jueves, 26 de diciembre de 2013

El guardián entre el centeno


-The Catcher in the Rye
-J. D. Salinger [E.U.]
-Primera edición: 1951 (algunos fragmentos previos aparecieron en 1945-1946)
-Novela

Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada. Para esas cosas son muy especiales, sobre todo mi padre. Son buena gente, no digo que no, pero a quisquillosos no hay quien les gane. Además, no crean que voy a contarles mi autobiografía con pelos y señales. Sólo voy a hablarles de una cosa de locos que me pasó durante las Navidades pasadas, antes de que me quedara tan débil que tuvieran que mandarme aquí a reponerme un poco.

Esta historia sucede en Navidad, o por lo menos cerca de esta fecha, pero no implica a ningún duende u hombre gordo dando obsequios. Nadie tiene que recuperar los regalos de un trineo atascado en la nieve, ni ponerle luces a un pino. Pero aun sin la faramalla luminosa Holden Caulfield y su pequeña aventura no carecen de espíritu humano: existe en las líneas de esta novela un alguien intentando salvar un algo, un algo que toda la humanidad necesita pero que aun así perdemos, un algo que conocemos como inocencia. El guardián entre el centeno es breve, directo, y puede acabar con el ánimo de cualquiera a quien encuentre con la guardia baja. En cuestión de tiempo y espacio, la historia no transcurre más que en unas veinticuatro horas en Nueva York. En términos de trama, Holden Caulfield acaba de ser expulsado de su escuela y decide no volver a casa de inmediato, lo que lo lleva a deambular por la ciudad y encontrarse con toda clase de personajes: desde una prostituta hasta una antigua compañera de escuela. Dicen que es un libro violento, dicen que su lenguaje es ofensivo e innecesario; los más ineptos dicen que no trata de absolutamente nada, sólo un chico dando vueltas por ahí. Pero bajo esta superficie de dimes y diretes se encuentra un individuo enfrentándose con el mundo real por primera vez en su vida. Un individuo escuchando a su inocencia hacerse pedazos mientras una prostituta se ríe de él, mientras que una cabaña en medio de la nada se vuelve imposible para el futuro, mientras lee que alguien ha escrito “jódete” sobre una tumba.

A pesar de que tras su publicación en 1951 El guardián entre el centeno no pasó desapercibido ni por error (lenguaje violento y poco educativo, los puritanos estaban encantados de poder boicotearlo), y a pesar de que gran parte de la crítica lo señaló como un futuro clásico,  los giros de la vida y la historia lo han traído hasta nuestros días acompañado de la adorable etiqueta “para asesinos”. El episodio Chapman-Lennon no deja ni dejará de ser un trago amargo para muchos y una publicidad especialmente errada para El guardián[1]. No me hace especialmente feliz tener que empezar la reseña señalando esta anécdota que se puede tachar de amarillista, de hecho uno creería que hemos evolucionado lo suficiente como para dejar de señalar algunos libros como especímenes “demoniacos” a la manera de la Inquisición. Pero la realidad es que, hace unos meses, DVX hubo de pelear en nombre de Holden Caulfield con un usuario de Facebook en una página llamada “Libros [2]”: el usuario en cuestión pedía sugerencias para sentar a leer a un adolescente y una chica respondió con El guardián entre el centeno. Un comentario abajo, alguien dijo que lo mejor era El alquimista. El que preguntó le dijo a la primera opción que “esa era una pésima recomendación porque lo habían leído varios asesinos”, y que el portugués, en cambio, “era una opción ideal”.

Me senté un segundo y me recuperé bastante. Pero mientras estaba sentado vi una cosa que me puso negro. Alguien había escrito “jódete” en la pared. Me puse furiosísimo. Pensé en Phoebe y en los otros niños de su edad que lo verían y se preguntarían qué quería decir aquello. Siempre habría alguno que se lo explicaría de la peor manera posible, claro, y todos pensarían en eso y hasta se preocuparían durante un par de días. Me entraron ganas de matar al que lo había escrito. Tenía que haber sido un pervertido que había entrado por la noche en el colegio a mear o algo así, y lo había escrito en la pared. Me imaginé que le pillaba con las manos en la masa y que le aplastaba a cabeza contra los peldaños de piedra hasta dejarle muerto todo ensangrentado.

Entenderán ahora porqué DVX se vio obligado a apuntar al usuario que decir aquello del Guardián era no tener criterio. Como era de esperarse, la situación no terminó bien: el usuario dijo lo que él no iba a exponer a un joven a un libro “violento”. Este episodio me dejó en claro la todopoderosa fuerza del sensacionalismo, y que aún no hemos logrado dejar atrás rasgos y criterios propios de la Edad Media europea. A la fecha me pregunto si el usuario tenía la más vaga idea de qué trata El guardián, o si al menos consideró que la mitad de la humanidad ha desaparecido gracias a las interpretaciones que se le dan a libros sagrados como La Biblia o el Corán. Porque a final de cuentas son eso: interpretaciones. Salinger no mató a nadie, no tomó la pluma y escribió: “matarás a quien diga que imagines”. Chapman interpretó, así como la religión interpreta las sagradas escrituras, y eso es lo peor que nos podemos permitir: creer ciegamente en interpretaciones sin siquiera haber tocado el texto, o sin querer escuchar lados positivos del mismo. Lo que hacemos en este espacio es compartir nuestras interpretaciones. Sí, detestamos algunos libros, amamos otros, pero siempre hay una razón en medio de todo. No veo las razones para satanizar esta novela, pero encuentro muchos puntos con los cuales defenderla. Puedo decir sin temores que considero El guardián entre el centeno una de las novelas más humanas y conmovedoras con las que me he encontrado jamás.  

Sí, es cierto, Holden no es el mejor espécimen humano que podemos encontrar, pero por lo menos no es un personaje plano o estereotípico que no lleva a ninguna parte. A decir verdad, cuando su narración inicia, nos encontramos con la psique de un individuo que apenas ha comenzado a desarrollarse y que, hacia el final, se encuentra completamente destruida. Pero no ha sido destruida por drogas o alcohol, sino que ha sido el mundo el encargado de romper su inocencia. Tras ser expulsado de su escuela, Holden decide pasar el día en Nueva York antes de volver a casa y enfrentarse a sus padres. Nos encontramos en un mundo que acaba de sobrevivir la Segunda Guerra Mundial, un mundo en donde Estados Unidos se ha coronado vencedor y donde el capitalismo ha comenzado una estrepitosa carrera donde el cielo es el límite. Y junto con este capitalismo, se encuentra el tufo de la hipocresía y la decadencia. Holden puede catalogarse como un buscapleitos, es cierto, pero su enojo no es producto de una ansiedad propia de la edad tanto como una ansiedad generada por el entorno. El mundo se ha vuelto una máquina donde la felicidad se produce, se vende, se compra y se tira a la basura en poco tiempo: todos los viejos valores que sustentaron a occidente han cambiado ya. Las buenas y gloriosas familias americanas, con impecables sonrisas y ostentosas cocinas, no son más que un anuncio repetido mil veces por las calles. La felicidad no se compra, pero es frustrante descubrirlo cuando es una idea que se exhibe en todas partes: el dinero no puede revivir a un hermano menor muerto de leucemia, por ejemplo.

No ha pasado mucho desde la muerte de Allie, el hermano menor de Holden. Apenas un año en el que la herida no ha sanado. El mundo es amenazante y la decisión de Holden de vagar por las calles de la gran ciudad responde a este sentimiento: los lugares que visita representan un regreso al pasado, todos ellos se relacionan con su niñez, con momentos en que ninguna nube oscurecía el horizonte. Sin embargo, estos lugares han sido profanados, y esta es una herida que viaja del exterior al interior del individuo. Hay un “jódete” escrito en la antigua escuela, en el museo, e incluso en una tumba. Ni la educación ni la muerte se encuentran a salvo.

¿Por qué digo que éste es un libro sumamente humano? Porque lo que incumbe a Holden no es que su infancia sea destruida ante sus ojos, sino que los otros niños, quienes aún no entienden la trampa que es la vida, vean eso escrito y comiencen a comprender que no todo irá bien siempre. Phoebe, su hermana, se encuentra entre ellos. Holden quiere protegerlos, quiere salvarlos de un final destructivo donde el capitalismo, el consumismo, la felicidad empaquetada con fecha de caducidad, los engatusará y amargará en cada extremo de su ser. Son niños corriendo libres en un campo de centeno que brilla como el oro, pero que esconde una trampa oscura al final del camino, un enorme abismo por el que caerán si él no los atrapa. Esto es El guardián entre el centeno, una reflexión sobre la trampa en la que hemos caído. Jugamos en campos dorados sin pensar en que mañana perderán su brillo. Es directo, es doloroso, pero es necesario. La nostalgia, como dice Ishiguro, nos remite a una época en que todo fue mejor; si logramos reconciliar el recuerdo con el presente, quizá podamos recuperarnos de la herida que el mundo nos ha infligido y logremos borrar cada “jódete” que se ha escrito en nuestros espíritus.

—¿Sabes lo que me gustaría ser? ¿Sabes lo que me gustaría ser de verdad si pudiera elegir?
—¿Qué?
—¿Te acuerdas de esa canción que dice, «Si un cuerpo coge a otro cuerpo, cuando van entre el centeno...»? … Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar a donde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería, pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura.

A todo esto, por cierto, Feliz Navidad.





[1] Por si viven en una cueva o algo similar y no entienden esta referencia… bueno, el Internet sirve para muchas cosas aparte de Facebook, ¿saben?. [addendum: quizá de cierto modo sean afortunados; pueden leer este libro sin pensar en desagradables cosas externas -dvx]
[2] Lugar estúpidamente utópico donde “todos los libros son bueeeenoz, xq todas las opiniones valen lo mismo! Y Crepusculo es lo mejor le duela a kien le duela”, sí, literal. Sobra decir que dejamos de seguir a la página, pero les recomendamos mucho una llamada “Memes Literarios”, tiene más ingenio y perspectiva. …No somos personas bélicas, vale decirlo, pero no íbamos a dejar que este título fuera atacado sólo porque sí. 

Múltiples ediciones, múltiples precios.


3 comentarios:

  1. A los 16 años, tan sólo estando en el primer año de la prepa, como parte del programa de literatura en la materia de inglés me dejaron leer este libro. Ni tenía idea de quién era Holden o que onda con él, pero cuando terminé de leer el libro se convirtió en uno de mis favoritos, el cual a la fecha sigue siendo el número uno. Todos los personajes de Salinger son inadaptados sociales (al menos sucede lo mismo con toda la familia Glass, desde su estrella Seymour hasta Franny), pero Holden es el que te llega más al corazón. Concuerdo con lo que dices respecto a que él no es un personaje típico, de hecho ni llega ser un antogonista ni antihéroe, es sólo él, un adolescente tan real como cualquiera pudo ser. Por cierto, ¿has visto el capítulo de South Park sobre este libro? Es bastante acertada su crítica, que para niños modernos ya no es un libro fuerte, al contrario, es "un tonto chico quejándose de lo aburrida que es su vida." Dejo aquí el link por si no lo conoces para tener la referencia :)

    http://www.southparkstudios.com/full-episodes/s14e02-the-tale-of-scrotie-mcboogerballs

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  2. Ya había escuchado algo del asesinato, pero no le importancia, pero cunado capto mi atención El guardián entre el centeno fue cunado escuche esta canción de El Piezas, no sé si lo que dice en el video se relaciona con el libro y por ello este uno de mis libros en espera de ser leídos y con lo que escribiste sobre el me han dado mas ganas de leerlo.
    https://www.youtube.com/watch?v=DK3QTNFdvg8

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  3. Primera vez que leo este blog, me encantó el artículo.

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