Me llamo Salmon, como el pez; de
nombre, Susie. Tenía catorce años cuando me asesinaron, el 6 de diciembre de
1973. Si veis las fotos de niñas desaparecidas de los periódicos de los años
setenta, la mayoría eran como yo: niñas blancas de pelo castaño desvaído. Eso era
antes de que los envases de cartón de la leche o en el correo diario empezaran
a aparecer niños de todas las razas y sexos. Era cuando la gente aún creía que
no pasaban esas cosas.
Nos gustaría tanto
seguir creyendo que esas cosas no pasan. Tanto seguir creyendo que ningún niño
deja un espacio vacío a la hora de la comida.
Este libro lleva como epíteto
“la novela más impactante de los últimos años”, y aquello de ‘impactante’ se
debe a que abarca una situación incomoda: el abuso sexual a menores. Semejante tema
puede sonar a estrategia comercial y, si bien, el libro alcanzó el estatus de bestseller mundial, no se puede decir
que haya explotado la temática en pos del dinero. Por ‘explotar’ me refiero a
que su línea dramática no se forma únicamente de violaciones y asesinatos, y el
título tampoco debe guiarnos hacia algo religioso, porque la concepción de ‘cielo’
que se desarrolla en la novela se aleja mucho de los ángeles y las trompetas. Su
base es una verdad muy incomoda, por supuesto. La violación y asesinato de
menores existe, pero hay algo más allá de eso. No es solo la pequeña Susie destazada
en una caja fuerte sino su familia degenerándose, hundida en errores y miedos,
andando como ciegos por pasillos enredados, alejándose cada vez más, buscándola
en su desesperación y, finalmente, perdiéndose en sus culpas. También nos
gustaría seguir creyendo que las familias no se debilitan.
Cuando leí esta novela
por primera vez, hace casi ocho años, hubo algo que me afecto especialmente. En
líneas generales: Susie está muerta desde la primera página y su cometido es
relatar todo lo que ve desde su cielo. Así, su cielo. Un lugar hecho a su
medida, como a muchos les gusta imaginarlo. Su compañía resultan ser mujeres
que pasaron por su misma experiencia, mujeres violadas y asesinadas, lanzadas a
algún paraje obscuro y tragadas por la tierra. Mujeres dispuestas a enseñarle
lo que es su nuevo lugar, a dejarle ver su muerte como algo de lo que no es
culpable. Quitando el tono “línea de ayuda a la mujer”, la idea en sí no me parece mala. Personalmente,
una vez muerta, no me gustaría perder toda consciencia de mi vida terrenal así de
fácil, por lo que la permanencia de su memoria y la oportunidad de ver a su
familia, mientras aprende a dejar el pasado ir, suena a algo bastante justo. No
permanecerá eternamente ahí, pero debe aprender a no mirar atrás. Situación muy
difícil tomando en cuenta que puede observar la vida de su asesino, la de su
hermana, la de su madre y, la más importante, la de su padre. Y fue aquello lo
que me llamó la atención, aquella ruptura que crea Sebold con respecto al
siempre confiable amor maternal. Porque su madre escapa del dolor, mientras que
su padre resiste cada golpe por el puro amor hacia su hija.
El pingüino estaba solo allí
dentro, pensaba yo, y eso me preocupaba. Cuando se lo comenté a mi padre, dijo:
“No te preocupes, Susie; tiene una vida agradable. Está atrapado en un mundo
perfecto”.
Siendo hija única y
viviendo sola con mi padre, sé bien lo que es aquello de estar sobreprotegida. Pero
no fue hasta que di con este libro que entendí que la sobreprotección sólo es
otra forma de demostrar nuestro miedo. Todos los padres quisieran atraparnos en
aquel mundo perfecto donde nada nos puede dañar. El estereotipo de
sobreprotección usualmente recae en las madres, pero este libro lleva a cabo la
faena de redimir el amor paternal. Ellos también temen. Son impotentes ante
nuestros destinos. El padre de Susie, Samuel, es impotente ante su hija
desaparecida, es impotente ante su otra hija que se ha vuelto distante, es
impotente ante su hijo menor que pregunta por su hermana y es impotente ante su
esposa que se marcha de casa. Es impotente ante una herida que el tiempo no
podrá borrar. Es impotente ante los adorables huesos rotos de su hija.
Una ruptura muy
tangible, como la del cráneo de Susie al momento de morir. Una ruptura que
transgrede cielo y tierra, vida y muerte. Su sombra se extiende por personas
con las que jamás habló del todo. Por los meses, por los años. Su asesino viviendo
a dos calles, saludando a su familia cada mañana. Sus hermanos, Lindsey y
Buckley, creciendo sin una familia. Y Susie viéndolos crecer, viendo a Lindsey
convertirse en la mujer que ella no será jamás y experimentando el amor y el
placer sexual que a ella le fue vetado. Porque al final una novela así conlleva
a muchos detalles morbosos y la vida sexual de sus personajes no escapa de la
vista del lector. Con todo esto, puedo decir que es una novela muy equilibrada,
las diferentes escenas sexuales –violaciones o consensuales– no resultan aparatosas,
sino reconciliadoras; no quedan impregnadas de sangre y muerte, sino de vida y continuidad.
Un detalle curioso es
que la misma Sebold fue victima de violación, por lo que aquellos consejeros
celestiales que encuentra Susie llevan mucho de personal. Es una novela muy
sencilla, pero con cargas emocionales fuertes. Si bien no puede existir aquel ‘final
feliz’, el quiebre tampoco puede durar para siempre. Por lo que cada personaje
se desarrolla lo mejor que puede, junto con sus manías y sus dudas. Tal vez sea
Samuel quien no se recuperará nunca, pero el enemigo a vencer, a lo largo de
cada capítulo, es el de la culpa. Y supongo que la culpa es algo que nos
persigue a todos, aquel ‘hubiera’ que no nos deja descansar. Recientemente se
llevó a cabo la adaptación cinematográfica; aunque respeta la idea general y
sus efectos no me parecen malos, simplemente no es lo mismo. No es sólo el
asunto de la violación, no aquello de quien actúa bien y quien mal, sino los
pequeños detalles –las fotografías, la
ropa, los juguetes– que ya no pertenecen a nadie, que nos detienen en nuestra
vida cotidiana y nos demuestran que esas cosas pasan.
Piedras y huesos;
nieve y escarcha;
semillas, judías y renacuajos.
Senderos y ramas, y una colección de besos.
¡Todos sabemos a quién añora Susie…!
nieve y escarcha;
semillas, judías y renacuajos.
Senderos y ramas, y una colección de besos.
¡Todos sabemos a quién añora Susie…!
Editorial DEBOLS!LLO: $139
Mondadori: $109 (sólo en Gandhi)
Disponible en:
-El Sótano
-Gandhi
-FCE
-Porrúa
-El Péndulo
Ahora sí me hicieron llorar con la reseña... Prometo leer el libro, admito que me quedé asustada con la película, pero después de leer su entrada y saber que la novela no es tan centrada en el trauma del asesinato como la pelicula sí me deja con ganas de leerla. Un saludo, chicos :) Abrazos! VanP : [
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