- W. H. Auden [Inglaterra]
- 1957
- Poema
Looking up at the stars, I know quite well
That for all they care, I can go to hell,
But on earth indifference is the least
We have the dread from man or beast.
How should we like it were stars to burn
With a passion for us we could not return?
If equal affection cannot be,
Let the more loving one be me.
Admirer as I think I am
Of stars that do not give a damn,
I cannot, now I see them, say
I missed one terribly all day.
Were all stars to disappear or die,
I should learn to look an empty sky
And feel its total dark sublime,
Thought this might take me a little time.
Con este poema comencé a interesarme por Auden. Ahora bien, debo
admitir la trampa incluida en esta reseña, además de un error de apreciación.
No es lo mismo hacer reseña de un libro que de un poema, o al menos eso estoy
por descubrir. En todo caso, presiento que hablar de lo segundo conlleva un
enfoque bastante más personal. El segundo punto a discutir es el idioma. No
puedo darme el lujo de traducir poesía, sobre todo la de Auden. Aunque la idea
puede permanecer, la rima se perdería y eso sería muy triste, ya que los poemas
de Auden son como canciones y sin la rima todo se estropea. Basta con dar una
ojeada a esta primera estrofa: well,
hell, least, beast. Una traducción, aun una muy buena, perdería
inevitablemente el sonido conjunto de estas palabras. La trampa que mencioné tiene que ver con el análisis en sí; este
poema lo vi en clase, por lo que los comentarios y observaciones no terminan de
ser míos. En resumen: creo que esta será
una entrada corta (aunque siempre que pienso eso resulta lo contrario) y sin
muchas posibilidades de encontrar traducción.
Si han decidido seguir adelante, empezaré por las señas generales
del poema. La rima es sencilla, casi tarareada: AABB, y se repite por las
cuatro estrofas. En cuanto al tema, tal vez ese sea un punto más difícil que
tratar. Al pensar en poesía, muchos de nosotros movemos nuestros pensamientos
hacia palabras cursis y momentos empalagosos de recitales de Día de las Madres.
Pero aquellos fervientes versos que impacientaron nuestra infancia le son
ajenos a Auden. “The More Loving One” no nos habla de una pasión mortal, aunque
sí ardiente, literalmente. Siempre existe un momento incómodo en que debemos
aceptar que no somos correspondidos, o bien, no sabemos corresponder. De eso va
el poema, de un amor que al no ser correspondido se vuelve tan distante como
las estrellas mismas. Las primeras dos líneas son muy claras, las estrellas están
lo suficientemente lejos como para no vernos, for all they care, I can go to hell. Pero nosotros sí las podemos
ver, estudiar, clasificar e incluso amar. ¿Imaginan la pasión no correspondida
de un astrónomo? Amar algo que ni siquiera puede tocar, serle indiferente a
aquel brillo. Pero debemos controlarnos, al más puro estilo inglés. Auden no
deja paso a las desenfrenadas notas suicidas de las que se vanaglorian muchos
poetas, por el contrario: seamos hombres o bestias, porque de eso dependerá el
control de nuestros sentimientos.
La segunda estrofa habla más de imposibilidades que de
indiferencia. Las primeras líneas sugieren que tal vez las estrellas arden por
nosotros, con una pasión que no podemos corresponder. Ahora los insensibles
somos nosotros, porque la distancia se interpone –misma distancia que alguna
vez hemos interpuesto con alguna persona. Pero al final de esta misma estrofa
se encuentra una de las frases más bellas que he leído. Ni las estrellas nos
corresponden, ni nosotros a ellas, al menos no por completo. Entonces: si un
afecto igual no puede existir, permíteme ser quien ame más. Al menos quedamos
con esa satisfacción.
A pesar de esta aparente tregua, la tercera y cuarta estrofa tienen
algo más frío que le da un giro al poema, pero que también ofrecen algo de
consuelo. Sin importar lo admirados que estemos por aquellos brillantes astros,
no los extrañamos terriblemente durante el día. Por mucho que amemos, nuestras
mentes pueden estar en otra parte y no regresar al objeto amado hasta mucho
después; hasta la noche, en este caso. Tal vez consuelo, tal vez revancha. Al
final del poema, la voz poética ofrece la mano a la aceptación: puedo vivir sin
ellas, dice. Cuando todas ellas mueran, o desaparezcan, aprenderé a ver un
cielo vacío. Incluso encontraré sublime aquella noche de oscuridad total,
cuando el objeto amado ya no está a la vista y lo único que queda es el negro
de la nada. Sólo me tomará un poco de tiempo aceptarlo.
Así concluye Auden, con la aceptación. Ni siquiera puedo llamarla
resignación. Una manera muy bella de decir algo muy escuchado: el tiempo cura
todo, incluyendo el vacío dejado por las estrellas. Nadie muere de amor, nadie
llora de pérdida; sencillamente la vida se reacomoda. Hubo un orden antes de
que llegara alguien, otro orden cuando tu espacio y tu tiempo se ocupó y
compartió con el de alguien más, y un orden nuevo ahora que se ha ido. Puede
parecer un poema un poco frívolo, pero resulta más honesto y aceptable que
aquellas montañas de antologías donde nadie puede vivir sin la amada inmóvil.
El poema acompaña a quien lo necesita en un rato difícil, cumple con la primera
gran misión. Al hablar de estrellas, Auden enfatiza distancia, belleza y
admiración: todo aquello que apreciamos en quien no nos ve o finge no hacerlo. Si
el momento no ha llegado para aceptar aquella distancia, entonces, let the more loving one be me.
:') Me gustó mucho está entrada. Me recordaron algo muy importante del poema que había olvidado... Uno se levanta de las caídas tarde o temprano... Ahora sí, Angie, me sacaste lo sensible. Me agrada el giro que dieron hacia la poesía, me parece una genial idea! :) Un saludo!
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