- Jorge Ibargüengoitia [México]
- Primera edición: 1990 (en Obras de Jorge Ibargüengoitia)
- Obra periodística
La situación actual de México es la misma Convención de Aguascalientes,
nomás que ya sin personajes y, por consiguiente, sin pleitos. Vivimos en una
sociedad que ha sabido conciliar todas las contradicciones. Por ejemplo, hay
preocupación por la suerte del pobre y se le reconoce su necesidad de espacio
vital, sin embargo, el negocio más grande de México sigue siendo el de bienes
raíces; hubo Reforma Agraria, que era la ambición de Zapata, pero no la hubo
bancaria, que hubiera sido indispensable para llevar a cabo la primera; en
teoría todos somos iguales, pero en el fondo sabemos que hay quien nos mide
según el taino de nuestra cuenta corriente. Es un país romántico, pero también
muy realista.
Siendo muy sincera, este es uno de mis libros favoritos, y
por mucho. Es cierto que ya antes había dado a entender lo mucho que admiro a
Ibargüengoitia; sin embargo, mis acercamientos se habían reducido a un par de
novelas. No existe una gran brecha en cuanto a la calidad de su ficción y la de
su obra periodística, al menos no en un sentido estricto –ambas vienen
resultando absurdamente brillantes cuando se hacen cuentas. No obstante, la
obra periodística que recomiendo ahora lleva enlazada un enfoque nuevo y mucho
más personal sobre la vida cotidiana: de verdad son instrucciones, no sólo para
vivir, sino para entender a un país que hace mucho tiempo consideramos hecho
trizas. Entender de historia, de geografía, de política y hasta de deportes;
entender, con mucho humor, todo aquello que nos ha ido dejado varados en el
subdesarrollo. Y aquello del humor lleva mucha importancia, porque no
cualquiera puede dar tanta soltura a temas semejantes, sobre todo considerando
la época.
Llamarlo libro puede resultar un poco erróneo, ya que en
realidad es una selección de artículos que Ibargüengoitia escribió para el
periódico Excélsior de 1969 a 1979. Por esto mencionaba la importancia de la
época, porque esos diez años –sus precedentes y sus siguientes– son sinónimos
de dificultades, de silencios, de terrores: de priismo. Años donde la opinión
era acallada, y donde el mejor embajador que lograron las letras mexicanas fue
Octavio Paz. No debe entenderse como una selección de quejas y comentarios
espinosos, al menos o en un sentido rústico. Jorge Ibargüengoitia tenía un don
muy especial para la ironía y el humor negro, para hablar de las tristezas sin
amargura, para entusiasmar a sus lectores aún con las opiniones más sobrias. Un
don, en fin, para hacer crítica con inteligencia, sin rencores ni berrinches,
sin llegar a ser engreído o molesto.
El acto de largarse de una reunión sin despedirse de nadie se llama en
Francia "largarse a la inglesa", y en Inglaterra "despedirse a
la francesa". Este comportamiento ligeramente brutal, pero comodísimo para
todos los afectados —no hay nada más molesto que interrumpir la conversación y
levantarse a estrechar manos cada vez que a alguien se le ocurre irse de una
fiesta—, es una omisión perfectamente definida y aceptada en todas las
sociedades.
La selección fue hecha por Guillermo Sheridan y se divide en
seis secciones: “Lecciones de historia patria”. “Teoría y práctica de la
mexicanidad”, “La familiona revolucionaria”, “Con siete copias”, “La lucha por
aprender” y “Las madres y otras mujeres”. Debido a la división por temas, los
artículos no van en orden cronológico; lo cual no hace mucha falta. Con el
transcurso de los años supongo que la precisión del calendario deja de ser
importante, la reemplazan los hechos. La primer parte, por ejemplo, está
dedicada a dejar ver nuestros grandes errores al momento de estudiar y
comprender historia. Nuestros héroes patrios se ven expuestos tal y como los
hemos aprendido: como monografías donde el calvo es Hidalgo, el del paliacate
Morelos, Pancho Villa lleva bigote y sombrero y el que tiene cara de snob es
Iturbide. También revela fallas históricas de personajes como Juárez, porque si
bien el respeto al derecho ajeno es la paz, nunca dejó muy en claro cuál es el
derecho ajeno, ni si el mío tiene más importancia que el del automovilista que
cruza la calle como bólido. La práctica de la mexicanidad, por otra parte, nos
deja en claro que utilizar “la casa de usted” muchas veces puede conllevar
responsabilidades a cualquier tipo de destrucción, que el mexicano no llega a
ser feliz porque nunca logra ser lo que quería, que nos acomplejan comerciales
donde rubios ricos beben vinos, o que el uso del claxon puede revelar mucho de
nuestro estado mental.
Sería un crimen que siga intentando resumir el contenido, me
queda agregar que la selección incluye 294 artículos de los más de 700 que se
publicaron en el Excélsior (me parece que otra selección se encuentra en otro
tomo). También vale decir aquí que si Ibargüengoitia me gusta tanto se debe a
que es un diamante en bruto. Su obra no ha sido publicita, explotada y agotada
como la de Fuentes o Paz; es nuestro. Sus opiniones pueden llegar a parecer muy
bruscas (en algún artículo apoya el cierra de la UNAM por una institución que
deje de estar tan trabada y contaminada), y su lenguaje un tanto coloquial,
pero revela que tenemos ingenio. Somos más que lo que el mundo quiere ver.
Somos más que sombras tiradas bajo un nopal con un sombrero enorme. Podemos ser
coloquiales sin llegar a ser vulgares, como Velasco; ser ingeniosos sin querer
exiliar nuestros restos en Francia. Ibargüengoitia tiene ese punto medio, aún
con las muchas restricciones políticas, sus artículos alcanzan a redimirnos, a
impulsar nuestro ingenio por medio del suyo. No es un autor que se pueda
traducir fácilmente, y creo que es aún mejor; es nuestro secreto, nuestra
última carcajada ante un mundo en el que nos hemos hecho menos.
Cuarenta años han transcurrido desde que el último artículo
fue publicado y, sin embargo, su vigencia es absoluta en muchos sentidos. Las
cosas no han cambiado demasiado, y quizá, entre las risas que me producía cada
nueva página, también terminé algunos artículos con tristeza. La vigencia sobre
temas de corrupción, malestar y trámites inútiles y absurdos no es algo que
pueda generar la mayor de las alegrías. Los engranes políticos parecen
paralizados cuando se reflexiona sobre
estos artículos; es muy probable que algunos funcionarios veinteañeros que
hicieron la vida imposible a Ibargüengoitia y muchos otros en los setentas,
sigan ahora, sexagenarios, atascados en el mismo lugar, usurpando nuestro
tiempo. Pero es un buen sitio donde empezar, sin amarguras, a formar una opinión,
y, quizás, hasta actuar, deshacer la parálisis, crear, en fin, unas
instrucciones para seguir con México.
Los que se levantan temprano a fuerzas constituyen un grupo social de descontentos, en donde se gestarían revoluciones si sus miembros no tuvieran la tendencia a quedarse dormidos con cualquier pretexto y en cualquier postura.
Editorial Booket: $158
Ediciones Gandhi: $99
Disponible en:
-Gandhi
-El Péndulo
-El Sótano
-El Sótano
-Porrúa
No hay comentarios:
Publicar un comentario