viernes, 10 de enero de 2014

Pura anarquía

-Mere Anarchy
-Woody Allen [E.U]
-Primera edición: 2007
-Relatos breves/Reflexiones largas

En los días posteriores al rechazo, Anna Ivánovich cayó en un estado de profunda apatía. Se peleó con la niñera y le acusó de cepillarle los dientes a Mischa de lado y no de arriba abajo. Dejó de comer con regularidad y fue a llorarle al psicólogo. “Debo de haber desobedecido los designios de Dios para que me castigue de esta manera”, se lamentaba. “Mis pecados deben de ser inconmensurables…, demasiados zapatos de Prada”. Imaginó que un lujoso autobús de la Hampton Jitney intentaba atropellarla, y cuando Armani le anuló la cuenta sin motivo aparente, se encerró en su habitación y se echó un amante. No fue fácil ocultárselo a Borís Ivánovich, ya que compartían el dormitorio y él no paraba de preguntarle quién era el hombre que se acostaba con ellos. [El rechazo]

En el último año he leído dos libros de Woody Allen y los dos han sido como un cubetazo de agua fría. Ojo, esta expresión no deber ser siempre relacionada con lo malo: te puede dar una pulmonía, es cierto, pero también te ahorras tener que preparar café para despertar. Pura anarquía es mi primer acercamiento formal a Allen en todos los campos que abarca. El libro tiene el toque especial del “regreso”, ya que habían pasado veinticinco años desde su última publicación literaria. Antes de leer estas dieciocho historias, el sujeto no era para mí más que un nombre unido a buenas citas que de vez en cuando veía en internet y que tenía cierto parentesco con mi profesor de poesía. No había visto ninguna película suya o leído alguno de sus guiones, vivía en una completa ignorancia de lo que hacía y decía en sus trabajos –y esto fue lo que me dio el golpe de gracia.

Abrí el libro esperando humor (lo siento, pero no se puede esperar otra cosa de alguien llamado Woody; además de que la contraportada decía algo sobre “Kafka bailando claqué”) y claro que lo encontré, pero con ello también terminé perdiendo horas de concentración al no poder dejar de pensar que vivimos en un mundo muy absurdo donde cualquiera puede levitar en la armonía del universo si come suficiente repollo. Se los pongo así: en Londres, una trufa (no el chocolate, sino el hongo) de un kilo se vendió en 110.000 dólares y en eBay la salvación espiritual está al alcance de cinco libras. No, no se lo inventó Allen, son noticias del New Yorker de las cuales se inspiró para hacer algunas de las historias. A decir verdad, creo que el trabajo no fue demasiado difícil. Estamos rodeados por todos los flancos de situaciones que rayan en lo estúpido, ¡pero hacía falta un ojo como el de Allen para que Nietzsche y Mickey Mouse fueran puestos a descubierto como lo que son! A saber: una dieta alta en grasas saturadas ideal para el Superhombre y un roedor animado que delató las adicciones de Goofy en pleno juicio de Michel Ovitz… (¿?).

Es para mí un gran alivio saber que por fin el universo tiene explicación; empezaba a pensar que era yo. Pero resulta que la física, como un familiar irritante, tiene todas las respuestas. […] ¿Cómo he podido vivir hasta ahora ignorando que en el universo hay cosas pequeñas del tamaño de la "longitud de Planck", que miden una millonésima de una milmillonésima de una milmillonésima de una milmillonésima de centímetro? Si a ustedes se les cae una en un teatro a oscuras, imaginen lo difícil que sería encontrarla. ¿Y cómo actúa la gravedad? Y si de pronto dejara de actuar, ¿seguirían ciertos restaurantes exigiendo chaqueta? Lo que sí sé de física es que, para un hombre situado en una orilla, el tiempo pasa más deprisa que para un hombre que se halla en un barco, sobre todo si el hombre del barco va acompañado de su esposa. [Tirar demasiado de la cuerda]

No estaba segura si hablar de una historia en específico, como casi siempre hacemos, o bien tratar de abarcar toda la colección. Aunque me decidí por lo segundo, cabe aclarar que estos relatos no son una composición unificada por un solo fin, sino que muchos fueron publicados por separado en The New Yorker en diferentes momentos, por lo que no hay un patrón temático en concreto. Me atrevería a decir que ni siquiera hay un estilo definido: la mayoría son relatos en primera persona, pero algunos parecen surgir de la fantasía de los días y otros de la propia vida del autor (en más de una ocasión, y no sólo en este libro, Allen se queja de la cantidad de correo basura que le llega a diario); otros se caracterizan por la forma epistolar o son guiones de cine sacados de contexto. Así, lo único que los une y caracteriza es la crítica ácida y el humor absurdo.

El primero, por ejemplo, “Errar es humano; flotar, divino”, es un acercamiento vertiginoso a las nuevas filosofías vitales que la moda New Age nos ha traído: desde el poder de los cristales hasta la sanación holística, el poder de la adivinación al alcance de tus manos, siempre y cuando pongas tu alma y tu economía en las manos de Max Endorphine, claro. En “Pluma de alquiler”, por otra parte, nos encontramos con una joven promesa de la escritura sólo comparable con Hemingway, pero que, por desgracia, publica para La Revista de los Barberos y su obra cumbre se puede encontrar en la sección de “leña para chimenea”. Y en “El rechazo”, uno de mis favoritos, nos encontramos con una joven pareja millonaria que ya no le encuentra ningún sentido a la vida porque su pequeño hijo ha sido rechazado del parvulario más importante de Manhattan. La falla de su niño de tres años al pasar el examen de aptitud (se dice que tuvo problemas con las crayolas) desvanece toda la vida social de su angustiada madre y acaba con los negocios de su padre.

La verdad es que no fue un libro fácil. Una parte de mí quería escapar del bombardeo de referencias culturales desconocidas y escenarios absurdos antes de terminar en una neurosis similar a la de April Sensualle al descubrir que su esposo preparaba entremeses con caviar de pez pulmonado, pero otra me suplicaba seguir leyendo para poder seguir riendo en este poco tiempo que nos queda antes de que nuestro universo caiga en un hoyo negro –del cual nos va a costar mucho trabajo salir sin perder el oído musical (que, afortunadamente, yo nunca he tenido). Antes creía que para entender un libro con plenitud se deben tomar al vuelo todas las referencias que se encuentren en el camino (o mínimo intentar investigarlas), pero, después de Pura anarquía, me conformo con saber leer y poder aplicarlo en los carteles que se me cruzan en la vida diaria.

Quizá mi desconocimiento subrayado y acrecentado se deba a mi entorno social, que no se relaciona demasiado con los pasajes oscuros de Hollywood ni con los contratistas de Manhattan, quienes insisten en que los detectores de movimiento tibetanos son la mejor opción, pero nada de esto impidió que disfrutara el libro. Descubrí que lo ideal era dejarme llevar por la pluma de Allen y aplicar lo poco, o mucho, que entendía de cada relato a situaciones particulares de mi propio entorno. Dentro de todo, no puedo decir que el trabajo de Allen en esta colección sea parte del absurdo sin fin práctico que nos rodea. No cualquiera puede hacerte carcajear y reflexionar al mismo tiempo. No es sólo tomar un clásico ícono cultural y lanzarle macabras burlas hasta que no queda más que una esencia vacía, comerciable y muy rentable. Tampoco es una simple reescritura de banales situaciones cotidianas llevadas al colmo de lo exagerado. Existe un punto medio donde las cosas no son sólo burlarse porque sí; bajo las capas de parodia existen situaciones de partida reales, situaciones tristes, banales y/o absurdas en las que probablemente estemos metidos hasta el cuello y ni siquiera nos hemos dado cuenta.

Yo estaba intentando hacer entrar en razón a Inchcape cuando de pronto me acordé de B. J. Sgmnd, el vidente. Sgmnd era un pobre austriaco que había perdido todas las vocales de su apellido en un accidente de navegación.  [La Ley de Pinchuk]

Les dejo links a tres historias que logré encontrar:
-Sorpresa en el juicio de la Disney

Editorial TusQuets: $229
TusQuets Maxi: $89
(no entiendo cuál se supone que es la diferencia, pero tengo el Maxi)
Disponible en:
-Gandhi
-El Pédulo
-FCE
-El Sótano
-Porrúa

2 comentarios:

  1. Excelente reseña. Allen es un magnífico cineasta también. En sus películas encontrarás lo que disfrutaste de Pura Anarquía, y bueno, todo lo demás también lo encontrarás ahí. Te recomiendo que le eches un vistazo a: Amor y muerte, Zelig, Take de money and run, Hollywood ending, Poderosa Afrodita... y la lista sigue y sigue.

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  2. Acabo de leer "Así comió Zaratustra", ha sido un placer, como leer esta reseña. Gracias.

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