miércoles, 28 de agosto de 2013

Sex, Drugs, and Cocoa Puffs



  • Chuck Klosterman [EU]
  • Primera edición: 2003
  • Ensayo
 ⋆⋆⋆½

Hay dos formas de mirar la vida.
Bueno, eso no es cierto; supongo que hay miles de formas de mirar la vida. Pero tiendo a concentrarme en dos de ellas. La primera es que todo cambia y nada está intrínsecamente conectado, y que la única fuerza detrás del mundo es la entropía. La segunda es que todo se queda más o menos igual y que todo está completamente conectado, incluso si no nos damos cuenta.

¿Qué piensan cuando les digo ‘ensayo’? Puede ser que esto sólo haya sido un error mío, pero les cuento: cuando entré a mi carrera, yo no leía ensayos. Los consideraba aburridos, cosas incomprensibles y pretenciosas que académicos vetustos hacían para otros académicos vetustos. El género entero me hablaba de formalidad, de encierro. Sobre todo, de gente que hallaba placer en hablar de Derrida o Foucault sin atender a lo que las preocupaciones que tocan el hombro de los menos elevados. Luego, en la escuela, comencé a leer los ensayos de Jonathan Swift, por ejemplo, y mis concepciones fueron cambiando de a poco. El ensayo, comprendí, podía ser algo libre, controversial y terriblemente importante para toda una sociedad. El ensayista tenía derecho a jugar; a usar el tema, el lenguaje y la forma estilística que le viniera en gana, tanto como en cualquier otro tipo de escritura. ¿Pero quién lo estaba haciendo aquí, sobre mis tiempos y preocupaciones?

Bueno, pues mucha gente, resulta. Podría decirse que hay un boom ensayístico, incluso, en el cual los autores se retan a abordar temas que podrían parecer banales con todo el humor e inteligencia posibles. Chuck Klosterman es quizá el alumno más problemático de este boom. Es cierto que cuenta con una inteligencia aventajada y penetrante, pero suele concentrar su atención en temas que son totalmente ajenos a la cultura de elite: cuando Chuck habla de series de TV no analiza The Wire o The Sopranos; analiza Salvado por la campana. Cuando habla de películas no aborda Apocalypse Now, sino Star Wars o las comedias románticas de los 80’s. Sus libros se dividen en dos: los que tienen un tema y los tuttifruti. Este es su libro más conocido en la vena tuttifruti, y como tal encontrarán ensayos sobre las mascotas de los cereales, los Sims y los males de escuchar a Coldplay. En suma, contiene un millar de cosas que aparentemente no importan, pero que al final terminan formando —queramos o no— el espinazo de nuestra existencia como seres occidentales.


14. Por razones inexplicables, de pronto los gatos pueden leer a un nivel de preparatoria. No pueden hablar y no pueden escribir, pero son capaces de leer en silencio y comprender el texto. A muchos gatos les gusta su nueva habilidad porque ahora tienen algo que hacer durante el día mientras flojean en la casa; sin embargo algunos gatos se deprimen porque leer los fuerza a comprender las limitaciones de su existencia (sin mencionar la total frustración de no poder expresarse). 
Siendo éste el caso, ¿piensas que al gato promedio le gustaría Garfield, o que la mayoría lo consideraría un estereotipo insultante?

Aparte de su compromiso incansable con la cultura de masas, otra de las cosas que hacen problemático a Chuck Klosterman es lo visceral que es en sus opiniones. No es conciliatorio de ningún modo, lo cual podría ser un problema para algunos lectores. Afortunadamente, la mayoría de las veces yo estoy de acuerdo con sus puntos de vista y por eso disfruto tanto su lectura, pero buscando reseñas en internet he visto gente que de imbécil y misógino no lo baja —a pesar de que nunca he logrado detectar en dónde está tal misoginia. Así que bueno, tómenselo con una actitud abierta, como si estuvieran platicando con algún amigo geek acerca de este tipo de cosas y nada más: no esperen un tratado estudioso u objetivo, porque lo que encontrarán son las opiniones exacerbadas de un hombre que ama ser fan o hater de las cosas, sin punto medio.

Como lo que es, un libro formado por visiones tremendamente subjetivas, Sex, Drugs & Cocoa Puffs puede llegar a ser una bolsa sorpresa que mezcla joyas y pedruscos. Todos los ensayos son interesantes, pero no igual de afortunados. Por ejemplo, las piezas sobre asesinos seriales y una convención de escritores-rockeros son en verdad fenomenales, pero hay un ensayo en particular que me parece muy errado, y es en referencia al futbol, o bueno, al soccer, como lo llama. No voy a contarles todo el ensayo, pero el argumento central de Chuck es que el soccer es un deporte para nenas porque las derrotas son por pocos goles, y por lo tanto no duelen. No puedo iniciar a expresar lo equivocado que es esto. Una derrota 2-1 puede doler tanto como una 7-0, y si no le parece así es porque E.U. ha convertido al soccer en un deporte escolar amigable, cosa que en esencia no es. Chuck ve el problema en el deporte, cuando en realidad es una malinterpretación que su sociedad ha hecho de él. Pero bueno, incluso esto les demuestra lo interesante que es el libro; es una invitación a pensar de modo analítico sobre todo aquello que normalmente ignoramos o consideramos indigno de crítica y reflexión.

Sí, sí les recomiendo el libro, se van a divertir o por lo menos se enojarán de un modo interesante. Pero lo que más les recomiendo es que adopten la manera que ver el mundo que propone Klosterman. No necesariamente la parte en que expresa opiniones quizá demasiado fuertes o absolutistas, pero sí la de respetar y cavilar la contribución que esas cosas “irrelevantes” tienen en nuestra identidad. Toda la cultura es el agua en que nadamos, nuestra sangre y nuestra vía, y si nos limitamos a escuchar a Mozart o a escribir sobre Goethe no estamos haciendo nuestro trabajo bien. Estamos alejando a los demás de nuestra burbuja cultural; por eso yo detestaba al ensayo, percibía un elitismo sin razón de ser. Así que aceptemos que estas pequeñas cosas superficiales tienen su significado y su rol social, y pensemos sobre ellas tanto como merecen. Quizá del criticarlo todo surja el germen que nos permita cambiar, crear mejor, evolucionar como cultura humanista, o al menos entender mejor qué diablos somos.

No soy una persona blanca; no realmente. Soy una persona Celtic. Esa es mi identidad, y no voy a pretender que soy alguna especie de iconoclasta ecléctico. Esto no significa que yo siempre esté bien y ustedes mal, ni tampoco que mi subconsciente necesite de otra gente quien sienta lo mismo que yo acerca de nada. No necesitas estar del lado de los Celtics de Boston para ser una buena persona. Pero definitivamente deberías estar del lado de alguien. O estás con nosotros o estás contra nosotros, y ambas opciones son mejores que vivir sin un alma.

Scribner $230
Disponible en:
-Gandhi (bajo pedido)
-El Péndulo

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