· Vol
de Nuit
· Antoine
de Saint-Exupéry
· Primea
edición: 1931
· Novela corta
La noche subía, semejante a una humareda obscura, y
colmaba ya los valles. Ya no se les distinguía de los llanos. Empezaban a
iluminarse y sus constelaciones se respondían. Y él también, hacía parpadear
sus luces de posición y respondía a las ciudades. La tierra comenzaba a
palpitar con puntos de luz, cada casa encendía su estrella, frente a la inmensa
noche, como se vuelve un faro hacia el mar.
Algunas veces cometemos injusticias con
los autores. Los juzgamos sin haberlos siquiera hojeado, o vendemos sus libros
a librerías de viejo sin revisar el bien que podrían hacernos. Algunas otras
veces consideramos que un autor tiene una obra; una tan colosal que su sola
sombra opaca a todo lo demás que pueda hacer con su vida y su imaginación. Eso
es lo que ha sucedido con Saint-Exupéry, cuyo nombre estará por siempre ligado
—con justicia— al de ese librito que todos quienes compartimos el mundo de las
letras adoramos: El principito. El
sitio goodreads.com —que si bien es un telescopio limitado, sí sirve a modo de
termómetro— registra que por cada 100,000 personas que han leído El principito, menos de 1,000 han leído
este libro. No voy a decir que es igual de bueno, porque para empezar son
monstruos muy distintos. Pero sí es una gran novela, que combina con pericia
los géneros de aventura, autobiografía y thriller psicológico.
Esto sin tomar en cuenta que lidiamos con
el mismo autor que nos enamoró en aquella historia infantil: uno que es lírico,
y que tiene una facilidad increíble para llegar a las cuerdas sensibles del
espíritu en tan sólo una línea. Eso dicho, no van a encontrar aquí pequeñas
gemas adorables que relatar a sus hijos, como la parábola del bebedor o del
zorro. Ésta es una lectura para saborearse en privado, de preferencia entre
sombras. El avión que cae en el desierto en Principito
nunca parece real, porque interactúa con personajes que se regodean en ser
ficticios y vivir en un mundo desconectado de nuestra realidad tangible. Aquí,
los aviones son tan reales que casi se siente el sacudir de la cabina entre la
ventisca, y los personajes son todos humanos —tanto como el que nos sirve de
jefe en la oficina o la chica que nos atiende en un mostrador. Vuelo de noche (llamado Vuelo Nocturno en otras ediciones)
muestra a Exupéry (aún sin nombrarlo) dentro de la vida adulta que tanto le
desconcertaba, y sale adelante con una narración airosa, si bien plagada de
tragedia.
Aquel hombre, en medio de millones, era el único preparado
para ese extraño sacrificio. Sintió pena. Se le escapaba, se iba de su suave
regazo. Le había nutrido, velado, acariciado, pero no para ella, sino para la
noche que se lo robaba. Para luchas, para angustias, para victorias que ella
desconocía. […] Lo enlazaba con tiernas ligaduras: música, amor, flores; pero a
la hora de cada partida, sin que él pareciera sufrir, esos lazos caían.
El piloto abrió los ojos.
—¿Qué hora es?
—Medianoche.
La historia lidia con el correo. Sí, lo
sé, no suena muy apasionante; pero no es el correo que conocemos, el que llega
hasta nuestra puerta con presteza y en una motocicleta. El quid de la narración
es el peligro en que entraron los primeros pilotos aventurados a cruzar la
noche para prestar un servicio más rápido. Los aviones apenas y contaban con
iluminación, y las cabinas iban prácticamente descubiertas. Emprender un viaje
así en medio del clima irascible de los Andes era, en esos tiempos, casi un
sacrificio suicida que uno emprendía por amor propio y por amor al deber.
He allí el eje sobre el cual gira el
protagonista del libro, que no es un piloto, sino quien los coordina. Riviére
es un antihéroe como los hay pocos. Es un pionero, definitivamente adora lo que
hace, y daría la vida por ello; pero su apego al deber es tal que uno siente
estar ante un militar curtido y no ante un cartero glorificado. Riviére me
recuerda al filósofo Thomas Hobbes: es una persona pesimista, que cree que el
hombre necesita de un poder férreo sobre su espalda para controlar sus impulsos
de debilidad y poder hacer su trabajo. Es por eso que él se asume como eso; un
ente totalitario y frío, que no duda en mandar a sus pilotos hacia el ojo de la
tormenta con tal de mantener el buen nombre de la empresa. Creo que en este
punto debo detenerme, pues estoy haciendo esto sonar muy aburrido y distante.
No lo es: a pesar del tono lúgubre y desesperanzado, Exupéry tiene una pluma
magistral que lo ayuda a salir avante, y mantenernos admirando la belleza en el
orden y expresión de sus palabras. Hay en particular dos pasajes —uno en que
describe el mar y otro en que describe las estrellas— en que tuve que
detenerme, arrollado de momento por esta belleza efímera mas inolvidable.
Ahora, la recomendación. Debo decir que no
es para todos los gustos. Para empezar, no es una buena idea leerlo tristes; puede
causar depresiones mayores —sobre todo en gente que está buscando otro Principito. Además de esto, las
situaciones son complejas y la forma tan poética que tiene Exupéry de
describirlas puede causar un poco de confusión, además de que la trama no comienza a moverse de verdad hasta la página 80. Si logran llegar hasta allí con bríos, eso sí, les juro que van a encontrar una historia emocionante y
devastadora; una verdadero tour de force
sobre lo que se puede lograr en cuanto a impacto emocional en unas cuantas
páginas. Y sí, así tenía que ser, puesto que la forma sigue al fondo. Una
historia vertiginosa, sobre hombres vertiginosos, no podía ser una lectura
plácida. Agárrense bien a algo, y cuidado con la turbulencia.
Nunca habría creído que las nubes, la noche, pudieran
deslumbrar. Pero la luna llena y todas las constelaciones la cambiaban en
mareas radiantes. […] Se sentía vagar por un cielo desconocido y oculto como la
bahía de las islas Bienaventuradas. La tempestad, a sus pies, constituía otro
mundo; un mundo de tres mil metros de espesor, azotado por ráfagas, recorrido
por trombas de agua y por relámpagos, pero hacia los astros volvía una cara de
cristal y nieve.
Tomo: $25
Factoría: $100
Disponible en:
-Gandhi
-El Sótano
-Porrúa
-FCE
-El Péndulo
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