domingo, 20 de mayo de 2012

Un grito de amor desde el centro del mundo



·  Sekai no chushin de ai wo sakebu
·  Kyoichi Katayama (Japón)
·  Primera Edición: 2001
·  Novela

Aquella mañana me desperté llorando. Como siempre. Ni siquiera sabía si estaba triste. Junto con las lágrimas, mis emociones se habían ido deslizando hacia alguna parte. Absorto, permanecí un rato en el futón hasta que se acercó mi madre y me dijo: “Es hora de levantarse.”

Como sabrán, en nuestra última reseña tocamos a ese libro innombrable, y ahora me toca limpiarles los ojos un poco. No por la reseña, pues estuve ahí cuando se escribió y me parece un ejercicio muy adecuado de ‘slap-in-the-face’, sino porque esa historia está tan manoseada y todos sabemos que es tan mala que… bueno, es nuestro deber proveerles lecturas de valor para balancear. Y trataré de sacarlos de la melaza y el cliché sumiéndolos en, probablemente, mi libro de amor favorito. No recuerdo ni cómo diablos llegué a él, y es de las pocas cosas que he leído completas en PDF. Normalmente la sola pereza que causa permanecer estático frente a la pantalla derrumba al texto, por bueno que sea. Pero este libro lo leí en dos noches, usando un archivo de Word malhecho. Simplemente no pude parar. Algo tiene que ver la pequeñez de los capítulos, pero la mayor responsabilidad es de la escritura en sí; es envolvente sin ser reverberante y emocional sin ser, bueno, Twilight.

Supongo que lo bajé porque el título estaba largo. A veces uno hace cosas tontas como esas, y le salen demasiado bien. La cita con que abro es el comienzo del libro. Creo que ya pueden ver porque me vi tan envuelto. Es ideal para un momento emo, el cual estaba pasando, pero también está sencillamente bien escrito. Aparentemente, esta novela se convirtió en un fenómeno editorial en su país, inspirando —como es típico allá— manga y drama serializado. No me extraña, pues Katayama parece a veces escribir como si fuera un mangaka: viñeta por viñeta, cuidadosamente tejidas; trocitos perdidos e invaluables del ambiente. El autor invoca los valores de la cultura gráfica oriental a cada paso —no por ser una historia de amor se olvida de la importancia de la calma, la pausa, y las migajas de belleza que van quedando, como ceniza, sobre el camino. Lo importante no es mostrar un par de pubertos deslumbrados uno con el otro, lo importante es conectar a dos humanos de una forma íntima, sutil. Si se tocan con la ligereza de una pluma, o si apenas se besan, no importa en absoluto. De este modo, es casi como si nuestros protagonistas fuesen su propio ambiente, o dejaran parte de su ser en éste; en los cerezos, la nieve, el océano, las luciérnagas.

El mar azulísimo del verano se extendía por el interior de mi cabeza, ocupándola por completo. Lo abarcaba todo. No faltaba nada. Lo tenía todo. Pero, sin embargo, cuando intentaba tocar su recuerdo, mi mano se teñía del color rojo de la sangre. Quería seguir flotando hasta la eternidad. Deseaba que Aki y yo, juntos, nos convirtiéramos en un destello de este mar.

¿Saben que es lo más hermoso de todo? Aki está muerta. No, no es un spoiler, tranquilos. Está muerta desde la página uno, Katayama nunca lo esconde. Y la historia está escrita con tal honestidad y calidez que, para la página 100, ya a nadie le importa ese pequeño detalle. Sólo vamos viendo a estos dos chicos desenvolver su destino lentamente, en escenas inconexas y flashbacks recurrentes, narrados por el chico, Sakutaro. Para mí, la escena de amor más importante es una que transcurre en un hotel oscuro, enclavado en una isla abandonada. Es media noche, ambos están despiertos, nerviosos. Han ido allí para dormir juntos, pero ahora están intimidados. De pronto suena un teléfono. No hay nadie más en kilómetros, así que ellos atienden a la llamada, sólo que llegan demasiado tarde. Ya no hay nadie en la línea, y ahora se encuentran en otra habitación del hotel; una cuya pared derruida deja ver el mar allá abajo. Una luciérnaga sube desde las sombras y se posa en el hombro de Aki. No hay nadie más. No se dice una palabra más. Nadie exclama el amor desde el pie de una ventana. El sentimiento se construye por momentos inexpresables de comunión. De armonía no sólo con la otra persona, sino con el mundo y con el silencio. Eso es amor verdadero, o me como mi paraguas.

En algunas de mis reseñas resulta difícil encontrar pasajes citables. En ocasiones el escritor es muy seco, y en otras no se toma su historia muy en serio, lo cual produce prosa continua, sin pasajes muy destacables. Este es el caso contrario; puede uno abrirlo al azar y hay una línea hermosa, sentida, que roza las cuerdas más privadas de nuestras almas. A ver, hagámoslo, ojos cerrados, aprovechando que ya compré una copia impresa. … Salió la página 88:

Quise estampar un beso rápido en sus labios. Pero no lo logré. Ambos acabamos tragando agua salada. Atragantándonos, nos reímos a carcajadas. Agarrada de mi mano, Aki se puso boca arriba. La imité. Mientras flotaba en el agua, con los ojos cerrados, el fondo de mis párpados se tiñó de rojo. Pequeñas olas me bañaban los oídos con un dulce rumor. Abrí los ojos despacio y miré hacia un lado. La larga cabellera de Aki se desparramaba sobre la superficie de agua como una mancha de tinta.

Y así es toda la novela. Una sucesión de momentos hermosos, y hechos aún más agudos por el halo de muerte innegable.

¿Ustedes creen en el destino? Los griegos sí, y los franceses revolucionarios no. Creo que amo este libro también porque, como yo, Sakutaro no sabe que creer, y sólo flota por el mundo tratando de hacer lo mejor que se pueda. Al final del primer capítulo, Saku-chan se pregunta dónde está su esencia. Dónde ha quedado, después de la partida de Aki. No sé si al final la haya encontrado, y no sé si la muerte de ella haya sido un pasaje predestinado que él debía pasar. Puede ser. Pero también puede ser que el amor sea más eventual de lo que pensamos. El toque de una persona adecuada en un momento adecuado, que puede extenderse hacia la eternidad mediante tiempo, paciencia y cariño. Algo que debe cuidarse y valorarse siempre, como una planta en un jardín. Y siguiendo con esa metáfora, ¿ustedes creen que la muerte de Aki sea la muerte de la planta? Yo no. En los ultra-citados versos de Auden: “If equal affection cannot be, / let the more loving one be me.” Y no es que aquí haya alguien que ame más; sino que alguien se quedó amando sólo. Pero eso no significa que el amor sea menos puro, o todo lo vivido menos verdadero.

De eso va este libro, el cual recomiendo como pocos. No recuerdo muy bien, pero creo que me hizo llorar, cosa que sólo me ha pasado con 3 o 4. La verdad no sé ni en qué momento haya sido. Son tantos… El libro comienza con una muerte, que es indiscutible y lo perturba todo. Pero no lo borra. Lo que es real, lo que tiene fundamentos no solo físicos sino espirituales, siempre permanecerá con nosotros. Denle la oportunidad a este libro. Yo sé que no tiene vampiros, ni monstruos, ni chicos musculosos, ni hombres lobo. Pero tiene algo mucho más valioso, y les aseguro que van a llevarlo presente siempre. Una forma nueva de ver el amor. Sin estridencia, sin chocolates y bombones. Dos personas, dos almas, un momento, una eternidad. El susurro de un océano lejano, y el viento jugueteando entre los cerezos.

Ella me hablaba al oído. Con su voz tímida que tanto añoraba. ¿Adónde había ido su dulzura? Toda la belleza, toda la bondad, toda la delicadeza que conformaban aquella personita llamada Aki, ¿adónde habían ido? ¿Seguían todavía ahora corriendo bajo las brillantes estrellas como un tren que circulaba de noche por un campo nevado? Sin determinar su destino. Siguiendo un rumbo que no puede medirse por los patrones de este mundo. ¿O es posible que vuelva alguna vez?

Punto de Lectura: $75
Alfaguara: $139
Disponible en:
- Gandhi
- El Sotano
- Porrúa

2 comentarios:

  1. Hola, muchas gracias por la recomendación. La verdad no soy muy fan de las historias de amor adolescente (mejor dicho, de cualquier historia de amor en plan rómantico por lo general) pero, por como la pintas, me causa interés. Si la consigo le dare una oportunidad y ya veremos qué pasa (encima soy muy de lágrimas fáciles cuando la historia conmueve jaja).
    Por cierto, me encanta su blog, lo descubrí hace relativamente poco y la verdad que es agradable leer reseñas como las suyas.

    Saludos.

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  2. Tiene muchos años que leí ese libro. Igual me llamó la atención su título. Un episodio de Evangelion tiene uno parecido y por eso lo leí. Lamentablemente ya no me acuerdo. :( Pero, al menos pude ver, que mi "camino de lector" estuvo bien encaminado.

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