martes, 17 de julio de 2012

Romeo y Julieta


·  An Excellent Conceited Tragedie of Romeo and Juliet
·  William Shakespeare [Inglaterra]
·  Primera edición: 1597
·  Teatro


Coro: […] De dos familias, en nobleza iguales,
el odio antiguo en nueva lid se encona;
y en discordia civil sus ciudadanos
con sangre tiñen sus civiles manos.
De las entrañas de estos dos rivales
nacen dos malhadados amadores,
cuyas desdichas y funesta suerte
entierran con su muerte
la enemistad fatal de sus mayores.


¿Pues sí, no? Muerto el niño, se cerró el pozo. No hace mucho, en la entrada 50, recomendé esta obra como una lectura obligada dentro del canon universal, pero no porque sea perfecta, sino justamente por lo contrario. Encaminándonos al cierre del mes dedicado a William Shakespeare, nuestras fuerzas estarán concentradas en hacer un breve comentario de sus célebres tragedias; pero a diferencia de nuestra reseña de Macbeth, el objetivo será hacerles ver que estas obras —Romeo y Julieta y Hamlet— no son para tomarse tan en serio. Después de todo, en su tiempo fueron entretenimiento, y si bien el dramaturgo ha sobrevivido hasta nuestros tiempos por virtud de su facilidad en el simbolismo y la poesía, su objetivo principal era crear historias escandalosas y atractivas.

Y, al menos en esta obra, por escándalo no paró. La riña extendida entre las familias Capuleto y Montesco llega a extremos inconcebibles; como de señoras argüenderas en un mercado abarrotado. Lo único que llega a hacer esta enemistad creíble es que son italianos, si se me puede disculpar un pequeño cliché cultural. Los personajes están repletos de orgullo —casi siempre inmerecido—, e incluso fanfarronería en los casos de Teobaldo y Mercucio, si bien uno de ellos cae mejor que otro. Y es ese mismo carácter italiano, desenvuelto en exceso, además enaltecido por el poder cegador de la adolescencia, el que lleva a los protagonistas al abismo del enamoramiento. No sé qué tanto acostumbren ir a fiestas, pero sé que si conocen allí a una chica, su primer pensamiento no es raptarla y vivir eternamente con ella. Es demasiado, es hasta una farsa. Más que amor verdadero, es una hipérbola con tonos de ridículo.

Romeo: Ese balcón es el balcón de oriente,
y Julieta es el sol. Sube radiante,
¡oh hermoso sol! y con tus rayos mata
a la envidiosa luna, quien de pena
pálida y triste está porque una ninfa
de su coro la vence en hermosura.

Shakespeare tenía un don para traer referencias cósmicas a nuestro mundo terrenal a través del lenguaje y la poesía depurada, pero simplemente no puedo tragarme que ese parlamento —célebre entre los célebres, citado hasta la saciedad— vaya en serio por completo. Después de todo, estarán de acuerdo que cuando alguien de 15 años declara un amor de esta naturaleza en Facebook nosotros no le aplaudimos ni lloramos conmovidos por el renacer de su alma, sino que minimizamos la ventana en el ordenador y suspiramos exasperados, o bien le enseñamos la publicación a alguien y nos burlamos. Es sólo natural. Estos dos, y sus sentimientos, no son distintos a los millares de adolescentes infatuados alrededor del mundo. Lo único que los distingue de ellos es la pluma que los delineó, y acaso las consecuencias de sus actos. La inmadurez de ellos sirve, en la muerte, para hacer que los demás personajes maduren, y abandonen la rencilla y la violencia a favor de un civilizado y pacífico desagrado.

Ahora, el que esta historia trate de personajes inmaduros y volátiles no significa que esté mal delineada. No es algo que hubiera podido hacer Stephanie Mayer, por ejemplo, y vaya que lo ha intentado. No he leído la saga de Twilight, y no sé qué personajes mueren, pero puedo decirles que Jacob y Edward podrían asesinarse entre sí treinta veces sin que se derramaran la mitad de las lágrimas que causa el deceso de un personaje secundario en esta obra. Porque ésa es otra cosa, al dramaturgo inglés le gustaba matar, no herir. Las espadas de sus personajes debían estar increíblemente afiladas o remojadas en el más invencible veneno, uno termina por suponer. El problema y la verdadera tragedia dentro de la obra no están en la muerte del amor porque, como ya hemos dicho, no hay tal amor. La tragedia es la muerte de la inocencia. Que se derrame la sangre de jóvenes frágiles por ideales anticuados, enarbolados por clanes de vejestorios. ¿Suena familiar? Es la tragedia de todas las guerras.

En términos estrictos de lectura, la obra se mueve como rayo y nunca te suelta. Si en vez de Romeo tuviéramos a Hamlet, la fase del cortejo duraría tres horas, pero Romeo y Julieta son decididos, quizá demasiado. Se conocen, ya no pueden vivir uno sin el otro, la violencia se desata, y el plan nupcial descabellado aparece en escena. Yo la leí en una tarde, si no me falla la memoria. Teatralmente, debe ser una bomba. Si todas las historias de amor se parecen a Romeo y Julieta —cosa que se dice muchas veces—, entonces Romeo y Julieta puede representarse en mil escenarios distintos con la esencia intacta, y eso abre la puerta a adaptaciones modernas muy interesantes.

En fin, esta obra debe ser leída o vista de primera mano, porque nuestro mundo parece tomársela muy en serio injustamente. Es una historia sobre nubes de odio que se posan sobre el cielo nuevo del despertar amoroso. Algunos dicen que no todas las muertes son perjudiciales, y es verdad. No quisiéramos ver a Jimi Hendrix tocando en el Super Bowl con Cristina Aguilera; y no quisiéramos ver a Romeo y Julieta vivos, con 20 años de casados y hartos uno del otro. Quizá por eso se les toma como un amor ideal, uno que nunca termina. Pero no se dejen engañar por eso, el amor ideal no necesita de chicos inmaduros, por más blancas que sean sus almas. Así que no busquen a un Romeo ni a una Julieta, porque sólo se quedarán con un palmo de narices. Aunque claro, si han de hacerlo, por lo menos traten de que su amad@ tenga padres agradables, y ningún frasco de veneno muy a la mano.

Príncipe: Turbia es la paz que esta alborada trae;
de lástima su rostro el sol oculta.
Venid, y se sabrá sobre quién cae
el peso de la ley, y a quién indulta.
Nunca hubo historia tan doliente, creo,
como esta de Julieta, y su Romeo.


Oh, vamos, yo sé que pueden encontrar este solitos. Múltiples ediciones, múltiples precios.

2 comentarios:

  1. ¡Muy buena entrada! Te apoyo completamente cuando dices que "teatralmente, debe ser una bomba" porque lo es, tanto arriba como abajo del escenario. Alguna vez tuve la suerte de actuarla en el papel de "La Nodriza" en una adaptación que mezclaba el texto de Shakespeare con canciones de la versión musical de Gerard Presgurvic (una de mis adaptaciones favoritas, por cierto). Como parte de la obra arriba del escenario, o bien, leyéndola, llegas a conocer a todos esos personajes sencundarios que mencionas y que realmente a pesar de no ser ni Romeo ni Julieta te llegan a atrapar como lo hacen pocos secunadrios, desgarrándote con sus muertes, o bien, con sus penas, ya sea por medio del texto original o por las adaptaciones de este. En mi caso, me gustaría mencionar precisamente a La Nodriza (amor al personaje que alguna vez interpreté, así que supongo que mi opinión no es completamente objetiva), que muchas veces es tomado muy a la ligera a diferencia de Teobaldo, Mercucio, los Lords y las Ladies... después de todo, a primera vista (y si sólo vas a leerla o a verla para ver como se matan entre Capuletos y Montescos) es sólo una masa de relleno, pero en mi opinión juega un papel MUY MUY MUY importante por el contacto e influencia que tiene sobre Julieta, como lo sugeriría la adaptación musical antes mencionada en la canción "Et Voila Qu' Elle Aime", una canción en la que la nodriza se da cuenta de que la niña que ha estado cuidando desde siempre ya es una jovencita (inmadura o no) que va derechito a casarse y que le duele perderla destapando así que ella es más madre de Julieta que la propia Lady Capulet. ¿Mi punto? Bueno, sólo mencionar cómo te atrapa un personaje que bien delineado puede ser llevado a una interpretación desgarradora... Shakespeare hizo a La Nodriza y delineo su importacia al ponerla más cercana a Julieta que su propia Madre, permitiendo así que siglos más tarde se creará la posibilidad de que un compositor francés tomara esa cercanía para sacar a relucir y conmover al público con la historia del mismo personaje aún de modo secundario, siendo su dolor el mismo de cualquier madre antes de ver partir a su hija hacia el altar, desgarrándo así a los espectadores, algo que no habría sido posible si desde un principio el escritor original no hubiera dado entre líneas esta posibilidad. (Les dejo el link para que se chequen la escena del musical de la que hablo, es decir, poco antes de la boda, por si les interesa: http://www.youtube.com/watch?v=1R4CUL2SQxs)

    Felicidades, chicos... me encantó la entrada! Un saludo con cariño, VanP :)

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    1. Gracias por el comentario, VanP :D El musical de Presgurvic es divino, crecí escuchando el CD con el soundtrack. Y no sé, sólo como teoría, puede ser que los secundarios sean tan esenciales para esta obra porque trata de adolescentes, ¿y cuándo estamos más influenciados por otras personas que en esa etapa? Están tocados tanto por quienes se hallan cercanos, como la nodriza, como por los ausentes, quienes los ignoran, como sus propios padres. ¡Saludos!

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