sábado, 17 de noviembre de 2012

Peter Camenzind



·  Hermann Hesse [Alemania]
·  Primera edición: 1904
·  Novela

Y dentro de mi pobre alma de niño, aun en blanco y llena de calma y esperanza, el reflejo del lago y el espíritu de las montañas dejaron la huella de su orgulloso existir. Los áridos riscos y desgarrados precipicios me hablaron, en tonos de pavor y desafío, de la fecha lejana en que surgieron a la vida. Aludieron a la época remota en que la tierra se removía en desorden, y se lamentaba al nacer y expulsar de su torturada matriz los escarpados picos y penachos.

Hurra por otro chico enamorado de la naturaleza. He tenido este libro por toda mi vida —alguien de la familia lo compró sin razón aparente mucho tiempo antes de que yo naciera, y desde entonces había pasado mucho tiempo en los varios libreros de la casa, enfundado en un forro escolar de plástico. Las páginas de mi copia están marcadas hasta el capítulo cuatro con sellitos de Hello Kitty, seguramente por obra de quien después sería mi madre. No es lindo admitirlo, pero quizá era por esa fealdad de la edición (cuya portada tampoco ayuda, siendo una mezcla de letras gigantescas tipo marquesina y una cabeza de mujer flotante sobre un fondo negro) que nunca lo había leído. Pero bueno, a todos les llega su hora, y una noche me atreví a abrirlo. Es un libro de Hesse, claro, eso podría garantizar calidad, pero lo que no muchos saben es que es su primera novela. Mas el esquelético alemán me probó equivocado en mi cautela; su primera historia es poética, genuina y —en mi opinión— mucho más legible que El lobo estepario, al cual tantos aman.

Entonces: hurra por otro chico enamorado de la naturaleza. Quizá fue porque el periodo de tiempo que dejé entre ambos (no teniendo idea de qué trataba Peter Camenzind) fue algo corto, pero me sentí como si estuviera leyendo Pan otra vez. Los héroes de ambos libros aman a la madre tierra y también, esporádicamente a ciertas mujeres raras que se cruzan en su camino. Pero hay diferencias; las pasiones de ambos corren por corrientes distintas, y sus circunstancias de vida dicen mucho acerca de los países de los cuales salió cada libro. Camenzind es, para empezar, un personaje mucho más verosímil en su accionar que Glahn, el protagonista de Pan. No se dispara en el pie por amor, ni le escupe en la oreja a nadie (lean Pan, en serio). Esto importa, porque su amor a la naturaleza o a las mujeres nunca parece demasiado exagerado —tan sólo lo que es natural sentir para un chiquillo con alma de poeta criado en las montañas. También ayuda que Hesse narre la novela desde el principio, dándonos información sobre la familia e infancia de su héroe, para que nos familiaricemos con él. Pero sobre todo, el encanto está en la prosa: no recordaba muy bien el estilo de Hesse, pero debo decir que es soberbio. Es un estilo que evoca al mismo tiempo la simpleza de la vida humana y la divinidad que yace en sus capas más profundas.

Pretendía enseñar a la gente a escuchar la pulsación de la naturaleza, a compartir la plenitud de la vida y a no olvidar, bajo la presión de sus destinos mezquinos, que no somos dioses y que no nos hemos creado por propia volición, sino que somos criaturas de la tierra, parte del cosmos. 

¿Por qué digo que el accionar de los personajes revela algo sobre el país de los escritores? Bueno, pues mientras Glahn era un aventurero rígido al más puro estilo vikingo, Camenzind es un hombre duro, sí, pero también sensible al arte europeo, con el cual interactúa de cerca, lo cual denota aspectos más alemanes. Él nace en un pueblo perdido, pero la protección de un tutor le permite estudiar y viajar a la ciudad, donde comienza a hacer amigos artistas —luego aprenderemos que esto no fue tan bueno como parece. Casi toda la gente le resulta pretenciosa, y aunque paradójicamente él mismo termina escribiendo para un periódico, cada vez se siente más alejado de toda esa gente que pretende ser su amiga. Se enamora, y a la chica no le importa. Tiene un amigo entrañable, y él desaparece de un modo súbito. Sale de la vida citadina amargado, cínico, y hasta alcohólico.

Pero la última parte de la novela redime su carácter. Si tuviera qué describir el libro en una palabra, diría que trata de reconexión, retorno. Eventualmente, el personaje aprende que lo que en verdad ama no puede encontrarse en un ambiente tan ajeno a él, por más mujeres bonitas que éste tenga. La novela tiene un padre, un tío, los amigos que hace en sus viajes por innumerables pueblos, y un personaje —cerca del final— en el que se centra toda la belleza y toda la tragedia. Estos personajes no son miserables, pero sí son pueblo llano. Camenzind trata de un poeta que aprende a detestar el mundo artístico, y a ver las semillas de su obra esparcidas no en la bulla de los salones elegantes ni en la plática de amadas inalcanzables, sino en la compañía de gente simple —o bien de uno mismo, trepando una montaña al amanecer sólo porque sí.

Si les gusta Steppenwolf, no puedo garantizar que amen este libro —es mucho menos sórdido y complicado. Se limita a contar la historia de un hombre que aprende a ver la poesía en lo que está más cerca de él. Y sin embargo, en el centro hay personajes muy similares: solitarios que se ven impulsados a entrar en un mundo que no les encaja del todo. El libro tiene muchos pasajes que suenan a Greenpeace, pero Hesse tiene un estilo incomparable al de un redactor de folletines ecológicos. El escritor hace un esfuerzo por comprender la belleza de lo simple, más que sólo observar lo bello y solemne. Y es que ese parece ser el punto final del libro: si vas a ser artista, sólo siente la vida fluir, sin importar la aprobación de nadie, las miradas, los reproches. La poesía no es una conjunción de letras —es un arroyo, es el aire, es un hogar.

En el viejo cajón de mi mesa de trabajo reposan las primicias de mi gran obra, que bien podría llamar “La Obra de mi Vida”, aunque suene un tanto pretencioso […] Sin embargo, nunca tendrá el valor que el de mis años de juventud, que han pasado, pero que no se han perdido.

Alianza Editorial: $250-315
Disponible en:
-El Sótano
-FCE
-El Péndulo

2 comentarios:

  1. Hola, buen blog el que llevas, te seguiré a partir de ahora.

    Llegué aquí gracias a esta novela de Hesse, pero me apunto la recomendación de 'Pan'.

    Un saludo.

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  2. Saludo de vuelta, ojalá encuentres 'Pan' tan interesante y enigmático como yo lo hallé. Y también tiene sus momentos de humor negro.

    Gracias por el comentario, y recuerda que somos dos quienes llevamos el blog :)

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