- Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde
- Robert Louis Stevenson [Escocia]
- Primera edición: 1886
- Novela corta
Es
locura separar las líneas que Dios quiso unir; seremos siempre los frutos del
brezo y el viento.
Resulta curiosa la manera en la que se forja un canon literario. Dejando fuera el criterio o la intención de quienes las realizan, las listas de libros no varían mucho las unas de las otras. Siempre encontramos los mismos nombres; invariablemente veremos a Shakespeare, Tolstoi, Homero, Cervantes, por mencionar algunos. Parecieran soldados que se afilan para defender tanto su idioma como su cultura; lo triste de éste asunto es que otros escritores, aquellos poetas menores de la antología, quedan a la sombra de sus congéneres. Otras veces no quedan tan lejos, se sostienen con uñas y dientes a la barda publicitaria, y consiguen el reconocimiento que anhelan, pero de la manera equivocada.
Charles Dickens no sabía que Un cuento de Navidad llegaría a ser una de las historias más parodiadas, caricaturizadas y protagonizadas, a tal grado que resulta cansado y hasta ridículo sintonizar la televisión en época navideña sólo para encontrar a Pedro Picapiedra viajando con el Espíritu de las Navidades Pasadas. Entonces sí, la obra tiene su reconocimiento, pero no en la forma que uno esperaría. Lo mismo sucede con Stevenson. Una vez que separamos la palabra ‘piratas’ del nombre del autor nos queda una cosa. Sí. Silvestre siendo perseguido por un Piolín gigante y violento a lo largo de los pasillos del laboratorio de Mr. Hyde. Esa es sólo una de las muchas referencias que encontramos acerca de esta historia. Una novela corta que aparece en muchas de las listas de ‘Libros que debes de leer’, y que preferimos ignorar en el libro por el hecho de que conocemos la historia sin leerla. Montones de spoilers nos han hecho el favor de resumirla.
Míster Utterson, abogado de profesión, era un hombre cuyo semblante hosco nunca quedaba suavizado por una sonrisa; frío, parco y reservado en el hablar; sentimentalmente retraído; delgado, alto, sombrío, melancólico y, en cierta forma, digno de ser amado.
La trama es buena, no puedo negarlo. Un hombre que se debate entre él y lo más oscuro de él. Aquella libertad de transformase y llevar a cabo los actos más crueles que su corrupto corazón le exija cumplir contra el desconsuelo de la culpa y la certeza del fin próximo. Me faltan años de estudio como para analizar tantos temas contenidos en una obra tan pequeña, sin embargo no son los temas los que me importan en esta reseña; al menos no del todo. Me gusta el papel que toma la ciencia en el asunto del Dr. Jekyll y mr. Hyde. Las novedades han estado siempre a la vuelta de la esquina y los descubrimientos más grandiosos despertaban un mundo de posibilidades. He aquí que Stevenson evoca la llana posibilidad de escapar de nuestra condición humana sometida a una moral y un código de conducta, que se considera en los márgenes de los ‘aceptable’, para poder dar rienda al deleite de hacer el mal sin una conciencia que nos moleste. ¿Por qué es malo aquello y por qué es bueno esto otro? Son esas un par de preguntas muy frágiles con las que juega Stevenson a lo largo de la historia.
Sin embargo, no es eso lo que me interesa. Antes de leer la novela en sí, leí una serie de cuentos que le acompañaban. Entre ellos se encontraban El club del suicidio y Olalla, un par de cuentos que no hicieron más que predisponerme contra Stevenson. La narrativa me resultó algo tremendamente aburrido. La temática puede jactarse de original, pero la técnica resuena a un bostezo alargado. Esa manera de pensar es la que nos separa de los clásicos, de las bases de la narrativa moderna. Y esa es la clave del asunto. La modernidad de nuestros textos, la narrativa ingeniosa, variada y eficaz nació hace no mucho tiempo. Primero los poemas épicos, los cantos, la poesía, el teatro y al final ubicamos la prosa.
Para aprender a caminar tenemos que caernos muchas veces. Para lograr una novela con la magnitud e ingenio de un Saramago o un Murakami tenemos que darle primero un reconocimiento a aquellos que establecieron las bases de la escritura. Stevenson es uno de estos precursores. Su prosa resulta muy lineal y adornada, sabemos lo que va a pasar porque apenas se establecen las diversas formas de entablar una historia. Dr. Jekyll y Mr. Hyde combina la narrativa con la epístola y, para su época, podemos considerar esto como una verdadera innovación. Y es ése el reconocimiento que merece; el de instaurar bases y comenzar a correr riesgos, tanto temáticos como técnicos, para dar vida al mundo de la literatura. Muchas veces resulta moralista, y es que ese era el uso original de la literatura. Más que recrear debía instruir. Otras veces trata de implantarnos terror de una manera muy poco descriptiva, algo así como “era lo más terrorífico que había visto jamás”. Y es que las descripciones no pasan a mucho, “oscuro, frío, silencioso” serán los adjetivos determinantes y repetidos hasta el cansancio. Son muchos los obstáculos a los que ésta obra se tuvo que sobreponer, pero resulta impresionante que, estas primeras y fallidas letras de la literatura, hayan sobrevivido frescas y salvas hasta nuestros días.
Una
cosa es luchar contra la curiosidad y otra haberla vencido […]
No hay comentarios:
Publicar un comentario