- Hermana mía, mi amor*
- My Sister, My Love: The Intimate Story of Skyler Rampike*
- Joyce Carol Oates
- Primera edición: 2008
- Novela
**leí el libro en inglés
y, a pesar de que la traducción del título se encuentra disponible, prefiero
dejar el título original en la reseña, además menciono el título completo de la
novela.
Skyler ayúdame Skyler estoy tan sola en este lugar Skyler estoy tan asustada Me duele tanto Skyler no me dejarás en este terrible lugar lo harás Skyler?
Nueve años, diez meses, cinco días.
Nueve años, diez meses, cinco días.
Esta voz infantil en mi cabeza.
♥
Todas las familias disfuncionales son iguales. Ídem “sobrevivientes”.
Yo, yo soy el “sobreviviente” niño de una infame familia Americana, pero probablemente después de casi diez años no me recordaran: Skyler.
Hay un par de cosas que deben saber de este libro. Para empezar,
he de admitir que no lo recomiendo por completo –a menos de que tengan mucho
tiempo libre y muchas ganas de estresarse. El problema de tener escritores
favoritos es que nos duele mucho cuando fallan. Si bien, Oates no produce una
catástrofe en esta novela, sí tengo que aceptar que se le va de las manos.
Tardé más de medio año en leerla, y un fin de semana para aceptar que tras la
página trescientos (son casi seiscientas) perdí interés. Lo último me resulta
algo trágico; no sé si sea una ironía o una crueldad, porque de eso va buena
parte de la novela: sobre perder interés. En este caso no se puede decir que
sea un interés benigno, ni siquiera recomendable. Es el interés que produce la
prensa amarillista. Las primeras planas donde se muestran fotografías de
decapitados, cuerpos aplastados sobre el pavimento, crímenes por venganza o
simple odio. Una prensa amarillista a la que nos vemos expuestos cada día y que
se ha encargado de curarnos de espanto. Ya no nos sorprende saber que una madre
asesinó a su hijo; sólo escuchamos nombres y apellidos, razones y castigos. Puede
durar un día o una semana; después la
noticia se hace vieja y es remplazada por algo más atroz.
A veces los encabezados muestran a alguien conocido, alguien
famoso. Un cantante que consume drogas, una actriz que se rehabilita por
anorexia. Con casos así el registro cambia. La atención es completamente
absorbida y la misma noticia es reciclada cuantas veces sea necesario.
Cualquier mancha es buena para llenar los espacios televisivos, cualquier mal
paso puede ser el mismo tema de interés común por años. Los homicidios sin
resolver ocupan el primer lugar de esta macabra línea, pero la cereza del
pastel son los niños. “Cuando la inocencia es asesinada”, diría algún
presentador mediocre. Ya tienen la nota completa, con todo y encabezado. Una
pequeña niña asesinada en su propia casa, ¿les suena a algo? Pero aún existe
una intriga. ¿Por qué es famosa una niña de apenas seis años? Ahora tienen la
segunda parte de la noticia y la segunda parte de un tema de interés tan común
como el homicidio: la explotación infantil. Ahora ya tienen una novela, una
parte de ella –las primeras trescientas páginas, siendo específica.
Hace ya mucho tiempo, desde que tenía nueve años. Y ellos me alejaron cuando Bliss fue encontrada, y nunca vi a mi hermana de nuevo, y mi cabello cayó a puñados, y cuando volvió a crecer, creció mal. Y algo en mi cerebro está mal.
A mi parecer, la novela se le fue de las manos a Oates en el
momento en que quiso abarcar todas las fallas, errores, estereotipos y traumas
que el sueño norteamericano puede tener y atribuírselos a una sola familia.
Tristemente, y a manera de rescate, puedo creer con total sinceridad que todas
esas cosas pasen en una sola casa. Después de todo, una chispa pequeña desata
una gran explosión: de una madre desesperada a una hija asesinada. Aunque un
sello distintivo de Joyce Carol Oates sea el de dar vida a enormes novelas (la
última traducida al español, Blonde, debe tener unas novecientas páginas), My Sister, My Love es sencillamente
demasiado. No estamos frente a una historia de suspenso, no hay un gran
misterio que resolver, porque no es la niña muerta a quien debemos prestar
atención. Es a quien vivió, al “sobreviviente”, al hermano mayor de la famosa
niña patinadora Bliss Rampike: Skyler. Por eso me resulta trágico haber perdido
parte del interés tras la página trecientos, porque para ese momento Bliss ya
está muerta y su vida no puede seguir siendo miserable; lo que queda es una improvisada memoria donde
Skyler trata de explicar como es que su vida quedó arruinada.
Al decir “arruinada” me refiero a grandes catástrofes en pequeña
escala: antidepresivos, antipsicóticos, escuelas especiales, hospitales, drogas
y beneficencias. Pasando por una novia suicida –que cuenta como novela dentro
de la novela– y no volver a hablarles a sus padres en diez años. Entonces, una
niña sangrando en la alfombra y un hijo drogadicto es el producto final de una
feliz y joven pareja americana. Aquí empiezan los estereotipos: un hombre
jovial, prometedor, seductor y mujeriego casado con una mujer sin autoestima
alguna, temerosa de Dios y fanática de productos religiosos. El delirio de
grandeza del padre alcanza la cumbre cuando su primer hijo resulta ser barón y
todo se viene abajo el día en que Skyler literalmente alcanza el cielo y queda
medio lisiado. Los nombres siempre son importantes. Mientras Skyler prometía
llegar al cielo, su hermana menor es una nueva expectativa, por lo que nombre
es cambiado a Bliss, una muy esperada dicha. Y lo fue. Una niña de seis años es
famosa por convertirse en una pequeña campeona del patinaje sobre hielo a la
edad de cinco. Betsey Rampike, la madre modelo. Compró una dignidad y un cuerpo
nuevo, recuperó una parte de su esposo, alcanzó la fama junto con su hija
gracias al amor de Dios y envió postales a todos sus nuevos amigos donde una
feliz niña sonreía en brazos de sus padres.
Y después Bliss cayó en el hielo, después Dios se fue. Bix
Rampike, el padre modelo, regreso a vivir en hoteles y a tener amantes de
veinte años. Betsey Rampike se aferró a sus medicamentos. Skyler Rampike dejó
de ser el ‘hombrecito de mamá’. Bliss Rampike murió. ¿Y después? La parte final
de mi edición contiene un entrevista donde Oates declara que su cometido al
dejarse escribir con la voz de un ex-adicto de diecinueve años es el de llevar
al lector a la misma morada donde habitan aquellas personas victimas del
infierno sensacionalista. Skyler declara una y otra vez la existencia de sitios
Web donde aún se habla de su hermana y donde muchas veces se le acusa de haber
sido el asesino. Además de tener que presenciar múltiples programas especiales
donde se le rinde homenaje y se pide por el alma de esa pequeña asesinada por
un gobierno liberal. La fama que iluminó a Bliss lo persigue a él, pero de la
manera más ingrata. My Sister, My Love
no conduce más allá de la misma pregunta sin respuesta: ¿qué sigue?
En diez
años Skyler no ha podido decir su apellido sin causar un murmullo reprobatorio
a su alrededor. La reflexión que deja el libro se puede resumir a “vive y deja
vivir”, pero en conjunto no puedo dejar de creer que es demasiado. Demasiadas
improvisaciones, demasiados capítulos sin nada, demasiados pies de página,
demasiadas malas jugadas… Pero si al principio dije que había un par de cosas
que mencionar, la segunda es tal vez la más importante; la que justifica tantos
demasiados. La historia está basada en un suceso real, el asesinato de JonBenét
Ramsey, una niña de seis años, famosa por haber ganado varios concursos de
belleza. Si buscan un rato por Internet, encontrarán suficiente información
como para armar una novela. Información que no respeta dolor o luto alguno y
que, de alguna manera, justifica los ‘demasiados’ que le atribuyo a Oates. Tal vez, si lo llegaran a leer, no lo convertirán en su libro preferido; pero de alguna forma recuperaran suficiente sentido humano como para no dejarse seducir por los grandes y sangrientos tabloides que nos dan los buenos días. De alguna forma recordarán que lo que hay tras todos esos aparatosos accidentes y violentos crímenes son personas reales, con vidas arruinadas y sentimientos acribillados en preguntas sin responder y cegadores flashes periodísticos.
Sólo para asegurar al lector: nada de esto te pasará algún día. Nunca sabrás como “fuentes anónimas”, incluyendo tus amigos, extenderán terribles mentiras acerca de ti como murciélagos escupidos de sus bocas y si te preguntas por qué, por qué mentir, por qué herir a otra persona, la respuesta es Porque soy anónimo, por eso.
Disponible en inglés,
Editorial Harper Collins: $99
Editorial Harper Collins: $99
-Gandhi
-O pueden ordenarlo en Amazon (recomiendo esa edición, P.S.).
La edición en español está disponible en la editorial Alfaguara,
pero encontrarla es cuestión de buscar.
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