jueves, 18 de julio de 2013

Instrucciones para vivir en México

  • Jorge Ibargüengoitia [México]
  • Primera edición: 1990 (en Obras de Jorge Ibargüengoitia)
  • Obra periodística
La situación actual de México es la misma Convención de Aguascalientes, nomás que ya sin personajes y, por consiguiente, sin pleitos. Vivimos en una sociedad que ha sabido conciliar todas las contradicciones. Por ejemplo, hay preocupación por la suerte del pobre y se le reconoce su necesidad de espacio vital, sin embargo, el negocio más grande de México sigue siendo el de bienes raíces; hubo Reforma Agraria, que era la ambición de Zapata, pero no la hubo bancaria, que hubiera sido indispensable para llevar a cabo la primera; en teoría todos somos iguales, pero en el fondo sabemos que hay quien nos mide según el taino de nuestra cuenta corriente. Es un país romántico, pero también muy realista.

Siendo muy sincera, este es uno de mis libros favoritos, y por mucho. Es cierto que ya antes había dado a entender lo mucho que admiro a Ibargüengoitia; sin embargo, mis acercamientos se habían reducido a un par de novelas. No existe una gran brecha en cuanto a la calidad de su ficción y la de su obra periodística, al menos no en un sentido estricto –ambas vienen resultando absurdamente brillantes cuando se hacen cuentas. No obstante, la obra periodística que recomiendo ahora lleva enlazada un enfoque nuevo y mucho más personal sobre la vida cotidiana: de verdad son instrucciones, no sólo para vivir, sino para entender a un país que hace mucho tiempo consideramos hecho trizas. Entender de historia, de geografía, de política y hasta de deportes; entender, con mucho humor, todo aquello que nos ha ido dejado varados en el subdesarrollo. Y aquello del humor lleva mucha importancia, porque no cualquiera puede dar tanta soltura a temas semejantes, sobre todo considerando la época.

Llamarlo libro puede resultar un poco erróneo, ya que en realidad es una selección de artículos que Ibargüengoitia escribió para el periódico Excélsior de 1969 a 1979. Por esto mencionaba la importancia de la época, porque esos diez años –sus precedentes y sus siguientes– son sinónimos de dificultades, de silencios, de terrores: de priismo. Años donde la opinión era acallada, y donde el mejor embajador que lograron las letras mexicanas fue Octavio Paz. No debe entenderse como una selección de quejas y comentarios espinosos, al menos o en un sentido rústico. Jorge Ibargüengoitia tenía un don muy especial para la ironía y el humor negro, para hablar de las tristezas sin amargura, para entusiasmar a sus lectores aún con las opiniones más sobrias. Un don, en fin, para hacer crítica con inteligencia, sin rencores ni berrinches, sin llegar a ser engreído o molesto.

El acto de largarse de una reunión sin despedirse de nadie se llama en Francia "largarse a la inglesa", y en Inglaterra "despedirse a la francesa". Este comportamiento ligeramente brutal, pero comodísimo para todos los afectados —no hay nada más molesto que interrumpir la conversación y levantarse a estrechar manos cada vez que a alguien se le ocurre irse de una fiesta—, es una omisión perfectamente definida y aceptada en todas las sociedades.

La selección fue hecha por Guillermo Sheridan y se divide en seis secciones: “Lecciones de historia patria”. “Teoría y práctica de la mexicanidad”, “La familiona revolucionaria”, “Con siete copias”, “La lucha por aprender” y “Las madres y otras mujeres”. Debido a la división por temas, los artículos no van en orden cronológico; lo cual no hace mucha falta. Con el transcurso de los años supongo que la precisión del calendario deja de ser importante, la reemplazan los hechos. La primer parte, por ejemplo, está dedicada a dejar ver nuestros grandes errores al momento de estudiar y comprender historia. Nuestros héroes patrios se ven expuestos tal y como los hemos aprendido: como monografías donde el calvo es Hidalgo, el del paliacate Morelos, Pancho Villa lleva bigote y sombrero y el que tiene cara de snob es Iturbide. También revela fallas históricas de personajes como Juárez, porque si bien el respeto al derecho ajeno es la paz, nunca dejó muy en claro cuál es el derecho ajeno, ni si el mío tiene más importancia que el del automovilista que cruza la calle como bólido. La práctica de la mexicanidad, por otra parte, nos deja en claro que utilizar “la casa de usted” muchas veces puede conllevar responsabilidades a cualquier tipo de destrucción, que el mexicano no llega a ser feliz porque nunca logra ser lo que quería, que nos acomplejan comerciales donde rubios ricos beben vinos, o que el uso del claxon puede revelar mucho de nuestro estado mental.

Sería un crimen que siga intentando resumir el contenido, me queda agregar que la selección incluye 294 artículos de los más de 700 que se publicaron en el Excélsior (me parece que otra selección se encuentra en otro tomo). También vale decir aquí que si Ibargüengoitia me gusta tanto se debe a que es un diamante en bruto. Su obra no ha sido publicita, explotada y agotada como la de Fuentes o Paz; es nuestro. Sus opiniones pueden llegar a parecer muy bruscas (en algún artículo apoya el cierra de la UNAM por una institución que deje de estar tan trabada y contaminada), y su lenguaje un tanto coloquial, pero revela que tenemos ingenio. Somos más que lo que el mundo quiere ver. Somos más que sombras tiradas bajo un nopal con un sombrero enorme. Podemos ser coloquiales sin llegar a ser vulgares, como Velasco; ser ingeniosos sin querer exiliar nuestros restos en Francia. Ibargüengoitia tiene ese punto medio, aún con las muchas restricciones políticas, sus artículos alcanzan a redimirnos, a impulsar nuestro ingenio por medio del suyo. No es un autor que se pueda traducir fácilmente, y creo que es aún mejor; es nuestro secreto, nuestra última carcajada ante un mundo en el que nos hemos hecho menos.

Cuarenta años han transcurrido desde que el último artículo fue publicado y, sin embargo, su vigencia es absoluta en muchos sentidos. Las cosas no han cambiado demasiado, y quizá, entre las risas que me producía cada nueva página, también terminé algunos artículos con tristeza. La vigencia sobre temas de corrupción, malestar y trámites inútiles y absurdos no es algo que pueda generar la mayor de las alegrías. Los engranes políticos parecen paralizados cuando se  reflexiona sobre estos artículos; es muy probable que algunos funcionarios veinteañeros que hicieron la vida imposible a Ibargüengoitia y muchos otros en los setentas, sigan ahora, sexagenarios, atascados en el mismo lugar, usurpando nuestro tiempo. Pero es un buen sitio donde empezar, sin amarguras, a formar una opinión, y, quizás, hasta actuar, deshacer la parálisis, crear, en fin, unas instrucciones para seguir con México.

Los que se levantan temprano a fuerzas constituyen un grupo social de descontentos, en donde se gestarían revoluciones si sus miembros no tuvieran la tendencia a quedarse dormidos con cualquier pretexto y en cualquier postura.


Editorial Booket: $158
Ediciones Gandhi: $99
Disponible en:
-Gandhi
-El Péndulo
-El Sótano
-Porrúa

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