-The Curious Incident of
the Dog in the Night-Time
-Mark Haddon [U.K.]
-Primera edición: 2003
-Novela
-Mark Haddon [U.K.]
-Primera edición: 2003
-Novela
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Arranqué la horca del
perro y lo tomé en brazos. Le salía sangre de los agujeros de la horca.
Me gustan los perros.
Uno siempre sabe qué está pensando un perro. Tiene cuatro estados de ánimo.
Contento, triste, enfadado y concentrado. Además, los perros son fieles y no
dicen mentiras porque no hablan.
Sí, lo siento, el perro está
muerto. Y sí, lo siento, de nuevo, fue una muerte dolorosa. Pero no vamos a
dejar que la página tres de este libro nos escandalice demasiado; después de
todo, sin perro muerto no hay curioso incidente, sin incidente no hay cuaderno
sobre el incidente, sin cuaderno no hay cartas, sin cartas no hay viaje, sin
viaje no hay una devastación familiar, y sin devastación Christopher John
Francis Boone no tendría historia que contar. Como verán, un perro muerto puede
ser una gran parte del show. Además, hay una rata bastante entretenida. Ahora
bien, ya que este pequeño homenaje al perro fue presentado y que los apacibles
corazones de los amantes de los animales siguen apacibles, pongamos las cartas
sobre la mesa y aclaremos algunas cuestiones:
1) Sí, sí es el libro en el que está basada la obra
de teatro que actualmente se presenta en México (estelarizada por el “mirrey”
de Nosotros los Nobles, cuyo nombre
no recuerdo, pero que igual no importa).
2)
No, no apruebo esa obra y, lo crean o no, casi
no tiene que ver con que sea producida por Televisa.
3)
NO ES UNA HISTORIA INFANTIL.
4)
Esta reseña se relaciona ligeramente con nuestra
entrada sobre Cincuenta sombras de Grey.
5)
___________________________________ (dejemos el
punto cinco abierto a opciones porque no hay quinto malo).
Iniciemos con el cuarto
punto.
En la reseña sobre Cincuenta sombras se habló sobre lo
peligroso de involucrarse con personajes con un equilibrio mental débil, fallido
o nulo. Así, Anastasia Steele fue el ejemplo claro de lo que pasa cuando el
autor de la mascarada ni siquiera intenta comprender las implicaciones de sus
temas principales, o cuando no tiene ni la menor idea de cómo escribir. Yo sé
que el proceso de creación implica un mar de cosas que pueden dividirse entre
lo técnico del estilo aprendido o lo romántico de la musa cantando al artista,
pero todo esto se puede reducir a un hecho muy razonable: no hay que ser un
perfecto idiota pretencioso. Y siendo que E. L. James es justamente eso, hoy he
decidido recomendarles un libro que demuestra que puedes asomarte al abismo de
una mente diferente a lo establecido y producir un efecto estético profundamente
humano sin necesidad de dar lástima o sodomizar a alguien.
A mí me parece que la
gente cree en el cielo porque no le gusta la idea de morirse, porque quiere
seguir viviendo, y no le gusta la idea de que otras personas se muden a su casa
y echen sus cosas a la basura.
Este libro está escrito en
primera persona y por momentos la narración resulta bastante seca y distante, incluso
llega a resultar dolorosa. Pero denle un respiro, el niño en cuestión no es uno
de esos héroes “fríos, indiferentes y sin autoestima” que tan de moda se han
puesto últimamente. En realidad, a sus quince años, Christopher se encuentra
bastante bien consigo mismo: conoce los número primos hasta el mil, sabe todas
las capitales del mundo, está a punto de presentar una prueba universitaria de
matemáticas, y ya casi aprende que esto J significa feliz y esto
L
triste. Sí bueno, tiene autismo, posiblemente síndrome de Asperger, pero es una
suposición. Todo inicia con una noche en que este singular muchacho decide dar
un paseo por el patio de su vecina y encuentra muerto al perro Wellington. A partir
de aquí, Christopher se propone resolver el
misterio de quién mato a ese peludo amigo, pero las investigaciones lo
llevan a descubrir actitudes aún más oscuras del comportamiento humano que su
mente no puede terminar de procesar: para él todo debería ser blanco y negro,
de lo contrario la vida se vuelve complicada sin necesidad.
Se imaginarán que más de uno
tiene este libro en la categoría de “novela detectivesca”, y también debo decir
que no les puedo contar demasiado porque después de la página veinte ya hay
spoilers suficientes. Pero centrémonos en dos cosas importantes: no es una novela bonita y no es divertida. Un par
de episodios te pueden arrancar una carcajada, pero independientemente de eso
no es algo que recomendaría para un mal momento de la vida. ¿Por qué? Porque es
una novela sobre un mal momento que no parece acabar nunca. Pueden ponerse del
lado del chico autista que busca su camino en la difícil vida que ha llevado:
alimentos diferentes en un mismo plato, una madre muerta, un asesinato canino
que investigar, las personas que se ven así :s y un padre sobreprotector. Es demasiado.
O pueden ponerse del lado del padre: tiene que proteger a un chico que
considera que caminar por el vecindario a las tres de la mañana es buena idea.
En cierto sentido, ambos buscan su libertad. El primero cree contar con la suficiente
madurez como para vivir por su cuenta y el segundo sólo quiere ejercer
libremente el cariño que le tiene a su hijo, pero no puede tocarlo.
Piensen en la gama de
sentimientos que diariamente presenciamos y experimentamos, imaginen no poder identificarlos.
O mejor aún, que no importen. ¿Cómo empatizas con un personaje que no puede
empatizar con nadie a su alrededor? Simplemente no puedes, es aquí cuando
nuestra humanidad se pone a prueba, Christopher es un filtro poderoso y su
comportamiento puede dejarnos pasar muchas cosas. Si le doy tanto énfasis al padre
es con toda la intensión de que le presten atención durante su lectura, porque
pasa casi desapercibido frente a su hijo. Esta novela es muy interesante, no es
sólo la aventura de un niño en busca de respuesta, sino todo un análisis de lo
que él considera “sentimientos”. Mientras que nuestra relación con el mundo se
logra a través de los sentidos, la de Christopher es a través de la razón y la
ciencia. Muchos capítulos son largas explicaciones de la importancia de los
números en nuestra vida diaria y las diferentes relaciones lógicas que se
ejecutan a nuestro alrededor sin que nos demos cuenta.
Y aún con esto no deja de ser
una historia humana. La pretensión no es que tengan lástima de Christopher ni
de nadie con Asperger, no hay un error en ellos sólo porque procesan las cosas
de manera diferente. Mucho de la novela nos indica que él puede divertirse y
querer a su manera, y ese es el gran obstáculo que debe enfrentar su padre: la frontera
de los prejuicios, la barrera social que nos han impuesto una sola forma de
amar, de pensar y de reír. Pero para que esto pueda ser entendido, necesitamos de un narrador en primera persona que nos abra una visión diferente al mundo. Es por esto que no apoyo la puesta en escena: dentro del mundo teatral la perspectiva de Christopher se pierde en algo que simula ser una comedia, el filtro no existe. Un poco de dos mundo se determina en esta novela,
elegir un bando no es obligatorio, tan sólo ampliar fronteras. Creo que ése es
el punto cinco: una mayoría establecida no tiene que ser el centro del
universo. Hay demasiadas cosas en este mundo como para permitirnos miras
angostas o condenatorias tan fácilmente. Es una lección cruda, pero necesaria.
Y yo dije que sí,
porque querer a alguien es ayudarlo cuando se mete en líos, y cuidar de él, y
decirle la verdad, y Padre me ayuda cuando me meto en líos, como cuando vino a
la comisaría, y cuida de mí cuando me prepara la comida, y siempre me dice la
verdad, lo que significa que me quiere.
Editiorial Salamandra $125-245
Disponible en:-Gandhi-Porrúa-El Sótano
Disponible en:-Gandhi-Porrúa-El Sótano
Este libro me encanta. Christopher definitivamente no es el típico chico de 15 años, y no solo porque tenga Asperger. La trama es mucho más compleja de lo que uno pueda imaginarse, definitivamente hay que darle una oportunidad.
ResponderEliminarEste libro es espectacular. Al comienzo, no solo no soportas al chico porque, como narrador, no ofrece vestigios retóricos o artísticos para que uno quede envuelto en la historia (si no está "siendo" literario... ¿por qué se presenta como novela?); sino porque tiene Asperger (tiene 15, pero parece que la historia la cuenta un niño de 8). Pero al mismo tiempo, se vuelve interesante ese enfoque particular que ofrece, cómo lo continúa, cómo es atípico. Ya desde el primer capítulo, cuando el policía lo toca y él automáticamente lo golpea porque no le gusta que lo toquen, te das cuenta de todo lo que se pierde este chico, y cada vez es más y más. Pero a medida que avanza la trama, te das cuenta que ese no es el meollo. Todo lo que él se pierde, lo "gana" el lector, y ahí reside el impacto de la novela, y no se torna psicológica para nada por eso. Sin soltar a Christopher, uno comprende, más y mejor que él, lo que pasa con los secundarios, la verdadera situación, y eso no lo hace un tonto, ni es una parodia, como el héroe tonto, que suele hacer las cosas mal aunque sin mala intensión pero terminan bien contra todo pronóstico. Eso sí, no estoy de acuerdo en que el padre es sobreprotector. Luce como tal; pero es cuestión de considerar que su hijo es Asperger (y eso cambia todo: la forma de tratarlo, lo que come, sus costumbres diarias, la escuela, lo que le gusta, lo que no le gusta, sus reglas, etc.) y que tiene que sobrellevar un secreto que por sí solo lo ha hundido a él. Yo veo que si Christopher fuera un chico normal de 15 años, dudo mucho que el padre hubiera montado esa mentira para protegerlo; al contrario, el chico habría tenido presente la verdad, se habría dado cuenta solo.
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