miércoles, 13 de abril de 2016

El nombre de la rosa



-Il nome della rosa
-Umberto Eco [Italia]
-Primera edición: 1980
-Novela
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Los hombres de antes eran grandes y hermosos (ahora son niños y enanos), pero ésta es sólo una de las muchas pruebas del estado lamentable en que se encuentra este mundo caduco. La juventud ya no quiere aprender nada, la ciencia está en decadencia, el mundo marcha patas arriba, los ciegos guían a otros ciegos y los despeñan en los abismos, los pájaros se arrojan antes de haber echado a volar, el asno toca la lira, los bueyes bailan, María ya no ama la vida contemplativa y Marta ya no ama la vida activa, Lea es estéril, Raquel está llena de lascivia, Catón frecuenta los lupanares, Lucrecio se convierte en mujer. Todo está descarriado. Demos gracias a Dios de que en aquella época mi maestro supiera infundirme el deseo de aprender y el sentido de la recta vía, que no se pierde por tortuoso que sea el sendero.

Siendo francos, no les hace falta una reseña. El nombre de la rosa es una joya de dimensiones extraordinarias y punto. Si me siento a escribir sobre esto, es porque vale la pena rumiar los detalles y hacer observaciones, pero no deberían necesitar un incentivo para sacarla del librero. En realidad, ni siquiera pienso decir mucho, pues no soy partidaria de arruinarles los libros a los demás. El hecho de que sea la novela más vendida de Umberto Eco no responde a alguna magia del marketing, recordemos que, antes de publicar esta obra, Eco sólo tenía renombre dentro de círculos intelectuales universitarios, pero no fuera de ellos. El nombre de la rosa no es la obra más vendida de un autor ya favorecido por el público general, sino el primer acercamiento de éste a la ficción. En pocas palabras, una novela detectivesca de casi 500 páginas, ubicada en una abadía del siglo XIV, con oraciones completas en latín y alemán, e inunda de referencias teológicas, históricas y filosóficas se volvió uno de los libros más leídos por mérito propio.

Lo anterior podría parecer el primer gran misterio que encierra el libro, ¿cómo logras tener éxito comercial con algo así?, pero la respuesta se haya en la humildad de su autor. Algo que disfruto mucho al leer a Eco es que, por más intimidante que sea el tema del que habla, siempre se las arregla para hacerte sentir cómodo e interesado en lo que dice, sin llegar a ser condescendiente. El nombre de la rosa parece ser un libro excluyente, pues no todos tenemos las herramientas para aprender latín ni la capacidad de identificar intertextualidades teológicas de buenas a primeras, pero lo único que verdaderamente se necesita para leer este libro es tener compromiso y curiosidad. Sí, también ayuda un poco de cultura general, pero incluso la más básica funciona. La historia es capaz de sorprendernos aun cuando nuestros recursos sean limitados, e incluso tiene la voluntad de enseñarnos algo nuevo en cada capítulo, pues Eco no tiene empacho en exponer todo el conocimiento que acumuló durante veinte años de estudios. Así, la búsqueda del asesino y sus motivos, una de las tramas más viejas y gastadas de la literatura, se empalman con otros muchos misterios que motivan al hombre y lo lleva a la trampa más grande en la que ha caído: la religión. La férrea devoción de una persona por su fe la orilla a asesinar en nombre de la misma, y encierra a toda la abadía en un laberinto de mentiras e histeria. Por sí mismo, esto no sorprende, pues son bien conocidas las Cruzadas y su fatídico saldo final, pero, mientras estas fueron más inspiradas por un frenético impulso de conquista territorial que por una verdadera devoción, lo que sucede en la abadía se relaciona con las muchas formas en que el ser se involucra y fanatiza con un con un signo abierto. Eco se adentra en un minucioso análisis de los conflictos religiosos conocidos del siglo XIV para que podemos comprender los motivos de un solo individuo, y esto abarca tanto movimientos por el poder como posturas éticas. Todo se relaciona con la consigna bíblica más grande, más difundida, pero también más silenciosa: el hombre no debe saber ni pensar más de lo necesario. También conocida como “no te metas donde no te llaman”.

-¿Qué es el amor? Nada hay en el mundo, ni hombre ni diablo ni cosa alguna, que sea para mí tan sospechosa como el amor, pues éste penetra en el alma más que cualquier otra cosa. Nada hay que ocupe y ate más el corazón que el amor. Por eso, cuando no dispone de armas para gobernarse, el alma se hunde, por el amor, en la más honda de las ruinas. Y creo que, sin la seducción de Margherita, Dulcino no se habría condenado, y que, sin la vida perversa y promiscua de la Pared Pelada, muchos no se habrían sentido atraídos por su rebelión. Y fíjate que no te digo estas cosas sólo del amor malo, del que, naturalmente, todos han de huir como de algo diabólico, sino también, y lleno de miedo, del amor bueno que se da entre Dios y el hombre, y entre éste y su prójimo. Porque a menudo sucede que dos o tres, hombres o mujeres, se amen bastante cordialmente, y sientan especial afecto unos por otros, y deseen vivir siempre juntos, y cada uno está‚ siempre dispuesto a hacer lo que el otro desee. Y te confieso que un sentimiento como éste fue el que abrigué por mujeres virtuosas como Angela y Chiara. Pues bien, también, ese amor es bastante reprobable, aunque tenga un sentido espiritual y está‚ inspirado en Dios. . . Porque, si el alma, indefensa, se entrega al fuego del amor, a pesar de no ser éste carnal, también acaba cayendo, o bien agitándose en el desorden. Oh. El amor tiene efectos muy diversos; primero ablanda al alma, luego la enferma. . . Pero más tarde ésta siente el fuego verdadero del amor divino, y grita, y se lamenta, y es como piedra que en el horno se calcina, y se deshace y crepita lamida por las llamas…

Durante el siglo XIV hubo una muy extensa discusión sobre la posesión de bienes y la pobreza de los apóstoles, la cual enfrentó duramente a los franciscanos espirituales con el pontífice y los dominicos. A grandes rasgos, los primeros argumentaban que, como hombres de fe, debían renunciar a todo lo material y vivir con la humildad con la que vivió Jesús, mientras los segundos decían que nada de malo hay en tener encajes de oro (y eventualmente un avión privado). Eventualmente, los franciscanos espirituales fueron acusados de herejía, y murieron a manos de la Santa Inquisición. Dentro de la discusión se encontraba Guillermo de Ockham, un intelectual franciscano que hizo sentir incómodo a más de uno con su filosofía racional y científica… y también con su poco controlada honestidad, pues terminó declarando que el papa Juan XXII era un hereje. En este contexto se enmarca El nombre de la rosa, y no es casualidad que su protagonista se llame Guillermo de Baskerville. Junto con la referencia obvia a Sherlock Holmes y El sabueso de los Baskerville de Conan Doyle, este monje franciscano, de origen inglés, no sólo posee un vasto conocimiento lógico y científico, sino que también cuenta con una capacidad sobrenatural de razonamiento lógico. Debido a sus conocidas habilidades, y a su pasado como inquisidor, Baskerville es llamado a la abadía de los Apeninos, la cual es benedictina, para intervenir en la discusión sobre la supuesta herejía de los franciscanos intelectuales. El hombre asiste al compromiso a sabiendas de que su propio cuello se encuentra en peligro, junto con el de todos los franciscanos, pero al llegar se encuentra con que un asesinato ha ocurrido, y es su deber encontrar al culpable antes de que se lleve a cabo la reunión.

El primero en morir es un monje llamado Adelmo. Su cuerpo es descubierto en el fondo de un risco, y lo que en un principio parece un suicidio resulta ser un espantoso homicidio. El segundo día otro monje es asesinado, esta vez ahogado en una tinaja con sangre. El tercer día desaparece otro, y su única huella es un pañuelo manchado con sangre. Un misterioso manuscrito, aparentemente escrito en griego, aparece como única pista, pero descifrarlo es casi imposible. Los asesinatos continúan, y lo único que parecen tener en común es la biblioteca como motivo,  una de las más grandes y famosas la época, pero también la más hermética en cuenta su contenido. Es también el único lugar al que Guillermo no tiene acceso. En un tétrico giro a los días de la creación divina, los hombres de esta abadía mueren durante seis días, y en el último no se descansa, sino que se destruye la Palabra misma, devorada por las llamas del infierno. La historia narra, detalle a detalle, el trascurso de estos siete días, durante los cuales Guillermo no sólo tiene que resolver el homicidio, sino también convencer al abad de que los franciscanos nada tienen de herejes, aun cuando existan algunos muy descarriados. El encargado de ponernos al tanto de todo el misterio que encierra el laberíntico lugar  es Adso de Melk, un novicio benedictino, hijo de un noble austriaco, que es designado como discípulo de Baskerville. Después de una vida larga, manchada tanto por la fe como el pecado, Adso decide volver atrás y recordar los días que pasó en la abadía, los cuales afectaron profundamente su perspectiva hacia la vida. Durante su estadía, no sólo perdió la inocencia infantil con la que aun contaba (tanto emocional como física), sino que también conoció los rumbos más oscuros que puede tomar el amor por lo sagrado. En el final de sus días, aquel pasado en el que tuvo la oportunidad de conocerlo todo, y en cambio lo perdió todo, resulta especialmente lúcido y llamativo. 

Es el manuscrito donde tienen que poner los ojos. Un extraño folio, escrito por Aristóteles, encierra la información necesaria como para poner de cabeza a toda la fe. Nadie debe encontrarlo, nadie debe saber de él, nadie debe tener ese conocimiento. Quien lo tenga, o aspire a tenerlo, está destinado a morir por su prepotencia. Esas son las consignas del asesino, y ejecuta su plan aun al más alto costo. No es difícil entender el por qué, pues pensemos que toda su vida se ha cimentado en una sola creencia, toda su persona está construida sobre y con el amor de una idea que depende más de la imaginación que de los hechos, y permitir  que alguien la destruya sería como dejarse destruir a sí mismo. Una vez más, nos encontramos con la historia de la manzana y la serpiente, y el conocimiento amenaza a un fantasioso paraíso. Claro que el misterio se resuelve, y claro que el asesino cae, pero realmente eso nada tiene de importante. Si se esfuerzan casi nada, descubrirán quien es el culpable por ahí de la página cincuenta, pero eso no es lo que atrae. El trabajo de Eco es el de conducirnos por los retorcidos rumbos y procesos lógicos que se construyen para defender una idea tan poderosa como lo es la religión. La vida en la abadía es una constante lucha de poderes y ambiciones; lo único que une a todos esos monjes es defender el refugio que han escogido para sobrellevar sus vidas. Eso, justamente, es lo que atrae: la desesperación que genera creer tanto en un Dios que no responde. Puede sonar solemne, pero lo cierto es que el misterio lo mantiene siempre interesante, además de que Eco no pierde nunca el sentido del humor. No importa que esté ubicada siete siglos atrás, su tema aún nos atañe, pues más allá de creer o no en alguna forma divina, la religión como tal se manifiesta en el espíritu humano. Le puede dar esperanzas, reconciliarlo con la vida, reformarlo, ayudarlo… o puede destruirlo, arrástralo hasta los umbrales más oscuros y volverlo migajas. Y eso, lo humano, nos atañe a todos. 

Est ubi gloria nunc Babylonia? ¿Dónde están las nieves de otra época? La tierra baila la danza de Macabré; a veces me parece que surcan el Danubio barcas cargadas de locos que se dirigen hacia un lugar sombrío.

Para completar:

 

3 comentarios:

  1. Necesito leer este libro, lo compré en diciembre y aún no lo he leído :o
    lo sé, soy pecador jajaja

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  2. Gracias por la recomendación musical! Y el material de complemento, se escucha excelente

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  3. Acabo de descubrir su blog. Es interesante el trabajo que realizan. No estudié Letras, ni nada por el estilo (soy Ingeniero en Sistemas Computacionales). A partir de hoy lo tomaré como una herramienta para seleccionar los libros que debería de leer, y no solo leer por leer. Sino ir más allá, hacer un analísis como lo hacen ustedes. Desfragmentar una obra literaria y tratar de entender los aspectos que la conforman. Particularmente no he leído esta novela. Hay un dato del que no estoy completamente seguro, me parece que Milorad Pavić superó las ventas de El nombre de la rosa por unos meses, específicamente con su novela el Diccionario jázaro.
    Saludos y nuevamente muchas felicidades por el trabajo que realizan.

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