Como
cada año y cacho, ha llegado el momento de husmear en las catacumbas, revolcarse
en el lodo, buscarle el fondo al barril, etcétera, en fin, ha llegado el
momento de bajar al averno y tomar un paseo muy distinto de aquél que Dante
diera al lado de Virgilio; es hora de desempolvar el bisturí para diseccionar
párrafos, el martillo para masacrar ideologías y la bayoneta para destripar a
distancia a los comentaristas enojados porque alguien hizo tambalear a su Baal
dorado de temporada. Es hora de sembrar terror en los campos, de cuestionar a
los incuestionables del relativismo, de tomar al toro por los cuernos y
pronunciar las palabras prohibidas a la crítica ramplona de este siglo, que o
se encierra en la segura academia o se disuelve en el mercantilismo.
Pronunciémoslas ahora, en coro, como la conjura oculta de un ritual sangriento
y olvidado —¡venga!: “ESE LIBRO ES MALO”.
Lo
primero que han de saber este año es que nos costó un poco más de trabajo elegir
el tema. Coelho, Moccia e E.L. James —nuestros objetivos primarios en años
pasados— son, sinceramente, blancos fáciles: al menos dentro de nuestro público
todo mundo sabe lo malos que son, y en unos casos lo han sabido desde hace
décadas. Si la reputación de estos personajes es vox populi a nivel global, es precisamente porque son hoy en día
los primeros nombres en los que uno piensa cuando surge la idea del bestseller pernicioso. ¿Pero qué pasa
cuando esos nombres omnipresentes se agotan? Digo, no hemos reseñado todos los
libros de Moccia o de Coelho, pero la verdad es que, siendo ellos autores cuya
mayor virtud comercial es tener perfeccionada la repetición de una fórmula, no
existe la necesidad de un estudio reiterado y a fondo de cada una de sus obras:
más bien, cada una de sus obras tiende a ser una expresión tan válida como
cualquier otra del macrocosmos repetitivo y estancado del escritor. Si variaran
en algo su fórmula, perderían público, y eso equivaldría a diez muertes para
ellos y (sobre todo) para sus casas
editoriales.
Otro
problema con el que nos encontramos al momento de elegir los libros (des)afortunados
que reseñaremos este año fue el de la fragmentación del mercado bestseller. Los últimos años, sobre todo
por virtud del éxito de E.L. James, Stephanie Meyer y Suzanne Collins (también
de J.K. Rowling, aunque su obra sea de mejor calidad), habían sido prolíficos
en cuanto a la producción de bestsellers
monolíticos, que absolutamente todo mundo leía o detestaba a la distancia, que
se convertían casi de manera instantánea en referencias de la cultura popular.
Pero del éxito, como ya dije alguna otra vez, nace la réplica. ¿Cuántas copias
baratas de Los juegos del hambre o Crepúsculo (que ya eran copias baratas
para empezar) pueden contar? ¿Cuántas compilaciones de cuento erótico se han
derivado del reverdecimiento editorial del género, impulsado por el detestable
libro de James? La sobreoferta en las modalidades de bestseller que habían estado dominado el panorama editorial gracias a los
libros monolíticos que ya reseñamos ha desembocado en la multiplicación descarada,
en las muchas expresiones para una misma fórmula y, por consiguiente, en la
diseminación del público. Entre tantos, tantísimos libros producidos en masa y
creados con el propósito expreso de ser bestsellers,
una parte del público se va con uno, otra con otro, y así ad infinitum. Por supuesto que muchos de esos libros son, aun así,
un éxito de ventas. Pero nada comparable al de los mastodontes de hace apenas
tres años. Tomemos como ejemplo el libro After.
Hay pilas de él amontonadas en todas las librerías y tianguis del país, y se le
consigna como un “fenómeno editorial” en la contraportada, ¿pero acaso alguien
se sabe la trama fuera de las fangirls?
Vaya, yo no sé ni quien lo escribió.
Entonces
pues, ¿qué reseñar cuando los nombres obvios se han acabado y el mercado no
quiere o no puede producir todavía el siguiente fenómeno editorial verdaderamente
global? Bueno, primero que nada, reseñaremos algunos de los libros que el mercado
sí ha tenido a bien producir, pues aunque son éxitos mucho más delimitados y
discretos si así se quiere, siguen siendo éxitos al fin y al cabo —y por lo
tanto siguen delatando las tendencias intelectuales y emocionales de millones
de (sobre todo) jóvenes que deciden adentrarse en la lectura por la puerta más
inmediata. Pero también hay otro asunto que sí se puso muy en boga este año y
que tenemos que tocar. Quizá no esté tan divorciado de lo que he hablado hasta
ahora, puesto que podría explicar la aparente tardanza del mercado en producir
el siguiente monolito de ventas: las casas editoriales lo están buscando por
lugares distintos a los de antes, se están arrimando a otras sombras para
capturar al público juvenil de la nueva generación, y este nuevo proyecto
exploratorio todavía no ha llegado a su etapa de mayor esplendor. Estoy
hablando, claro, de los tan vilipendiados libros de Youtubers y de escritores
de Wattpad.
El
hecho de que las casas editoriales estén buscando sustento aferrándose a la
fama de personajes quienes, eminentemente, se dedican a crear contenidos
audiovisuales tiene muchas connotaciones. Primero: quizá pueda iniciar a
explicar por qué es más difícil crear un éxito global de ventas con un Youtuber
que con alguien como Meyer o James, quienes, bien o mal, se dedican a escribir
(o bueno, se dedicaban, ahora creo que se dedican a aparecer en alfombras rojas
y aprobar refritos de sus obras), y es que los Youtubers mantienen un contacto
casi diario con su público, lo cual no permite estrategias sofisticadas de
traducción o aculturación. Esto es decir que el crecimiento de un Youtuber está
limitado muy fuertemente por el idioma que usa y las referencias que hace: a
nadie que no hable español le importa tres pitos el Werever. Los Youtubers que
usan el inglés la tienen más fácil al momento de la internacionalización (como
vimos hace poco con el fenómeno de #SaveMarinaJoyce), pero aun así parece ser
que el gran público conecta más con los que hablan su idioma: Youtubers
globales como Pewdiepie y Shane Dawson tienen libros, pero en México la verdad
es que están opacados editorialmente por las pilas y pilas de volúmenes
firmados por Dross y HolaSoyGermán. La verdadera globalización todavía no
alcanza estos terrenos.
Otra
implicación del asunto que nos interesa explorar este mes es el concepto del
libro en sí: para gente como los Youtubers masivos, que se dedican a todo menos
a la literatura, y para su público, normalmente muy joven y moldeado desde la
cuna por la vida digital, ¿qué diablos es un libro? ¿Cómo lo entienden? ¿Qué
podemos discernir, a partir de la observación de estas obras, acerca del nuevo concepto de libro (si es que lo
hay) con el que esta generación carga? [1]
Mas el anverso también es interesante: si al observar estos libros uno queda
con la sensación de que son cosas comunes, de que no aportan nada nuevo (ni
siquiera algo nuevo y perjudicial), ¿qué podemos deducir de ello? ¿Acaso las
editoriales meramente se cuelgan el nombre de las modas en pos del progreso y la
democracia web, pero al final reclaman su derecho de repetir, en el producto
final, formulas probadas? O sea, ¿es la misma gata, nomás que revolcada?
Y
finalmente, ¿son creados iguales todos los vástagos de la literatura web? De
entrada, les puedo decir que no. Por ejemplo, el año pasado (creo) salió un
libro firmado por Yuya, una especie de ente escandaloso genérico del que no
puedo decirles mucho porque no aguanto escucharla por más de 30 segundos. Pero el
caso es que da tips de belleza y
maquillaje. Bueno, pues ha habido memes, burlas y enojo generalizado porque una
persona de su talante tenga un libro a su nombre. ¡Pero el libro trata de tips de belleza y maquillaje! Si bien es
inevitable el sentimiento de injusticia al observar cómo ciertas editoriales,
en vez de buscar talento literario, van expresamente a seducir Youtubers para
ganar unos cuantos pesos, la verdad es que Yuya no le está robando espacio a
clásicos como Cervantes o a narradores modernos como, qué se yo, Knausgaard o
Ferrante. Su libro es algo así como un cuadernillo que habla de lo mismo que
habla en su canal, es estrictamente una extensión del entretenimiento
semididactico que provee en forma audiovisual, y como tal no creo que se
merezca el escarnio de las masas (o bueno, de las masas “intelectuales” de
Facebook). Nadie la está confundiendo con literatura. Desgraciadamente, no
puedo decir lo mismo de todos los Youtubers. Hay algunos que sí están ocupando
espacio valioso dentro del imaginario narrativo de nuestra literatura actual, o
que hasta caen en la trampa milenaria del bestseller
perjudicial: se creen gurús de vida simplemente por tener fama (y hay quien les
cree y les perpetúa). Es de ellos de quien vamos a ocuparnos.
En
días pasados, se ha hablado bastante sobre el #Yordigate —lo acabo de bautizar,
gracias—, la invitación recubierta de billetes por parte del aparato de Cultura
de San Luis Potosí para que Yordi Rosado, un simplón producto de Televisa, vaya
a decirle a la gente joven cómo vivir. En el programa de radio Dispara Margot Dispara, otro simplón
producto de quién-sabe-dónde llamado Fausto Ponce declaró que eso sucede porque
“los escritores que supuestamente valen la pena no están conectando con la
gente”. ¿Pero acaso es tan fácil conectar con la gente en tiempos donde
expresarse bien y a fondo mediante la palabra escrita es básicamente un
anacronismo? Vivimos una era de abreviaturas, de simplificaciones, de
dibujitos, de pictolines, de listas
de Buzzfeed, de memes, y sí, en una era como esa, los escritores de carrera
están en clara desventaja ante Youtubers, escritores de redes sociales o terapeutas improvisados como Yordi Rosado, cuyos libros parecen más ediciones extragrandes
de la revista Eres. Personas como éstas “conectan con la gente” con mucha mayor facilidad que un libro de Proust o Dickens,
puesto que hablan su lenguaje: el lenguaje de lo fácil, de lo divertido, de
las corrientes más perniciosas no de la literatura, sino de las ciencias de la
comunicación. El lenguaje que Televisa misma ha ayudado a solidificar en el
cerebro nacional desde hace décadas. Ni siquiera ha sido para ellos un
sacrificio abandonar la complejidad: simplemente es quien son. Son gente hipercondicionada —y digo hiper porque todos estamos condicionados un poco— que aprovecha su carisma y su exposición para llegar al bolsillo
de otra gente hipercondicionada. El medio es el mensaje, diría McLuhan; el medio es
el mensaje porque los medios hoy configuran las estructuras mediante las que
nos atrevemos a pensar.
¿Pero
es culpa de los otros escritores “no conectar con la gente”, como implicara
Ponce? ¿Es el deber de un escritor, o de un crítico o de un director de cine modernos,
conseguir el aclamo de la mayor cantidad de gente posible, o de la mejor calidad de mentes posibles? ¿Qué
es un artista y qué es un mercadólogo? Y si el arte se tomara como imperativo
seguir las corrientes de la mentalidad moderna hasta sus últimas consecuencias,
inundar el cuadrante con poemas de emojis
y proyectos novelísticos de vines,
¿podría sobrevivir? ¿Qué parte de ella sobreviviría? ¿Qué parte de nosotros
sobreviviría?
Ora
sí que, como dijera el famoso bardo del Foro 5 de Chapultepec, quiúbole con el
futuro.
***
[1] No
creo tener que recordarles las reescrituras de Shakespeare armadas con mensajes de Whatsapp que andan por allí.
Hace rato que sigo el blog, y apenas comento. Tanta verdad me hizo pensar en muchas cosas. Seré honesta, escribo fanfiction, soy terrible, hago sangrar los ojos, pero a la gente le gusta, mientras le des una pareja popular de alguna serie, anime, o libro te van a leer, nunca he recurrido a usar contenido sexual, tampoco es que escriba en formato script, mucho menos usar a la Mary Sue, digo, si voy a regarla, hay que regarla con un poco de decencia. Digo esto porque 50 sombras estaba en fanfiction, con el nombre de Master of the Universe, del fandom de Crepúsculo, una caca de otra caca, porque aunque no soy de ese fandom es realmente enorme la influencia que tuvo. Ah, tampoco olvidemos las mil y un sagas de romance sobrenatural que salieron luego de Crepúsculo, pero con ángeles, Oscuros, Hush Hush, Halo, o hasta con extraterrestres, como Lux, enserio. Tan solo del típico cliché de chica buena conoce a chico malo están Maravilloso Desastre, Tres metros sobre el cielo y After, que salió de Wattpad, como fanfiction pero de One Direction. A donde voy con todo esto, a que la apuesta de hoy en día para vender es solo tomar una historia llena de clichés y estereotipos, si hay una Mary Sue mejor, si salió de fanfiction o wattpad y si tuvo muchos seguidores en la web es casi como les garantizara el éxito comercial, cambiar los nombres por algo más cotidiano (y obvio los lugares y así, porque ni por corrección de estilo pasan, o eso noté en 50 basuras), y se vende como pan caliente.
ResponderEliminarEsa es la receta, vamos que hasta yo con mis fics feos sin acabar me hago millonaria. Si los youtubers han publicado y han vendido es porque tienen seguidores, no importa que escriban del asco, hay gente con la hormona acelerada que quiere cosas de ellos, así sean calcetines sin lavar. Claro que dentro del mundo tanto del fanfiction como de los youtubers hay gente preparada que sabe lo que hace, pero son solo pasatiempos, una de las cosas más bonitas de escribir fanfiction es que tienes la opción de conectar la gente, compartir opiniones, recomendarse libros, por eso conocí todas esas cosas que nombré, no me arrepiento porque aunque perdí el tiempo me causaba gracia la cantidad de cosas sin lógica, además que me daba idea de que era lo que pedían en una historia, nunca se los di, dejaron de leerme, y ya. Los fans suelen ponerse muy alterados cuando algo no es como quieren, es como si se pusieran de acuerdo para reclamarte, creo que los best sellers tienen tanto éxito por eso, les dan lo que quieren para que no se quejen y ya. Por eso venden tanto, por eso hay tantas “distopías” como Los Juegos del hambre, divergente, maze runner, la quinta ola, y todos esos.
Por otro lado creo que las editoriales necesitan publicar esas cosas horribles que venden mucho para poder publicar también a los que si valen la pena, un mal necesario, solo que llegamos a tal grado donde lo único que hay en las librerías son esos. Hace unos meses fui a la feria del libro en la UNAM, esperaba ver libros de calidad, me sorprendió encontrar el montón de sagas juveniles, el libro de Dross y otros a un precio exorbitante, y se vendían. Siento lástima por los pobres árboles pero en fin. Es la triste realidad. No creo que la gente cambie sus gustos, van a seguir consumiendo esos productos mientras haya demanda, lo que sí creo es que se puede compartir verdaderos productos de valor cultural y artístico para que los conozcan, aún tengo fe.
Mi gusto culposo es Canción de Hielo y Fuego, no sé porque varias veces lo he visto etiquetado como juvenil, es muy famoso sí, pero no se puede negar su calidad literaria, puede que esté equivocada, a Rowling la leí este año, me gusta la saga, es divertida, para ser alguien que no le gustan las sagas son las únicas que me han gustado al punto de considerarme fan.
No quiero ni ver las reescrituras de Shakespeare a whats app, la idea me causa escalofríos. Bueno, creo que es todo, espero no asustar con este testamento, pero no me podía callar. Espero leerlos con más regularidad y venir a molestar, digo comentar, saludos.
Uff, muchas cosas qué contestar. Primero, no creo que debas sentir pena de escribir fanfiction, tenemos amigas que también lo hacen o lo hacían y no le veo mayor problema mientras sepan reconocer los problemas y los clichés del medio (como tú haces, sobre todo con el maldito formato script) y logren apartarse de ellos en su apreciación de literatura de otros tipos. Como también dices, es un pasatiempo, y como pasatiempo sí llega a conectar a la gente. Todo eso está muy bien, el problema es cuando el gran aparato cultural nota que hay un mercado por explotar y, al hacerlo, termina por dar a historias como estas una validación y una publicidad fuera de toda proporción.
EliminarEn cuanto a lo que dices de la feria del libro en la UNAM, creo que te refieres a la Fiesta del Libro y la Rosa. Yo sólo fui una vez, en mi primer o segundo año de carrera, y en efecto, me llevé una decepción bastante grande. Es una feria del libro ramplona, como cualquier otra, con las mismas editoriales, los mismos títulos y los mismos precios. Hay alguna que otra conferencia valiosa con académicos de la UNAM u otros personajes ligados a ella, pero no terminan por justificar la mediocridad de la oferta. Creo que, al ser un evento donde la UNAM abre sus puertas a todo mundo, habría qué replantearse seriamente la identidad del evento.
También es cierto que algunas editoriales se cuelgan de las modas para sobrevivir, como mal necesario, pero creo que sólo son las editoriales enormes que necesitan un influjo de dinero descomunal para mantenerse a flote. Planeta, Oceano, Trillas, etc. Por lo demás, quienes publican esto no son los mismos que publican narrativa contemporánea seria. Nunca verás uno de estos en el catálogo de Anagrama, Almadía o Siruela. Esto es porque los dos tipos de editoriales son tremendamente distintos de fondo: unas son simples conglomerados masivos de producción y marketing que así como hoy te venden libros podrían venderte jamón mañana, mientras que las otras son operaciones más pequeñas, comprometidas con su identidad y encabezadas por un editor fuerte que le da dirección a su nave.
No te dejes engañar por el marketing "juvenil" que ahora trae Canción de Hielo y Fuego. Es cierto que los géneros de lo fantástico siempre han atraído más a un público joven, pero esa saga ya tenía un seguimiento de culto desde antes de que empezara la serie de HBO y se hiciera popular entre la gente que lee Young Adult. Ahora las librerías la ponen en el estante de YA porque saben que comparte público con los lectores de esas cosas, pero más bien es una novela seria, aunque ligera, de alta fantasía. Nada más. No sé si conozcas una saga llamada El pasaje, escrita por Justin Cronin. Bueno, pues es una especie de distopía de sci-fi vampírico, pero como está bien hecha, fue escrita por un tipo serio (no por un wattpadero) y todavía no la adaptan a cine o TV, no la ponen en el estante de Young Adult, sino en Literatura Universal. Young Adult no es un género, es una estrategia de ventas.
Gracias por tu comentario, esperamos verte de vuelta. Saludos.
Metiéndome en la plática, fíjate que el término YA lo había estado viendo en varias partes pero no le había encontrado el sentido totalmente, ahora que lo pones como estrategia, creo que le queda.
EliminarSobre Canción de Hielo y Fuego, no lo he leído, pero por lo que sé, me sigue pareciendo raro esa etiqueta de 'juvenil' que le ponen para la venta.
Otro caso de vampiros es, mi gusto culposo, Crónicas Vampíricas de Anne Rice, es triste cuando tú dices que te gustan las historias de vampiros y te contestan '¿Te gusta Crepúsculo?' te dan ganas de sentarte a llorar al lado de los once (casi doce) libros de la saga.... Ay.
Otra cosa cierta en sus comentarios es lo del ff, te ayuda a conoces personas con el mismo interés que tú, la misma ship, la otp o aunque sea en el mismo fandom que tú, admito que hay fanfics que te dan cáncer pero también hay piezas hermosas que dejan ver que hay talento. Triste que ese talento se pierde muchas veces.
Como respuesta a la pregunta que planteas te dejo este canal de YouTube: The School of Life. Ellos lograron algo increíble: conectar las humanidades con la gente. Es algo a lo que deberíamos aspirar, sin caer en pictoline, memes, etcétera; pero tampoco cayendo en la soberbia de hueva que caracteriza a muchos humanistas. Aquí está:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/user/schooloflifechannel
Sí estoy suscrito a School of Life, fíjate, y les echo un ojo de vez en cuando, pero tampoco soy el mayor fan porque no estoy taaan seguro de que no estén cayendo en la estrategia pictoline, ¿sabes? Lo que me atrajo a ellos en un primer momento fue que dan explicaciones de filósofos, y yo en ese momento estaba empezando a interesarme por la filosofía. Pero después de ver unas cuántas, me comencé a dar cuenta de que eran muy similares: como que quien sea que estuviera dándole dirección editorial al canal siempre buscaba meterle al filósofo o pensador en cuestión un ángulo de moraleja feelgood al final, que a veces no estaba en el original. Luego averigüé que la mano que mece la cuna en School of Life es un filósofo llamado Alain de Botton, que en efecto, se dedica a publicar trabajos de filosofía "light", donde trata de enseñarle a la gente a vivir o amar "mejor" mediante un repaso somero de conceptos filosóficos. Y aparte de todo vende playeras y termos con frases y demás. No sé, no me fío tanto. Lo que sí admito es que, en cuanto a trabajos pop de difusión cultural se refiere, ellos tienen unos valores de producción muy altos y están acercando a la gente a libros e ideas mucho mejores que otras expresiones del medio (como los booktubers nacionales). Sólo espero que un buen margen de esas personas vayan y lean los originales después de pasar por esos videos, porque vivir la vida con Alain De Botton como filtro ideológico y pensando que la filosofía es algo así como autoayuda con palabras grandes tampoco es ideal, en mi opinión.
EliminarBueno, el señor Fausto Ponce del que hablas (ni idea si es periodista, critico literario o que cosa) tiene una pizca de razón, Yordi conecta con la gente, es decir, que sus libros se venden, la gente los ve exhibidos en librerías de manera constante y se les hace marketing y publicidad, en ese sentido sí conecta con la gente, ahora bien, el contenido es basura, o al menos es basura comparativamente con otros libros en cuanto al contenido, pero hay personas que no lo consideran basura, y no son sólo los lectores o el autor en sí, es la casa editorial y sus publicistas, para ellos Yordi es un genio, está vendiendo miles de copias y es conocido en todo el país, su presencia en un festival atraerá gente (ojo, no necesariamente lectores) y generará derrama económica, visto desde ese punto es valioso tener un invitado como él. Ultra simplificando todo: Yordi es un éxito de ventas y en el mundo moderno eso esta por encima de cualquier cosa, incluyendo la calidad literaria, mientras prime las ganancias de un libro a el contenido del mismo estamos condenados a ver como gente ajena a la literatura se adentra en la industria editorial para generar riqueza, mientras en la literatura se prioricé el número de ventas a la calidad del texto, seguirán surgiendo este tipo de escritores. La única buena noticia es que estos son los libros que serán olvidados más rápido en el futuro, están escritos para un publico en especifico, en una región especifica para personas de una edad especifica, no dejaran legado ni interesaran a las nuevas generaciones, en ese sentido el tiempo se encargara de mantener a los buenos libros imprimiéndose mientras desecha la literatura basura en el vertedero del olvido.
ResponderEliminarNunca había comentado aquí, creo.
ResponderEliminarSoy cuentista, desde hace ya unos siete u ocho años, sin embargo como dice el primer comentario allá arriba: escribo fanfiction. Y es cierto, parece que las personas lo único que quieren es una pareja, entre más cliché mejor, algo con toques sobrenaturales, quizá poner en peligro a la protagonista y dejar que ver que puede defenderse (pero no mucho) y después que sea feliz con su amor prohibido, o peligroso, o extraño, o extraterrestre. Y ya.
Eso es todo lo que parecen querer, sobre todo las adolescentes que, más o menos a partir de Crepúsculo, empezaron a consumir más y más, y obviamente quieren leer cosas que les hagan sentir bien, o cosas que sean súper tristes pero llenas de amor extraño único y especial, como Bajo la Misma Estrella por ejemplo ¿se acuerdan de la hordas de fangirls? ¿alguno vio esos estados de fb donde las más jóvenes incluso llegaban a decir 'quisiera tener cáncer para poder encontrar al amor de mi vida'? Disculpa, pero ¿Qué?
Y así uno tras otro, salen libros y sagas y series de historias cortadas con la misma tijera, copia al carbón una de otra, y los jóvenes los seguirán consumiendo. Y los Booktubers ("críticos de literatura" por YouTube) seguirán hablando de ellos y recomendándolos, porque como mercadóloga que soy, entiendo que eso vende. Ellos ganan adeptos hablandobde libros así, y los autores ganan lectures por esos vídeos, y así se hace una cadenilla. Si suerte hay, esos lectores crecerán y buscarán cosas de calidad, se interesarán por clásicos o de perdida, historias más maduras... Si bien nos va.
¿Qué podemos hacer nosotros? Si tenemos adolescentes cerca, como yo, irles dejando algún que otro libro que consideremos de un mejor mensaje, poco a poco jaja un truco bajo, lo sé, pero hey, puede funcionar.
Saludos :3
Hola, sé que esta fuera del tema del blog pero me gustaría saber ¿qué opinan del Nobel a Bob Dylan? ¿Se animaran a escribir algo al respecto?
ResponderEliminarSí vamos a escribir cosas al respecto, aunque quizá dejemos que el argumento más grande lo haga una amiga que estudia etnomusicología y es especialista en la dinámica letra-música. Por lo pronto, yo ya traduje un artículo sobre el tema y lo voy a publicar al rato en la página de Facebook. Saludos :)
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