domingo, 21 de julio de 2013

El lector


· Der Vorleser
· Bernhard Schlink [Alemania]
· Primera edición: 1995
· Novela


⋆⋆⋆½


No podemos aspirar a comprender lo que en sí es incomprensible, ni tenemos derecho a comparar lo que en sí es incomparable, ni a hacer preguntas, porque el que pregunta, aunque no ponga en duda el horror, sí lo hace objeto de comunicación, en lugar de asumirlo como algo ante lo que sólo se puede enmudecer, presa del espante, la vergüenza y la culpabilidad. ¿Es ese nuestro destino: enmudecer presa del espanto, la vergüenza y la culpabilidad? ¿Con qué fin?


Debe ser curioso ser alemán. El comediante irlandés Dylan Moran, maestro del absurdo, abrió una de sus rutinas más célebres con un poco de xenofobia hacia los alemanes. Se mete con su idioma (suena como un tostador cayendo por una escalera), con su tierra (es un excusado), con la naturaleza de la gente (parecen puercos). Todos ríen. Lo interesante aquí no es averiguar si Moran en verdad odia a Alemania o no, sino el hecho de que nadie haya levantado un dedo para defender a los germanos. En esta edad de moralina social total, en la cual no hay esbozo de insulto racial que no levante una controversia, Moran pudo plantear sin ningún problema que todo lo que oye cuando un alemán habla es “hitlerhitlerhitlerhitler”. Ser alemán es nacer ya debiéndole cuentas al mundo, es cargar con las losas de tus ancestros aun siendo inocente. Imagínenlo, toda una raza nacida de raíces culpables. ¿Hasta cuándo tendrían ustedes fuerzas de ignorar la situación?

Por lo poco que he leído del tema, la mayoría de los alemanes evitan el tema con vergüenza. Sin duda es lo más fácil, lo que se espera de cualquier ciudadano común que sólo busca vivir su vida. Si uno no se buscó ese tipo de confrontaciones con la historia, lo más natural es huirles cuando se presenten. ¿Pero si uno las buscó? El lector es una novela que ha ganado popularidad últimamente, debido a su versión fílmica popularizada por Kate Winslet, pero lo cierto es que ya antes era una obra importante. Muchos la ven como un bildungsroman erótico, pero, aunque tiene tales tintes, termina por tratarse de otra cosa. Trata de un hombre pragmático, quizá demasiado, que trata de obtener paz tras sentir amor por algo tabú, algo que resultó ser malvado. Y también trata de una Alemania que trata de hacer lo mismo: aceptar las pasiones malogradas de su pasado y enfrentarlas; dejar de esconder los esqueletos en el closet y sacarlos a la luz para destruirlos, hueso por hueso.


—¿No sabían que enviaban a las prisioneras a la muerte?
—Sí lo sabíamos, pero cada mes nos mandaban prisioneras nuevas, y había que hacer sitio.
—¿Así es que, para hacer sitio, ustedes decían: Tú, tú y tú os volvéis a Auschwitz para que os maten?
Hanna no entendió lo que el juez quería decir con aquella pregunta.
—Bueno, yo… O sea… A ver, ¿qué hubiera hecho usted en mi lugar?
Hanna lo preguntaba en serio. No se le ocurría que otra cosa debía o podía haber hecho, y quería que el juez, que parecía saberlo todo, le dijera que habría hecho él. 

Michael Berg es un colegial de 15 años que va saliendo de una hepatitis aguda. Esa misma enfermedad lo lleva a conocer a Hanna Schmitz, cuando ella lo encuentra maltrecho en la calle y le ofrece ayuda. Después, cuando él regresa a agradecerle su amabilidad, ciertos movimientos de la mujer mayor lo seducen. Confundido, evita el lugar por un tiempo, sólo para inmiscuirse de lleno en una relación erótica al regresar unas semanas después. Uno de los mayores hábitos de su relación consiste en la insistencia de ella por escucharlo leer algo en voz alta antes de hacer el amor. La relación es por la mayor parte oculta, obviamente, puesto que ella le dobla la edad, pero eso no evita que llegue hasta lo más profundo de Michael, y que lo desconcierte cuando Hanna desaparece del pueblo. Él crece, sin nunca olvidarla por completo, y se encuentra de pronto estudiando derecho (buscando confrontaciones con la historia criminal de su pueblo) cuando la ve —en un juzgado, acusada de crímenes de guerra. Pero el dilema no sólo está en haber amado a una mujer con un historial tan negro, sino en que su relación con ella le dio la llave para que haya verdadera justicia. ¿Podrá usarla?

He encontrado teorías que dicen que esta es una historia metafórica, y creo que no van del todo equivocadas. Si uno hace las cuentas, el protagonista parece haber nacido alrededor del inicio de la Segunda Guerra Mundial, y Hanna al final de la Primera. De este modo, los personajes representan el atribulado periodo de entreguerras —y reflejan arquetípicamente los problemas de su generación. El pesar, sobre todo; pesar de un modo literal, como una gravedad exacerbada que viene de ser castigado por crímenes ajenos. Michael conoce varias mujeres que bien pudieran haber sido sus compañeras naturales —la colegiala sonriente, la chica profesional y perfecta. Pero no, Hanna sigue ahí, como una sobra, a pesar de que su relación nunca debió ser, de acuerdo a normas sociales. Michael no puede funcionar como un hombre completo porque su mente y su alma se encuentran en el pasado, con una mujer mayor y con su secreto oscuro, insondable. Él amó a un monstruo, y eso nos demuestra que el pasado no es un cuento de héroes y villanos —el mal puede venir de cualquiera, incluso de buenas personas.

El lector no es una novela para sentirse alegre, pero eso no le evita colorear algunos de sus tramos con un azul esperanzador. Tiene un mensaje, creo. Pertenecer a la humanidad es una cosa rara, dado que se nos ha dado el poder de comprender y de registrar. Somos seres efímeros, sí, pero podemos pelear contra ello. Estamos despiertos y conscientes al tiempo, lo sentimos deslizarse por nuestra piel, desgarrarla, acariciarla. Hay cosas en nuestros pasados, y en el pasado de las culturas a las que pertenecemos, que no enorgullecen a nadie. ¿Pero es correcto callar ante ellas y bajar la cabeza? ¿O es un camino más adecuado el plantarles cara y girar el timón de los actos hacia nuevas tierras? Schlink parece indicar que la parálisis nunca vence al horror, y que debemos abrir los ojos y aceptar nuestro pasado. Fundirnos en él para ser una versión total, dolorosamente completa de quienes en verdad somos.

Cuando nos abrimos
tú a mí y yo a ti,
cuando nos sumergimos,
tú en mí y yo en ti,
cuando nos olvidamos,
tú en mí y yo en ti.

Sólo entonces
yo soy yo
y tú eres tú.



Anagrama Bolsillo: $122-175

Disponible en:

-Gandhi

-El Sótano

-Porrúa

-FCE

-El Péndulo

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