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Bueno, saquemos algo del camino antes de
que se convierta de una piedra en un alud: Hunter Thompson no es un Beat. No
voy a inventarme alguna teoría fumada de acuerdo a la cual lo sea, pero sí voy
a argumentar que es una consecuencia directa de ellos. Inicio. ¿Hay algo más
distintivo del grupo liderado por Ginsberg y Kerouac que su gusto por la
subjetividad de la consciencia en la literatura, el viaje de carretera y el
viaje… en otros sentidos? Bueno, entonces no necesitamos más de una línea para
encontrar ello en Thompson:
Estábamos
en algún lugar de Barstow, muy cerca del desierto, cuando empezaron a hacer
efecto las drogas. Recuerdo que dije algo así como:
—Estoy
algo volado, mejor conduces tú…
Abiertamente y a primera vista podemos
ver el compromiso del narrador con ambos tipos de viaje, pero también, si se
escarba un poco más, con las técnicas narrativas de los Beats. Cuando leí En el camino, una de las cosas que me
llamó la atención era lo ingenuo que tendría que ser para creerme todo lo que
me describía Kerouac. A menudo era evidente que estaba exagerando, o al menos
recordando las cosas de una manera torcida. Nadie logra invocar a Jesús
mediante el Jazz, no literalmente. Hay algo raro ahí: un filtro Beat de la
realidad. La música no es sólo música, la droga no es sólo droga, la verdad no
es sólo la verdad. Todo está exaltado, revolucionado —es por eso que Kerouac
transforma a trompetistas en ángeles y Thompson transforma Cadillacs en
tiburones. ¿Pero por qué estoy aburriéndolos hablando de narradores excitados e
desconfiables? Primero, para construir el puente entre los Beats y Thompson; segundo,
porque es interesante que el autor haya podido filtrar la realidad de un modo
tan libre cuando se suponía que era un periodista.
Cuando digo que Miedo y asco… es una consecuencia directa de la generación Beat, no
me refiero sólo a que se parezca a los estilos narrativos desarrollados por
aquellos. El estilo de vida en el que Ginsberg y compañía incurrieron durante
los 50’s fue desenfrenado, pero subterráneo. La sociedad americana no estaba lista
aún, en esos tiempos, para soltarse el pelo de la manera que lo haría en la
siguiente década. De ahí que los libros de quienes nosotros ahora consideramos
santos patronos de un importantísimo movimiento literario fueran vistos en sus
años de origen como novedades y fruslerías. La contracultura no tenía la
fortaleza, los símbolos de los 60’s todavía —los Morrison, los Hendrix, o
incluso a la revista Rolling Stone,
que a la postre patrocinaría las densas correrías de Thompson. Los Beats fueron
la semilla que estalló en el verano del amor y en Woodstock y que murió, entre
muchas otras muertes, la de la disolución y corrupción a manos de la droga, tal
y como aparecen en Miedo y asco….
San
Francisco a mitad de los sesenta fueron un lugar y una época muy especiales
para quienes los vivieron. Quizá significase algo, quizá no, a la larga… pero
ninguna explicación, ninguna combinación de palabras o música o recuerdos puede
rozar esa sensación de saber que tú estabas allí y vivo en aquél rincón del
tiempo y del mundo. Significase lo que significase…
Para quienes no hayan visto la versión
fílmica estelarizada por Johnny Depp, quien fuera amigo del autor, la cosa va
así. Thompson tiene que cubrir una carrera de motocicletas para Rolling Stone, pero tiene mejores cosas
en mente. Él y su, ehm, abogado (¿?), un grotesco samoano llamado Dr. Gonzo, llenan
la cajuela de su automóvil con éter, hierba, coca, peyote y pomelos (¿?) y
parten para Las Vegas a darse un hospedaje que no pueden pagar. No es un libro
en que la trama cuente gran cosa. Destrozan el cuarto de hotel, toman un
automóvil ajeno, dejan un reguero de pólvora (y de otro polvo, más blanquecino
éste) por todo el desierto de Nevada… En cierto momento el Dr. desaparece,
dejando a Thompson solo, con la policía y las autoridades hoteleras detrás. Todo
es un desastre, en otras palabras. Mas es de ese modo con una buena razón,
aunque el saber si Thompson estaba atento a ella mientras hizo lo que hizo es
discutible. Lo más probable es que sí, puesto que se tomó el tiempo de
escribirlo todo y aun exagerarlo mediante el filtro subjetivista Beat del que
les hablé al principio. Esa razón es descubrir el fracaso del sueño
contracultural americano; ese sueño iniciado con Ginsberg, Burroughs y todos
ellos.
Con el reciente estreno de The Great Gatsby en cines (en una
versión con puntos positivos pero, en general, fallida) uno escucha mucho
acerca de El Sueño Americano. Pero tal cosa no es sólo aquella noción que falló
en los 20’s o que tomó nuevos bríos, aparentemente, después de la Segunda
Guerra Mundial. El Sueño Americano es algo vivo, móvil, que cambia y fluctúa
constantemente y que falla cada cuantas generaciones. Eso fueron los agridulces
Beats, con sus delirios de mártir abandonado —una falla del sistema. Pero la
libertad total que ellos tanto apreciaban tampoco resultó la solución después de
todo, pues resulta que no todos ven mística en los viajes… Algunos ven sólo
depravación, diversión, una oportunidad de joder al sistema y explotar en caos.
Las ideas libertarias de la G. B. crearon a personas como Hunter Thompson,
aventurados, sí, pero con un exceso de acceso a excesos —por ponerlo en
aliteración. Y así vendrían más Sueños y más fracasos, como la generación X o
como nosotros mismos, desilusionados, faltos de ideales. Es en momentos
inciertos como este en que libros como Miedo
y asco… son relevantes, puesto que nos confrontan con los peligros y las
virtudes de hacer caso a las voces anárquicas que viven en nosotros.
Ay;
este terrible galimatías. Desagradables recuerdos y malas recurrencias,
alzándose a través del tiempo niebla de la calle Strawan… no hay solaz para los
refugiados, no tiene objeto mirar atrás. La cuestión, como siempre, es ahora.
Anagrama: $160
Vintage (inglés): $235
Disponible en:
-Gandhi
-Porrúa
-FCE
-El Péndulo
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