sábado, 24 de noviembre de 2012

Donde el corazón te lleve

  • Va’ dove ti porta il cuore 
  • Susanna Tamaro [Italia] 
  • Primera edición: 1994 
  • Novela 

Hace dos meses que te fuiste y desde hace dos meses, salvo una postal en la que me comunicabas que todavía estabas viva, no he tenido noticias tuyas. Esta mañana, en el jardín me detuve un largo rato ante tu rosa. Aunque estamos en pleno otoño, resalta son su color púrpura, solitaria y arrogante, sobre el resto de la vegetación, ya apagada. ¿Te acuerdas cuando la plantamos? Tenías diez años y acababas de leer El Principito. 

Las primeras líneas son importantes. Un libro puede atraparte por completo durante toda tu vida en un simple inicio. Es por eso que mis últimas reseñas llevan por primera cita las primeras líneas del libro, aunque suene a trabalenguas. Si Susanna Tamaro llegó a no ser olvidada en mi librero es justamente por su primera oración, por la última parte, siendo más específica: “no he tenido noticias tuyas”. Donde el corazón te lleve no suena a un título del todo tentador y la colección a la que pertenece, “Escritoras de Hoy”, hace pensar en textos feministas. Nunca me hubiera fijado en él por mi cuenta, lo que hubiera sido una lástima siendo conscientes de que lo venden en todas las librerías de viejo del centro. Pero afortunadamente mi criterio no fue indispensable en esta ocasión: me lo regaló alguien a quien ni siquiera he tenido el gusto de conocer en persona, tan sólo una voz por el teléfono y una nota que aún conservo. 

Lo comencé por el compromiso de haber sido tomada en cuenta de la manera más dulce, continué porque Olga me arrastraba por sus disculpas, y lo terminé porque alguien debía escuchar su amargura. La amargura de alguien que se ha equivocado y no ha sabido cómo arreglarlo. La amargura de quien no se puede explicar más que con palabras escritas. ¿Hace cuánto tiempo escribieron una carta a la persona que más extrañan en su vida? Antiguos amores, pueden pensar; amigos pasados, deben decir; conocidos ausentes, han de aventurar. Error. Olga no extraña a ninguno de ellos. Olga extraña a aquella rosa que vio crecer pero que no pudo podar. A una rosa que decidió marchitarse en reproches y dejarla sola: Olga extraña a su nieta. ¿Ustedes a quién extrañan?, ¿cómo sentirían al saber que no son extrañados ni recordados? ¿Cómo debe ser el tener consciencia de que las disculpas que se escriben no serán enviadas ni leídas hasta que la tierra trague nuestro cuerpo?


¿Lo odiaba? No; te parecerá extraño, pro no lograba odiarlo. Para odiar a alguien es necesario que te hiera. Que te haga daño. Augusto no me hacía nada, ésa era la cuestión. Es más fácil morirse de nada que de dolor: una puede rebelarse ante el dolor; ante la nada, no. 

Ni siquiera odia a su nieta, porque tampoco la ha herido, tan sólo la ha ignorado –pero no voy creer que la haya olvidado. Marta se ha marchado a América, a estudiar, a crecer, a escapar de una casa y una anciana cubiertas de encierro. Al marcharse han pactado no enviarse postales; por lo que las líneas de Olga quedarán esperando una mirada comprensiva mientras que su autora se hace polvo. Tal vez sea lo mejor, porque así la anciana mujer no tendrá que soportar algún reproche adicional referente a sus confesiones. Porque a final de cuentas, Augusto es su esposo, un buen esposo, de aquellos que llevan dinero al hogar y se despiden con un beso en la mejilla; de aquellos que disponen su ropa para el día siguiente y leen el periódico en el desayuno; de aquellos buenos esposos que hacen matrimonios felices en donde nadie ama a nadie. Olga resiente este vacío en su vida, y a la manera más cliché y más italiana, conoce a Ernesto, su amante.

La época, ser mujer, sus padres, su posición social. Todo parece haber conspirado en contra de Olga. Las cartas pueden parecer inconexas, pero es que así ha sido su vida y así son sus recuerdos. Los días lluviosos llevan su pasado familiar y durante los soleados atiende su jardín. No hay constancia en aquello que la pone triste y aquello que le genera felicidad; una vez que ha dejado sus sueños tan atrás como le fue posible, la diferencia entre realidad e ilusión apenas es dolorosa. Bien podría pasar las tardes reviviendo momentos con Ernesto o con Augusto. La diferencia no existe, porque ambos están muertos y su vida también se apaga. Su hija también partió del mundo muchos años antes que ella, odiándola. ¿Y su nieta? Pareciera que cuando la vida le da una nueva oportunidad; pareciera que de nuevo está destinada a fallar. Se esperaría mucho más de un personaje que puede tener tan profundas reflexiones sobre la vida, pero estamos cometiendo el error de juzgar antes de tiempo, y de eso va el libro.

Olga vive en un mundo tan pequeño que asfixió a su hija y a su nieta. Pero su pequeño mundo es explicado a lo largo de sus cartas, sus esfuerzos por pasar desapercibida, tienen todos una razón de ser. A veces, sólo a veces, la vida nos puede asustar mucho. Aquella anciana lo ha perdido todo y ahora va a perderse a sí misma. Le ha llorado a todos sus muertos, pero no parece que nadie le vaya a llorar a ella. Luchar mucho y conseguir poco. Pero, por lo menos, ha podido explicarse, ha podido pedir un último favor a sus errores. Suena a un libro triste, y de cierta manera lo es. Pero invita a algo más que simples lágrimas, invita a escribir cartas a quienes no se han ido aún, por ejemplo. Las limitantes sociales de Olga se deben a su condición de mujer, pero no se debe leer como un libro feminista. Los tiempos cambian, las mentalidades no siempre. A veces, las fechas de las cartas presentan intervalos muy largos, entonces lo sabemos. Se ha cansado, se cansa cada vez más. Antes de cerrar el libro necesitamos conocer una clase de perdón. No un perdón de su marido, ni de su nieta, ni de nadie. Sólo de ella, de Olga. Quisiera que se perdonara por aquello que no fue su culpa. 

Vistas desde fuera, muchas existencias parecen equivocadas, irracionales, locas. Mientras nos mantenemos afuera es fácil entender mal a las personas, sus relaciones. Solamente estando dentro, solamente caminando tres lunas con sus mocasines pueden entenderse sus motivaciones, sus sentimientos, aquello que hace que una persona actúe de una manera en vez de hacerlo de otra. La comprensión nace de la humildad, no del orgullo del saber.


Seix Barral/Planeta: $70
Booket: $140
Disponible en:
-El Sótano
-Porrúa
-(todas las librerías de viejo del centro, de acurdo a esta reseñista)

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