viernes, 15 de junio de 2012

Diablo guardián


·  Xavier Velasco [México]
·  Primera edición: 2003
·  Novela

Just because you’re lovely?
No. Just because I love you.

Bueno, ya tocaba mostrar a un escritor nacional, y el interés de esta reseña surge de varios aspectos. Uno es precisamente ese, la escasez de figuras mexicanas en nuestro acervo. Pero hay otro mucho más personal, no en un respecto mío, sino del autor. Recientemente una discusión en clase divagó hasta debatir sobre escritores sobrevaluados. Hubo muchos nombres mencionados, entre los que se encontraban autores que —a mi juicio— tienen la fama bien merecida (García Marquez), y otros que no considero sobrevalorados porque nunca he visto a un lector respetable decir que le gustan (Coelho). El caso es que Xavier Velasco fue traído a colación, y sentí un pinchazo inicial porque he leído 3 libros suyos, y todos me han gustado hasta cierto punto. Pero luego lo pensé bien, y no parece haber muchísimos autores nuevos en el país. Velasco es, en sentidos de difusión al menos, la punta de lanza de la narrativa mexicana contemporánea. Y como tal, hay una cierta responsabilidad de cargar lenguaje y cultura como estandartes; una que sí lo revela como un novelista bastante sobrevalorado.

Tampoco digo que sea su culpa. Simplemente creo que los libros de Velasco son más de nicho de lo que su marketing nos ha hecho pensar. Un escritor con tanta difusión debería ser legible en todos los estratos, cosa que no sucede. Éste libro llegó a mi casa en manos de mi tía, quien se lo regaló a mi abuelo, aparentemente al azar. No sé si mi abuelo lo leyó, pero en todo caso no pareció producirle efecto alguno. Mi tía intentó a su vez leerlo un rato después, pero fracasó porque —en sus palabras— no encontró en las páginas de Velasco más que ‘puras cochinadas’. Luego seguí yo, pasados dos años o algo así, y debo decir que lo disfruté bastante, pero le encuentro defectos significantes. No es un libro malo por ningún asomo; pero me cuesta pensar que sea uno que mereciera el millonario Premio Alfaguara de Novela, y que aparte lanzara una carrera estruendosa y monetariamente muy redituable para el autor. Veamos porque.

Me acuso de haber robado, no una ni dos veces sino a toda hora y en todo lugar, como chingado pac-man cocainómano. Me acuso de acusar al confesor por mis pecados, y de haberle nombrado Demonio de mi Guarda sin siquiera explicarle la clase de alimaña que estaba contrayendo. Porque a mujeres como yo no las conoces; las contraes.

Hay dos factores lingüísticos evitando que pueda considerar éste libro como una lectura universalmente recomendada: el spanglish y la vulgaridad. Y son dos factores que en realidad se hacen uno con constancia; pues Velasco gusta de crear expresiones irreverentes con ellas. El problema con esto es que a veces parece que hay mucha facilidad en esto, que se puede hacer al azar, en unos segundos. Intentémoslo: “huele a Chanel de tianguis”, “pinche tlahuica de mall rascuache”. Sí, básicamente se necesita tomar una referencia cultural occidental, una mexicana, y unirlas con la plastilina del insulto. No negaré que muchas veces sale una expresión que me hace reír, pero el libro dura alrededor de 640 páginas; es un camino muy largo para recorrerse con esa bolsa de trucos.

Además de esto, hay un problema aún más importante. Todos los personajes de Velasco hablan así. To-dos. Como ya dije, he leído 3 libros de él; el presente, Éste que ves y Puedo explicarlo todo. Éste libro narra la historia de Violetta, una niña rica que cae en las redes de la prostitución por propia ambición (y hasta gusto), y de cómo trata de salir de ellas mediante las mismas mañas. El segundo es una pequeña novela autobiográfica, y el tercero es un libro ambicioso basado alrededor de un completo fracasado que debe escribir un libro de autoayuda. ¿No se parecen tanto, verdad? Y sin embargo, en cada uno de ellos (quizá más tenuemente en Éste que ves) los personajes se insultan en términos de “Mata Hari en huaraches” (Diablo guardián) o “malandro incitador” (Puedo explicarlo todo). Y hay que tener en cuenta que hay incluso personajes infantiles, menores de 10 años. Pero no hay en ellos inocencia, sólo descaro. Todos y cada uno entran al juego, así sean empresarios despiadados como el villano —muy bien construido dentro de la historia, eso sí— de esta novela, o simples niñitas de suburbio que gustan de jugar con conejos.

Francamente me gustaría que hubiera más escritores haciéndole la competencia en los primeros lugares de ventas; escritores distintos, para que las letras lleguen a más estratos. Quizá entonces, sin la etiqueta de grandeza que los premios y los críticos hipsters (esos sí, verdaderos malandros) le han otorgado, Velasco tome el lugar que le corresponde. Un escritor que no es para todos, ni nunca va a serlo, pero que se divierte más de la cuenta en el camino. Con todo, creo que Diablo guardián es un libro que se puede leer sin problema mientras uno sea 1) menor de 30 años o 2) muy abierto en cuanto a moral literaria. Yo lo disfruté porque las situaciones son entretenidas, descaradas, y —aunque suene a pecado— morbosas. Y es que eso es lo que interesa a Velasco, el pecado, el rompimiento con los tabúes tanto en el lenguaje como en la trama. Como tal, creo que hemos cometido un error en colocarlo como el autor más reconocido de nuestras letras contemporáneas; él no es una bestia enorme y universal como fueran Paz o Fuentes, sino un escritor de nicho que ha tenido mucha suerte comercial; un Pete Doherty sin guitarra; un transgresor a la mexicana; un Chuck Palahniuk con sangre de coca-cola y carne de nopal.

Sin embargo, no por eso debemos descartar sus dotes narrativas. Tiene un vocabulario fluido, y la trama en este caso engancha aun por encima de su inverisimilitud. Logra esto porque a través de 3 figuras centrales con defectos que se comen cualquier virtud que pudieran tener, toca el fondo del barril moral y sale de él con algunos pasajes que resultan emotivos para el lector. Dudo que alguno de nuestros lectores tenga algo en común con estos personajes, más allá de sus gustos musicales, pero incluso así se logra una conexión. Sobre todo en esos momentos en que Velasco se despoja de su persona irreverente para entrar a un territorio más serio. En esos segundos te recuerda que ese fondo del barril puede ser muy divertido de leer, pero que —a su modo— está ahí presente para todos nosotros, y que si nos descuidamos podemos ser presa de la muerte, del maltrato, de los malos amores, o como lo diría él, del mismísimo carajo.

Cuando cruza las puertas del panteón hacia la calle —sólo verlas abiertas le ha devuelto el aliento, cual si recién huyera del Hombre Lobo— piensa que, más que indefinible, el amor es, como la vida y la ficción, estúpido. Puesto que avanza en contra de sus intereses, camino de un final tras el cual está siempre la oscuridad, la nada, el pensamiento que es el fin de todos los pensamientos.

Punto de Lectura (vieja): $80
Punto de Lectura: $145
Alfaguara: $299
Disponible en:
- Gandhi
- El Sótano
- Porrúa

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