· Knut
Hamsun [Noruega]
· Primera
edición: 1894
· Novela
Puede llover y puede haber tormenta, no depende de
eso, a menudo puede apoderarse de ti una pequeña alegría en un día de lluvia y
hacerte enloquecer de felicidad. Entonces te pones a mirar a tu alrededor
mientras te ríes en silencio. ¿En qué piensas? En el transparente cristal de
una ventana, en un rayo de sol en ese cristal, en la visión de un pequeño
arroyo y tal vez en una franja azul en el cielo. No tiene por qué ser más que
eso.
Primero que nada, el título no habla del
pan que engullen en el desayuno, sino de Pan, dios de los bosques. Es
importante traer esto a colación porque el bosque aquí no es un entorno; es un
actor más de la historia, y uno que va a jugar sus cartas con agresividad. Verán,
Noruega no es un país en donde uno pueda olvidarse de su lugar en la Tierra.
Uno sale a la calle por un helado y encuentra tejones y gatos monteses. Caminas
veinte minutos y te hallas solo, en una costa fría, con los pies apoyados en
guijarros de arena dura que rasga la piel, observando peñascos y gaviotas en la
distancia. Si así es en el siglo XXI, el encanto natural de estas tierras
nórdicas debía ser exponencialmente mayor hace 150 años, en donde se sitúa la
novela. Es un encanto que —créanme— va más allá de lo estético. Es un cariz
místico en el aire, en la hierba, en los cantos secretos de esas noches que
duran veinte horas.
Lo poco de Knut Hamsun que había oído no
me sugería un personaje especialmente ligado a la naturaleza. Fue Premio Nobel
en 1920 en apreciación de su novela social épica La bendición de la tierra, y después repudiado por sus compatriotas
gracias a ciertas afinidades con el proyecto de Vidkun Quisling —quien, para
quién no sepa, tenía un trato muy cordial con un tal Adolf. También usaba unos
lentes muy curiosos. Antes de que yo supiera nada de eso, sin embargo, mi
madrina me regaló una copia de su primera obra, Hambre, en unas Navidades. El problema es que está en alemán,
idioma que tengo aprendido muy a medias. Compré Pan con el objetivo de conocer a Hamsun como narrador, y considerar
si mi copia de Hambre seria leída
algún día. Terminé leyendo un libro intenso, muy interesante, y con tremendo
entendimiento de su cultura… pero no logré definir lo que quería. Pan es un libro tan extraño que leer
otra cosa de Hamsun sigue antojándose tan misterioso como antes.
¡Gracias por esta noche solitaria, por las montañas,
por el murmullo del mar y de la oscuridad, ese murmullo que atraviesa mi
corazón! ¡Gracias por mi vida, por mi respiración, por vivir esta noche, doy
gracias de todo corazón! ¡Escucha al este y oeste, escucha! ¡Es el Dios eterno!
Este silencio que murmura junto a mi oído es la sangre de la naturaleza
hirviendo, Dios que entreteje al mundo y a mí.
Ok, aquí va uno de esos intentos fútiles por
resumir lo irresumible. El teniente Thomas Glahn es un hombre solitario. No uno
de esos chicos sensibles que hacen garabatos en los cuadernos y se sientan en
la esquina del salón en clase de historia. No, Glahn es un solitario de verdad.
Vive en una cabaña cubierta de pieles animales, sin más compañía que su perro
de caza. Pasa el tiempo disparándole a las bestias que no estén en veda,
pescando en los fiordos, o jugueteando por los bosques como el dios que da
nombre al libro. Pero —como siempre pasa en la vida de los hombres solitarios—
llega una chica a perturbarlo todo. Su nombre es Edvarda, y en muchos sentidos
es aún más sociópata que el tipo escondido en medio del bosque dando gracias
por su respiración.
Con las páginas, el libro se va
convirtiendo en un hexágono amoroso que te hace dar gracias por los métodos de
control natal actuales, pero eso no es lo que importa. A lo largo de la novela,
son pocas las ocasiones en que la historia verdaderamente toma el timón. Al
estar narrada desde el punto de vista de Glahn, el texto está atado sin remedio
al ambiente que él tanto ama. La mayor parte del tiempo, las chicas y los
caballeros que componen el tablero emocional se sienten ligeros en comparación
a la majestuosa tierra noruega (incluso, cerca del final del libro, la tierra
toma justicia por su propia mano de una forma violentísima). Sería interesante
analizar el porqué del amor de Glahn por la soledad. A lo largo de la novela
muestra signos de ser un hombre lastimado, que prefiere alejarse de los demás
con tal de no sentir dolor. Pero eso sería un estudio bastante extenso. Se
necesitarían 20 páginas tan solo para describir su negación del amor. Es mejor
quedarnos con las imágenes que nos provee, y tratar de entenderlo —aunque a
veces sea difícil— no como estudiosos, sino desde las honduras de nuestros
seres; nuestros propios bosques y nuestras propias medias noches.
La recomendación es, en este caso,
moderada. No lo recomiendo si les disgusta la violencia animal, o si buscan una
historia de amor tejida con hilo rosa y con detalles satinados. Los manierismos
noruegos —frialdad, expresiones idiomáticas— son duros de comprender a veces.
Pero para entender el libro sólo hace falta conectarnos con la brisa entre los
pinares; imaginar un canto de lechuza a lo lejos. Sé que es difícil hacer tal
cosa viviendo en un entorno tan distinto a ese, pero vale la pena. Y Hamsun, a
pesar de que sus personajes pueden sentirse desencajados a veces, logra una
descripción natural soberbia, que les ayudará a sentirse allí.
Lo mejor que puedo decirles es que se
dejen llevar. No es una lectura fácil (quizá la mejor palabra para describirla
es cruel), pero sí una que engancha ya que dejas de medirla o esperar algo muy
emocionante de ella. Sientan el paso de las estaciones, sientan a la gente
transfigurada por su entorno, sientan la fragilidad del amor humano ante la faz
del Dios eterno. Y si algún día van a Noruega, no dejen de leerlo allí, al aire
libre; debe de ser una experiencia enorme. Sólo hay que armar un buen refugio
contra el viento.
—Amo tres cosas, —le digo— un sueño de amor que tuve,
a ti, y a este trozo de tierra.
—¿Y a cuál amas más?
—Al sueño.
Anagrama: $360 (no compren esta, no tiene caso)
Quinteto Anagrama: $128
Porrúa (junto con Hambre): $80
Disponible en:
-Gandhi
-El Sótano
- Porrúa
-FCE
-El Péndulo
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