domingo, 30 de junio de 2013

Howl / Aullido



  • Allen Ginsberg [E.U.] 
  • Primera edición: 1956
  • Poema 
⋆⋆⋆⋆½

I saw the best minds of my generation destroyed by madness starving hysterical naked,
dragging themselves through the negro streets at dawn looking for an angry fix,
angelheaded hipsters burning for the ancient heavenly connection to the starry dynamo in the machinery of night

No me gusta usar las líneas más celebres de algo para mis reseñas. Por supuesto, muchos de los libros que aquí se muestran no son lo suficientemente famosos para tener líneas célebres, pero me refiero a los que sí lo son. Los CLÁSICOS. Prefiero buscar y rebuscar en ellos hasta encontrar alguna joya perdida. Un pensamiento tremendamente claro y poderoso que otras líneas hayan opacado por cualquier razón. Una frase no-célebre que quizá no hubieran tenido de no comprar el libro, y que quizá logre hacerlos considerar su lectura de un modo tan fuerte como el de las líneas con fama, repetidas hasta el hartazgo en páginas y paredes y posts de Facebook y tweets. Pero en este caso, sencillamente, no puedo. Las primeras líneas de Howl son inseparables del significado del poema y del significado de la generación Beat como ente completo. Debo abrir con este pasaje, a pesar de que muchos de ustedes se lo sepan de memoria, puesto que allí está todo de lo que debemos hablar cuando pronunciamos el nombre Allen Ginsberg. El sacrificio de una generación, el exceso inevitable de sustancias peligrosas, la obsesión de estos condenados con mirar hacia el cosmos buscando salvación, ángeles que son ángeles pero al mismo tiempo se queman en un averno. Tres versos que son un cosmos, como Walt Whitman —maestro de Ginsberg— pretendiera serlo.

Tal es el peso de Howl, ni más ni menos. El impacto de un meteoro que viene por siempre a redefinir nuestras concepciones sobre el exceso, el sufrimiento, la redención y la locura. En ocasiones el estilo de los Beats puede ser demasiado inconexo en apariencia, y eso puede desesperar. Como ya he dicho, esto me pasa a veces con Kerouac. Pero si existe una obra que justifica de una vez por todas la validez de esta corriente literaria, es este poema, pues es capaz de llevarnos al corazón del dolor y traernos de vuelta del modo que sólo el gran arte hace. En el camino es una obra más expansiva y entendible; América es un poema más conciso línea por línea; pero Howl es el centro de todo, la vorágine, “un viaje por el infierno”, como dijera William Carlos Williams en su introducción a la obra. ¿Pero en dónde yace la grandeza del poema? ¿Y por qué lo idolatramos tanto hoy en día?

Moloch! Solitude! Filth! Ugliness! Ashcans and unobtainable dollars! Boys sobbing in armies! Old men weeping in the parks!

La grandeza del poema yace, para empezar y de modo casi literal, en su enfoque que parece abarcar todo. Las tres partes del poema parecen dividir al mundo. La primera parte es un retrato de cuerpo entero de todos ellos, los jóvenes sacrificados, en un sinfín de imágenes que pudieran pertenecerles a cada una de esas mentes destruidas por la locura. La segunda parte nos revela quién es el opresor, el responsable de todo este sufrir: Moloch, es decir, la sociedad americana. El consumismo, el culto a los billetes verdes y a la gloria hueca de quien se afirma como vencedor a costa de la miseria de los suyos. La tercera parte hace todo mucho más personal. Lleva el poema a un espacio que sólo le pertenece a dos personas, Allen Ginsberg y Carl Solomon —su amigo y confidente encerrado en una institución mental. Todas las partes están escritas en un estilo que sólo cabe comparar a un collage o a una torre eterna. Las cosas se amontonan; lo individual y lo colectivo, lo cristiano y lo budista, lo real y lo ficticio; todo encima de todo, con la prerrogativa de mostrarnos que todo forma parte de una sola realidad. Una sola y acuciante realidad.

Howl es el centro del universo Beat porque todo es enorme, todo es gritado con una intensidad férrea: desde las imágenes más sublimes, extraídas de los vedas o la biblia, hasta las muestras más totales de depravación y decadencia. Gran parte del éxito de los Beats es que la sociedad nunca supo atacarlos. Los llamaban degenerados y pervertidos, pero ellos sabían que lo eran, como este poema demuestra en líneas pútridas como “who cowered in unshaven rooms in underwear, burning their money in wastebaskets and listening to the terror through the wall” o “who let themselves be fucked in the ass by saintly motorcyclists and screamed with joy”. Ellos tenían consciencia total de su obscenidad, y no buscaban ocultarla. Al contrario, esa obscenidad era su alma, o parte de ella, y todo lo que pertenece al alma les parecía sagrado y puro. El pensamiento Beat enaltece la decadencia, y eso los hizo elusivos para las autoridades de su sociedad. Se convirtieron en héroes contraculturales perfectos porque demostraron que las ideas y el arte no estaban peleados de los recovecos más mórbidos del ser humano, sino que bien pueden componerse de ellos.

¿Y hoy? ¿Qué nos importa hoy Howl? Bastante, según yo. ¿O acaso alguien puede negar en estos momentos que el sueño americano está fallando estrepitosamente? ¿Alguien puede tapar con un dedo las muertes, los bombardeos, las bancarrotas? ¿Alguien puede mirar un dólar y leer ese In God We Trust sin sentir un acceso de nausea? No sé si mi generación esté siendo ignorada del modo que los Beats fueron. Creo que tenemos herramientas tecnológicas que nos unen y nos hacen un tanto más fuertes. Pero creo también que esas herramientas se sienten inútiles en la faz de un sistema, un Moloch eterno y despiadado, que se empecina en continuar con su camino de lágrimas y monedas, ignorando a quien sea necesario. Creo que las marchas no funcionan. Creo que nuestras palabras levitan sin peso. Creo que estoy decepcionado. Es por ello que Howl, llega a mis oídos con una fuerza tan colosal —ese aullido ha traspasado la barrera del tiempo para venir a hablarnos a nosotros, y a quienes vengan detrás de nosotros. Nos habla sobre un grupo de jóvenes idealistas y malditos que florecieron hace sesenta años, sí, pero también de cualquier grupo humano, de cualquier sociedad que se deje arrastrar por la codicia hacia un infierno compartido y desesperado. Eso hacen los grandes poemas, los grandes libros, los CLÁSICOS: nos echan el espejo en la cara y lo dejan ahí por siempre.

flips and crucifixions! gone down the flood! Highs! Epiphanies! Despairs! Ten years’ animal screams and suicides! Minds! New loves! Mad generation! down on the rocks of Time!


Laberinto (ed. bilingüe): $90
Disponible en:
-Gandhi
-El Sótano
-Porrúa
-FCE
-El Péndulo

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