 

Leyendo reseñas y críticas de internet me he encontrado con que no es de las mejores obras de Landero. Muchos opinan que en sus líneas hay un eco de cansancio y repetición. No les diré si opino lo mismo, porque es lo primero que he leído de él. Pero la crítica se basa en que es sólo una novela irrelevante y sin sentido alguno. Yo niego esto, pero los entiendo. Es irrelevante para ellos, porque no hay un héroe enaltecido, es sólo una persona común y el mundo esta lleno de ellas. Por eso no creen que sea su mejor obra, porque está escrita sobre lo opaco de lo habitual. Es un mundo gris que no pretende salvar ni limpiar. Un hombre tirado en su cama, sacando las cuentas de su existencia. Es tan sólo una historia acerca de nosotros, un retrato de nuestros pasos que son borrados tan fácilmente. Huellas de arena, siendo borradas por el mar. 

“Y mirando el jardín de pronto odié a Dios por no existir. Lo odié y lo desprecié con el rencor del amante todavía despechado.” 



TusQuets Editores: $199
Disponible en:
-Gandhi
-El Sótano
-Porrúa

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